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Una ola gigante de combatientes

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EE.UU. identificó a varias docenas que volvieron y están vinculados al terror. Foto: Reuters
FEISAL OMAR

Durante más de una década, los gobiernos occidentales han luchado por frenar el flujo de sus ciudadanos que viajan a combatir en zonas de guerra en países musulmanes, incrementando la vigilancia de quienes han expresado interés en incorporarse a los extremistas y creando programas de computación para hacer el seguimiento de viajes sospechosos, así como tomando otras medidas.

Sin embargo, los ataques de estilo comando realizados en París, de los que participó al menos un hombre que viajó a Yemen en 2011 para entrenarse con una filial de Al Qaeda, fueron recordatorios terribles de que esas medidas han hecho relativamente poco para reducir la amenaza. El número de personas que viaja al exterior a pelear continúa creciendo, con alrededor de 1.000 militantes reclutados cada mes que se incorporan a la lucha en Siria e Irak, de acuerdo con cifras recientes del gobierno de Estados Unidos.

Preocupadas porque los militantes pueden irse durante años sin concitar la atención y luego retornar, las autoridades de contraterrorismo europeas y de Estados Unidos han buscado nuevas maneras de impedir que sus residentes viajen al exterior a pelear. Esos esfuerzos han cobrado mayor urgencia a la luz de la matanza en Francia.

Leyes contra el terrorismo, nuevas o enmendadas, fueron aprobadas en países como Albania, Australia, Bosnia, Francia, Kosovo, Macedonia y Serbia, estableciendo la ilegalidad de viajar para combatir en un conflicto foráneo, como los de Yemen, Irak y Siria.

Malasia y Arabia Saudita han emitido vedas de incorporación al Estado Islámico para sus ciudadanos. Las detenciones de personas sospechosas de ser extremistas se incrementaron en Austria y Marruecos, en tanto combatientes extranjeros fueron procesados en Alemania y Holanda.

En Estados Unidos, donde alrededor de 150 personas han intentado o realmente fueron a combatir en Siria, las autoridades no solo se han enfocado en el monitoreo más agresivo de las redes sociales, sino también en educar a las autoridades locales y de los estados respecto de la manera de identificar a viajeros potenciales.

El secretario de Seguridad Interior, Jeh Johnson viajó a Chicago, Los Angeles, Minneapolis y otras ciudades, en los últimos meses, para promover asociaciones entre el gobierno federal y grupos locales que están en mejor posición para detectar a extremistas en esos ámbitos.

Inseguridad.

Si bien las autoridades de seguridad y agencias de inteligencia han mejorado en cuanto a la identificación y freno a los estadounidenses que buscan viajar a Siria, funcionarios de Estados Unidos admitieron que todavía hay margen para mejorar.

Estados Unidos abordó el tema, en septiembre pasado, y con éxito logró la aprobación de una resolución vinculante en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que obliga a todos los países a dar los pasos para prevenir y eliminar el flujo de sus ciudadanos o grupos considerados organizaciones terroristas.

Se ha enfocado especialmente a países como Turquía, cuya frontera porosa de 800 kilómetros ha permitido que miles de extremistas crucen al campo de batalla sirio y también entren en Irak. En 2013, Turquía negó la entrada de 4.000 personas que estaban en una lista y detuvo a más de 92.000 personas en su frontera.

Algunos funcionarios de Estados Unidos han destacado que el gobierno turco realiza una acción policial más agresiva en su frontera con Siria, pero otros señalan que los turcos probablemente nunca puedan asegurar su frontera.

En total, alrededor de 18.000 combatientes extranjeros, incluyendo 3.000 europeos y otros occidentales, han viajado a pelear en la región desde que estalló el conflicto en Siria, en 2011, según estimaciones de inteligencia estadounidenses. (Europol estima que viajaron 5.000 europeos). Más de 500 veteranos de la campaña de Siria retornaron a Europa, según Richard Barrett, un ex funcionario de inteligencia de Gran Bretaña, quien ha realizado investigaciones sobre esos movimientos para la consultora de seguridad, Soufan Group.

No solo sigue ascendiendo el número de combatientes, sino que los ataques en París pueden indicar que las tácticas definitorias de los grupos terroristas están dando un giro de manera amenazante.

La rama de Al Qaeda en Yemen es temida desde hace tiempo por su obsesión con cometer ataques a aviones, como fue el frustrado intento de hacer estallar un avión en la Navidad de 2009.

Pero, Said Kouachi, el mayor de los dos hermanos sospechosos del ataque al semanario Charlie Hebdo, había viajado a Yemen y recibió entrenamiento de estilo militar sobre armas automáticas, como queda en evidencia en los videos de los ataques, indicaron las autoridades.

Crecen.

Zonas de guerra como Yemen o Siria también sirven de incubadoras para retoños de terroristas. "Formarán redes con otros musulmanes occidentales y establecerán vínculos con los yihadistas alrededor del mundo", concluye un estudio de combatientes extranjeros realizado por Daniel Byman y Jeremy Shapiro, de la Brookings Institution. El simple número de combatientes que retornan a sus países ha hecho más difícil su seguimiento. Funcionarios de Estados Unidos dijeron que la inteligencia francesa y las agencias de seguridad efectuaron vigilancia de los hermanos Chérif y Said Kouachi, después que éste retornó de Yemen, en 2011. Pero, en algún momento, las autoridades francesas cesaron el monitoreo para enfocarse en otras amenazas.

Militantes islámicos han ido a pelear en guerras extranjeras desde los tiempos en que los mujaidines viajaron a Afganistán en la década de los 80 para combatir allí al Ejército de la Unión Soviética.

Los expertos en terrorismo señalan que la diferencia actual es la magnitud del flujo y los diferentes motivos por los que hombres musulmanes —y también un creciente número de mujeres y familias— se dirigen a Siria. Jóvenes de Bosnia y Kosovo viajan a Siria por una ganancia financiera, incluyendo los bonos que algunos grupos ofrecen por incorporarse a ellos. Otros, procedentes de Medio Oriente y el norte de África se sienten atraídos por la ideología y por el Califato declarado por el grupo Estado Islámico. Especialistas en contraterrorismo han visto a miembros de bandas de delincuentes de lugares tan lejanos como Suecia que buscan aventura y violencia en esos combates.

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FRUSTRARON TRES PARA ATACAR

En Gran Bretaña, alrededor de la mitad de las entre 500 y 600 personas que se estima viajaron a Siria a participar de actividades vinculadas con el terrorismo, ha retornado a su país, según las autoridades. “En trabajo con nuestros socios, solo en los últimos meses hemos frenado tres planes terroristas en el Reino Unido”, dijo el jefe del servicio de inteligencia británico MI5, Andrew Parker, en un infrecuente discurso público que hizo la semana pasada.

EL RETORNO TEMIDO DE EXTREMISTAS

El temor de que antiguos combatientes lleven a cabo ataques en sus países de origen ha sido intenso desde que Mehdi Nemmouche, un francés musulmán de 29 años, mató a cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas, en mayo de 2014, después que estuvo un año en Siria. Más de 1.000 ciudadanos franceses abandonaron Francia o piensan hacerlo para incorporarse a grupos yihadistas en Irak y Siria, según indicó el Ministerio del Interior de Francia.

ESCALOFRÍO PROVOCADO POR BALAZOS

Resulta bastante difícil obtener armas de fuego en la Unión Europea, en comparación con Estados Unidos y por ello, a la mayoría de los europeos les resulta escalofriante escuchar el eco de los disparos en las calles, particularmente los estallidos de fuego como en el asalto de estilo militar que cometieron los hermanos Chérif y Said Kouachi a Charlie Hebdo, o el fuego de armas automáticas que se escuchó el jueves cuando la Policía de Bélgica hizo el operativo en Verviers.

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EE.UU. identificó a varias docenas que volvieron y están vinculados al terror. Foto: Reuters

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