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Nuevo líder de Cuba, un enigma ante gran desafío

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Cambios: el bailarín cubano de ballet, Sandro Calderón se conecta con internet a través de su teléfono celular. Foto: Reuters

UNA FIGURA DEL RÉGIMEN

Debe revivir la economía y manejar frustraciones del pueblo.

Cuando Cuba y el gobierno de Estados Unidos presidido por Barack Obama decidieron restablecer relaciones diplomáticas después de un estancamiento con recelo de 50 años, todo comenzó a cambiar. Las embajadas reabireron y los estadounidenses llegaron en una corriente constante a la isla. Se levantó la cortina en Cuba, una nación que se quedó frenada en la Guerra Fría.

Pero, permaneció un misterio. Mientras todos conocen al presidente de Cuba, Raúl Castro, su sucesor, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, es casi desconocido. Por tanto, cuando miembros del Congreso de Estados Unidos visitaron Cuba a comienzos de 2015, hicieron numerosas preguntas a Díaz-Canel. ¿Qué pensaba de la revolución que define la política de la isla y su lugar en el escenario mundial?

"Nací en 1960, después de la revolución", le dijo al grupo. "No soy la mejor persona para responder esa pregunta".

Díaz-Canel, quien fue ratificado como presidente cubano el 19 de abril después de la salida de Raúl Castro, ha pasado toda su vida en servicio a una Revolución en la que no combatió. Nació un año después deque las fuerzas lideradas por Fidel Castro tomaron el control de la isla y es la primera persona sin llevar el apellido Castro que dirige Cuba desde mediados del siglo XX.

Su ascenso lento pero seguro por los escalafones burocráticos ha sido impulsado por una lealtad sin tregua a la causa socialista —Rául Castro ha dicho que no es "ni un advenedizo ni un improvisado"— , aunque se ha mantenido en buena medida tras bambalinas.

Ahora, como líder, Díaz-Canel deberá hacer algo de malabarismo. Muchos esperan que sea un presidente de la continuidad, en gran medida porque llega a la sombra de Raúl Castro mientras este seguirá al mando del Partido Comunista de Cuba. Aunque el nuevo presidente también deberá encontrar cómo revivir la economía de la isla en momentos en que el actual líder estadounidense, Donald Trump, ha echado para atrás el deshielo. Además, Díaz-Canel deberá tener la capacidad de manejar las frustraciones de una población cubana impaciente con el ritmo de los cambios en la isla, y hacerlo sin tener el peso de las credenciales revolucionarias del apellido Castro a sus espaldas.

Estas han sido clave para el poder político en Cuba desde 1959. En los años posteriores prácticamente todo el control ha corrido a cargo de algún Castro acompañado de personas leales que combatieron a su lado en la revolución.

Resultó que la oposición más efectiva a los hermanos Castro fue el tiempo.

Raúl Castro heredó el poder de manos de Fidel en 2006; este falleció una década después a los 90 años. Raúl puso en marcha las reformas más ambiciosas en décadas y después orquestó otra: pasarle la batuta a una nueva generación.

El elegido.

Después de abrir la economía a la inversión privada y al emprendedurismo, de aliviar las restricciones de viaje hacia y fuera de Cuba y de restablecer los lazos con el gran enemigo cubano, Raúl Castro seleccionó a Díaz-Canel para suplirlo.

Pese a esfuerzos recientes de volverlo una figura más conocida, Díaz-Canel sigue siendo una incógnita tanto en casa como fuera. En 2012, lideró la delegación cubana para loss Juegos Olímpicos de Londres y acompaño a Raúl Castro a una conferencia internacional en Brasil. Pese a ello "es alguien que ha estado muy poco expuesto a figuras políticas o culturales de Estados Unidos", dijo Daniel Erikson, exfuncionario del Departamento de Estado estadounidense. "Sencillamente no es una figura conocida en Estados Unidos y, francamente, tampoco es tan conocido en el resto de América Latina".

Desde que Díaz-Canel fue nombrado primer vicepresidente en 2013, los cubanos y quienes estudian la política cubana han buscado averiguar más sobre él, revisando sus antecedentes como líder del partido en las provincias de Villa Clara y de Holguín y como ministro de Educación Superior para encontrar pistas sobre cómo será su presidencia.

En cada uno de esos puestos, según quienes lo conocían en su momento, Díaz-Canel ha sido un líder efectivo aunque silencioso, en ocasiones con tendencias progresistas. Muchos lo describieron como alguien que sabe escuchar; otros lo calificaron como accesible y libre de la rigidez o la lejanía de otros líderes partidistas.

También ha sido un defensor implacable de la Revolución y de los principios y políticas que esta ha conllevado.

Se han compartido anécdotas que dan cuenta de sus cualidades de hombre común: como que iba en bicicleta al trabajo en vez de usar un vehículo oficial cuando había escasez de nafta, defendió los derechos de un club para gays en Santa Clara ante protestas y escuchó con paciencia a los académicos quejarse —en ocasiones de él—cuando era ministro de Educación Superior.

Hace poco, fue uno de los principales impulsores de la conectividad de internet en Cuba con el argumento de que la nación no debía cerrarse al mundo exterior. Aunque se mantiene en la línea partidista, quienes lo conocen dicen que no se adhiere a la creencia de que Cuba puede evitar la modernización requerida para participar en la economía global.

Díaz-Canel es visto como alguien dispuesto a escuchar las ideas de otros, pero cuando era joven encabezó una campaña para acallar a estudiantes.

Estrella.

Díaz-Canel creció en la provincia central de Villa Clara, situada a unas tres horas de La Habana; es hijo de una maestra y de un obrero. Estudió ingeniería eléctrica en la Universidad Central de Las Villas, donde mantuvo una vida política activa. Desde joven fue considerado una estrella en ascenso del Partido Comunista de Cuba. Se sumó a la Unión de Jóvenes Comunistas, en las que destacó. Después trabajó como guardia de seguridad de Raúl Castro. Según un amigo de ese entonces, eso le permitió mostrar su lealtad a la causa y acercó a Díaz-Canel tanto a Raúl como a Fidel Castro. Estuvo tres años en el Ejército, clave del poder en el país, y continuó su ascenso en el partido.

Juan Almeida, de 52 años, señala que el nuevo presidente se junta con la clase intelectual, va a conciertos y es cercano a los jóvenes.

Guillermo Fariñas, disidente reconocido y psicólogo, que creció con Díaz-Canel en Santa Clara, señala la dualidad de este. Era accesible, amigable y moderno; se reunía con los locales, jugaba al básquetbol con los jóvenes y escuchaba rock. Al mismo tiempo, era un defensor incansable del comunismo y de la Revolución, dispuesto a silenciar a cualquier crítico. "Era muy activo, muy militante y muy incondicional respecto a su lealtad al régimen", sostuvo.

Tiene lealtad al régimen, pero es sagaz para actuar

Guillermo Fariñas, notorio opositor al régimen comunista, recuerda que una noche cuando estaba hospitalizado para recuperarse de una huelga de hambre, hubo un apagón. A eso de las tres de la mañana, Miguel Díaz-Canel, primer secretario comunista en Santa Clara, visitó todas las habitaciones. Cuando iba a entrar a la habitación de Fariña, le advirtieron que era un disidente. "¡Claro que voy a entrar", afirmó Díaz-Canel. Le dio la mano a Fariñas y dijo: "No hablemos de política". Los dos conversaron un rato. "Mi impresión es que lo que hizo fue hacer política", estimó Fariñas.

También recordó que después de la graduación, Díaz-Canel fue profesor y funcionario partidista en la universidad. "Intentó convencer a la gente de que si no eras un verdadero comunista, tenías que ser sancionado", dijo Fariñas.

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