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El pacto climático avanza despacio hacia el año cero

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Gases. A partir del 2020 regiría un completa descarbonización. Foto: Reuters.

CALENTAMIENTO GLOBAL

De la última cumbre en Polonia surgieron tímidos acuerdos.

La comunidad internacional consiguió en Katowice (Polonia) sentar las bases para que el Acuerdo de París de lucha contra el cambio climático esté plenamente operativo en 2020 con unas reglas de juego claramente definidas. No fue fácil, porque estaba previsto que la cumbre finalizase el viernes por la tarde, pero la negociación de la letra chica se prolongó hasta última hora del sábado.

La plena operatividad del Acuerdo de París a partir de 2020 dará continuidad al Protocolo de Kioto, base de la lucha contra el cambio climático a nivel mundial desde 2005.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, habló de éxito en Polonia, y afirmó que el documento consensuado en la cumbre de Katowice (COP24) “demuestra la resistencia del Acuerdo de París como hoja de ruta para la acción climática”, frente a quienes cuestionan su validez.

“La comunidad internacional sigue comprometida en la lucha contra el cambio climático”, escribió en Twitter el presidente francés, Emmanuel Macron, quien como otros mandatarios celebró el resultado de una cumbre que consigue dar un paso, aunque no demasiado ambicioso, hacia un mundo más verde.

Pero sobre la conferencia planeaba además otro reto: el de que la comunidad internacional estuviera a la altura de la ciencia, tras la proliferación de informes durante los últimos meses sobre las evidencias del cambio climático y los efectos catastróficos que tendrá una subida de las temperaturas superior a 1,5 grados.

El reto solo se ha alcanzado a medias, porque el texto final no recoge con toda la contundencia lo que muchos países, organismos internacionales y organizaciones sociales demandaban: la importancia y la trascendencia de avanzar hacia compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero más ambiciosos.

El Acuerdo de París (2015), que deberá entrar en vigor en 2020, estableció con nitidez una apuesta por la plena descarbonización de la economía mundial para reducir y neutralizar las emisiones de gases de efecto invernadero acumuladas en la atmósfera. Pero también que los países podían y debían revisar al alza sus compromisos; el texto de Katowice reconoce la necesidad de que los países hagan mayores esfuerzos para reducir las emisiones más dañinas, pero no incluye un compromiso firme ni vinculante en ese sentido.

Donde sí se puede decir que el acuerdo de Katowice ha dado un paso fundamental es en la cuestión de la transparencia, ya que establece un conjunto de reglas comunes a todos los países para que informen regularmente de sus acciones. Esto, que parece baladí, es muy importante ya que, como cada país decide sus propias acciones climáticas, era imperante contar con un sistema para que todos sepan lo que hace cada uno y se pueda saber si se cumplen los compromisos.

Uno de los asuntos más espinosos y que casi bloquea la negociación durante los últimos días en Katowice fue la forma en que el texto final recogía las conclusiones del último informe del panel intergubernamental de expertos en cambio climático (IPCC) de la ONU.

El informe, elaborado por el IPCC a petición de la Convención de Cambio Climático de la ONU, alertaba de la necesidad de acometer acciones “urgentes y sin precedentes” para limitar el aumento de la temperatura del planeta a 1,5 grados.

Algunos países cuestionaron el trabajo del IPCC y sus conclusiones y pretendieron que el texto final de Katowice no incluyera referencias específicas al mismo.

“La ciencia ha demostrado claramente que necesitamos una mayor ambición para derrotar el cambio climático”, afirmó el secretario general António Guterres, en un mensaje lanzado a países como Estados Unidos, que durante la cumbre cuestionó los resultados del informe del IPCC.

El documento final hace finalmente referencia a ese informe y a las conclusiones de los científicos, pero tampoco con la contundencia que muchos países hubieran deseado.

Y tampoco se pronuncia con contundencia el texto que sale de Polonia sobre la necesaria implicación y solidaridad de los países más ricos con los que son más vulnerables y frágiles frente al cambio climático, aquellos que ya han comenzado a sufrir de forma irremediable sus consecuencias.

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