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Fueron al Mundial, se quedaron y ahora Rusia los expulsará

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Miles de africanos llegaron a Rusia para el Mundial. Foto: Archivo

HINCHAS

Ingresaron con una visa especial para los aficionados al fútbol.

En el apartamento de las afueras de Moscú en el que vive, Lamin tiene algo de ropa y la biblia que trajo cuando llegó a Rusia, como miles de africanos, aprovechando un visado temporal para la Copa del Mundo de Fútbol.

Han pasado casi ocho meses desde el final del Mundial y este gambiano de 23 años vive en un apartamento de dos ambientes con otras nueve personas, incluido el bebé de unas semanas de una pareja de congoleños.

Lamin llegó con un “Fan ID”, un documento de identificación que eximía de visado a los aficionados.

La mayoría de las personas que entraron con él llegaban para ver los partidos pero otras tenían la intención de buscar trabajo. Algunos querían pedir asilo político o usar Rusia como trampolín para llegar a Europa.

Unas esperanzas truncadas. El ministerio del Interior ruso se propone expulsarlos.

Lamin (nombre ficticio) dice haber huido por un conflicto familiar en Gambia y asegura que su vida peligra.

“Me sentía perdido y no tenía ningún sitio adonde ir”, cuenta a la AFP.

Este antiguo estudiante de gestión contó con la ayuda de un inmigrante de Liberia que compartió con él la comida y le encontró vivienda.

Su amigo fue expulsado en febrero tras una redada policial porque no tenía la documentación en regla y Lamin teme correr la misma suerte.

Con la ayuda del comité de asistencia cívica, una organización que trabaja con los refugiados, presentó una solicitud de asilo. En 2017 Rusia solo se lo concedió a 33 personas, según cifras oficiales.

El “Fan ID” era inicialmente válido durante el Mundial pero el presidente Vladimir Putin lo prolongó hasta finales de 2018. Según el ministerio del Interior, casi 12.000 permanecieron ilegalmente en el país fuera de ese plazo. En febrero quedaban 5.500.

“Una vez aquí, se ven bloqueados. No quieren volver a su país pero tampoco pueden avanzar”, explica el responsable de un centro de inmigrantes en Moscú, que prefiere el anonimato por miedo a represalias. “La mayoría no hablan ruso y, así, las posibilidades de encontrar trabajo son muy escasas”.

Es el caso de Salomon, de 31 años. “En Nigeria no hay trabajo, el clima político es malo”, explica este ingeniero. “Solo me quiero quedar por un tiempo para trabajar y ganar suficiente dinero para irme a otro sitio”.

Otros inmigrantes fueron víctimas de redes de prostitución, como Victoria, de 22 años. Llegó de Nigeria para el Mundial y un conocido le aconsejó que se quedara a estudiar en Rusia.

Una mujer fue a buscarla al aeropuerto y se la llevó a un apartamento donde le dijo que se desnudara.

Durante meses la obligaron a prostituirse, hasta que ella consiguió contactar con la oenegé Alternativa y huyó. La organización le ayudó a obtener un permiso de residencia hasta el verano y consiguió trabajo en una zapatería. Se quiere quedar en Rusia.

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