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Odebrecht en casa y más escándalos de corrupción

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Marcelo: el ex CEO de Odebrecht salió tras dos años preso. Foto: AFP
The president of Brazilian construction giant Odebrecht, Marcelo Odebrecht, arrives at his house in Sao Paulo, Brazil, after being released from prison in the southern city of Curitiba on December 19, 2017. Odebrecht, the construction tycoon at the centre of Brazil's biggest ever corruption scandal, was released from prison to begin house arrest in his luxury Sao Paulo home. Odebrecht, served two and a half years behind bars and still has seven and a half years to serve of his sentence for organizing the systemic bribery of politicians to gain influence and contracts for Odebrecht in Brazil and across Latin America. / AFP / Miguel SCHINCARIOL BRAZIL-CORRUPTION-ODEBRECHT
MIGUEL SCHINCARIOL/AFP

EL AVANCE DEL LAVA JATO EN BRASIL

El grupo admite nuevos sobornos junto a Camargo Corrêa.

El magnate de la construcción Marcelo Odebrecht pasó ayer martes a un régimen de detención domiciliaria tras cumplir dos años y medio de cárcel, en momentos en que surgen nuevas revelaciones sobre el escándalo de corrupción que sacude a toda América Latina.

Odebrecht, de 49 años, fue trasladado ayer por la mañana desde una cárcel de Curitiba hasta un juzgado de esa ciudad, donde se le colocó una tobillera electrónica, antes de partir en una avioneta particular. Por la tarde se instaló en su lujosa residencia de San Pablo.

Apodado "el príncipe", Marcelo Odebrecht dirigió la mayor constructora de América Latina, responsable de obras en todo el mundo, desde el estadio del equipo de la NBA Miami Heat hasta usinas hidroeléctricas en Angola. Es nieto del fundador y tercera generación de presidentes del grupo que formó un conglomerado con actividades en otros sectores, como ingeniería, agricultura y petroquímica.

El derrumbe se inició el 19 de junio de 2015, cuando fue detenido en el marco de la Operación Lava Jato, acusado de pagar sobornos a decenas de políticos para obtener contratos en la estatal Petrobras.

Tras resistir casi dos años a una lluvia de acusaciones, el grupo acordó revelar sus delitos para suavizar las condenas y poder sobrevivir. Las confesiones condujeron a cientos de investigaciones contra ministros, diputados y empresarios de Brasil y de otros países de América Latina. En Perú, la investigación está a punto de provocar la destitución del presidente Pedro Pablo Kuczynksi, y en Ecuador ya llevó a la cárcel al vicepresidente Jorge Glas.

En total, 77 ejecutivos y exejecutivos firmaron un acuerdo de delación premiada y relataron en detalle los engranajes de la corrupción.

Marcelo pudo reducir gracias a esas confesiones a 10 años su condena inicial, de más de 19 años de cárcel. La empresa se comprometió además a pagar una multa de 2.600 millones de dólares a los gobiernos de Brasil, Estados Unidos y Suiza. En San Pablo, Marcelo Odebrecht fue recibido por su esposa Isabela y sus tres hijas.

Las fiestas navideñas, sin embargo, no deben dar lugar a mucho jolgorio en una familia dividida por el escándalo. Según el diario O Globo, el patriarca Emilio Odebrecht fue apenas dos veces a visitar a su hijo en la cárcel. Folha de S. Paulo afirma además que Marcelo también se distanció de su hermana y su madre.

La madeja del gigantesco esquema de corrupción de Odebrecht parece interminable.

El Cade, ente de control de la competencia en Brasil, informó ayer martes que investiga dos presuntas formaciones de cártel en licitaciones de obras de infraestructura y transporte ferroviario en el estado de San Pablo. La pesquisa fue posibilitada gracias a las confesiones de Odebrecht. El Cade había informado el lunes que otra gran constructora, Camargo Corra, confesó haber formado un "club" con al menos otros grupos —entre ellos Odebrecht— para fraguar licitaciones de construcción de líneas de metro en ocho estados brasileños.

Esas prácticas se intensificaron entre 2008 y 2014, con los numerosos proyectos elaborados con vistas al Mundial 2014 de fútbol y a los Juegos Olímpicos de Río en 2016.

Ahora, Odebrecht se plantea el desafío de sobrevivir. En 2015, cuando estalló el escándalo, el grupo mostraba una facturación de 39.111 millones de dólares y tenía una plantilla de 128.426 empleados, que ahora son entre 75.000 y 80.000.

Odebrecht S.A. emprendió un proceso de renovación y anunció que a partir de ahora, el cargo de CEO no será ocupado por miembros de la familia.

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