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Mirtha vs. Cristina: el duelo verbal

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Mirtha Legrand se equivocó al usar la palabra "dictadora" para calificar a la presidenta argentina, pero el kirchnerismo se equivoca al considerarla democrática.

La popular actriz y conductora de televisión, habría sido más certera y dejado menos flancos, si hubiera calificado a Cristina Kirchner de autoritaria. Un mandatario, o sea un jefe de Estado que cumple con el "mandato" conferido por el "soberano", que es la sociedad que lo eligió, no actúa como un violador serial de los límites constitucionales al poder del gobernante. Y está claro que Cristina es una violadora serial de esos resguardos institucionales. Ergo, no gobierna como una mandataria democrática, sino como una "soberana" que se sitúa por encima de las leyes y las instituciones.

En esto no hay subjetividad, sino una larga lista de acciones, como dictámenes de la Corte Suprema que el Poder Ejecutivo nunca acató; el uso abusivo de la cadena nacional para hacer campaña política y para atacar a críticos y opositores; la obstrucción de la Justicia y muchas actitudes más que trazan el perfil de un liderazgo autoritario.

Legrand no eligió la palabra correcta y ofreció otro flanco al contraataque kirchnerista: su pasado de respaldo público a dictaduras militares.

No obstante, sus contraatacantes también eligieron mal la respuesta y agregaron decisiones que evidencian la intolerancia y el sectarismo que actúan como combustible del oficialismo. Pudieron decir, en todo caso, que Cristina es equiparable a Cincinatto, aquel hombre lúcido, valiente y justo al que la antigua Roma confirió el cargo de "dictador", cuando estaba sitiada por ejércitos de los ecuos y los volscos. Pudieron justificar el autoritarismo de la presidenta señalando que los fondos buitres, los "medios hegemónicos" y "la derecha anti-patria" son los equivalentes actuales a las acechanzas que justificaban, en la antigua Roma, la elección de un "dictador".

En lugar de eso, hablaron de Cristina como si fuera una versión actualizada de Arturo Ilia y atacaron a Mirtha Legrand con saña y alevosía.

La decisión de impulsar en el Congreso de la Nación una moción de repudio contra la popular actriz, sólo por haber expresado una opinión crítica, lo que hace es poner en evidencia un espíritu intolerante y censurador que no caracteriza, precisamente, a los mandatarios demócratas sino a los liderazgos autoritarios.

LA BITÁCORA

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