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Oscurantismo

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Frente al "Je suis Charlie" irrumpió el "Je ne suis pas Charlie". Sucede que al aborrecimiento de la masacre, le apareció un "pero". "Condeno el terrorismo, pero creo que no se puede ofender a una religión como lo hace Charlie Hebdo", se dice.

Quienes multiplican frases como esta, parecen no ver que el "pero" la convierte en un oxímoron. La cuestión no es la revista parisina ni sus caricaturas; la cuestión es el derecho a atacar una religión, incluso a Dios, sin ser encarcelado o ejecutado.

El profesor de Georgetown, Héctor Schamis, habla del "derecho a blasfemar", explicando que no fue concebido con la intención "malévola" de ofender a los creyentes, sino como parte esencial de la secularidad.

Sin derecho a blasfemar, no hay separación entre religión y Estado; por lo tanto no hay sociedad secular. Eso es lo que atacaron los autores de la masacre en París: la sociedad secular.

Son el brazo ejecutor de la "censura global" que, en 1989, ordenó asesinar a Salman Rushdie por "Los Versos Satánicos"; en el 2005 dejó decenas de muertos por la viñeta de Mahoma que publicó el diario danés "Jyllands-Posten" y, un año después, levantó otra ola de violencia por el discurso académico de Joseph Ratzinger en la Universidad de Ratisbona, citando una crítica del emperador bizantino Manuel II Paleólogo, sobre el profeta del Corán.

Es bien conocida la criminalidad de la censura global que viola la soberanía jurídica de los países seculares. Lo sorpresivo es el silencio de gobiernos latinoamericanos que se autoconsideran "progresistas".

¿De verdad piensan que el colonialismo francés en Indochina y Medio Oriente es el "contexto" que explica la masacre en París? ¿La guerra sucia del general Massu en Argelia y el conflicto por el Canal de Suez, explican la masacre de civiles inermes tomados por sorpresa?

Tiene razón el gobierno argentino al reprochar que la condena al terrorismo ultra-islamista se escuche por Francia y no por Nigeria, donde causó una masacre usando una "niña bomba". Pero la verdad es que la voz del "progresismo" argentino y latinoamericano siempre es tenue ante los crímenes del oscurantismo medieval.

Casi no se la escuchó en ninguna de las matanzas de estudiantes y secuestros masivos que cometió Boko Haram, ni en la masacre de 135 escolares en Pakistán. Y cuando empieza a balbucear algo, usa la conjunción adversativa "pero". Como si no entendiera que no hay progresismo sin matriz iluminista, ergo, sin constitucionalismo liberal. Como si no viera el viscoso oscurantismo que palpita en ese "pero".

LA BITÁCORA

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