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Miles de franceses salieron a las calles de París en rechazo del pasaporte sanitario

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Protesta contra la legislación francesa que hace obligatorio un pase COVID-19 para visitar un café, subir a un avión o viajar en un tren interurbano. Foto: AFP.

PROTESTAS

Amplia mayoría aprueba las medidas impulsadas por la pandemia de COVID-19 por el presidente Emmanuel Macron.

Por tercer sábado consecutivo, miles de personas protestaron en Francia contra las medidas adoptadas por el presidente, Emmanuel Macron, para contener la nueva ola de la pandemia del COVID-19, y reunieron a un mayor número de manifestantes que las dos convocatorias anteriores.

El Ministerio del Interior informó que más de 204.000 personas se manifestaron en el país, frente a las 161.000 de la semana anterior o las 110.000 del pasado día 17.

Las encuestas indican que la amplia mayoría de los franceses aprueban las medidas impulsadas por el presidente Macron.

Las manifestaciones se extendieron por numerosas ciudades, pero fue de nuevo en París donde fueron más numerosas, con unas 15.000 personas, y también más tensas, puesto que provocaron algunos roces con las fuerzas del orden.

Las autoridades temían que se repitieran una vez más escenas de violencia en las calles de la capital, lo que motivó un despliegue de 3.000 agentes encargados de evitarlo.

En París confluyeron cuatro convocatorias diferentes, símbolo de lo heterogéneo de las reivindicaciones, que van desde movimientos contrarios a la vacunación hasta quienes se oponen a las medidas de Macron.

Estos últimos están siendo canalizados por el ultraderechista Florian Philippot, antigua mano derecha de Marine Le Pen, excluido de su partido y que ha encontrado en esta causa un trampolín de renacimiento político.

Al frente de un movimiento llamado Los Patriotas, el ex diputado europeo considera “liberticida” el certificado sanitario y dictatorial obligar al personal hospitalario a vacunarse.

Philippot se distanció de Le Pen por propugnar la salida de Francia del euro, objetivo que la principal líder de la extrema derecha del país ha abandonado en su programa.

Pero a través de Twitter aseguró que las manifestaciones deben hacer que el Gobierno rectifique, al igual que el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que consideró el certificado sanitario una “mala idea”.

Choques.

La de Philippot no fue la convocatoria más numerosa de la capital, ni tampoco la que mereció más atención de las autoridades, pendientes de una manifestación con final en la plaza de la Bastilla, que supuso choques con las fuerzas del orden en el momento de la dispersión. La policía utilizó gases lacrimógenos y un cañón de agua para desalojar la plaza. Tres agentes resultaron heridos cuando intentaron que elementos violentos abandonaran el recorrido autorizado y recibieron el lanzamiento de objetos.

Preocupaba especialmente que las manifestaciones pudieran llegar a los Campos Elíseos, un barrio blindado por la policía que quería evitar las simbólicas escenas de violencia en esa avenida que durante meses fue el punto de mira de los llamados “chalecos amarillos”.

Las protestas prosiguen en todo el país mientras el Ejecutivo mantiene su plan de contención de la nueva ola, basada en dos ejes, la imposición del certificado sanitario para el acceso a la mayor parte de los lugares públicos y la obligación de vacunarse al personal clínico.

Protesta contra la legislación francesa que hace obligatorio un pase COVID-19 para visitar un café, subir a un avión o viajar en un tren interurbano. Foto: AFP.
Protesta contra la legislación francesa que hace obligatorio un pase COVID-19 para visitar un café, subir a un avión o viajar en un tren interurbano. Foto: AFP.

Adoptadas por el Legislativo el pasado lunes, estas medidas deben ser revisadas el próximo jueves por el Consejo Constitucional, antes de entrar en vigor el próximo viernes 9.

El pase sanitario es obligatorio desde hace unos días para acceder a los centros culturales, pero el Gobierno pretende extenderlo a lugares de ocio, como bares y restaurantes, además de a los transportes de largo recorrido.

El certificado sanitario exige estar inmunizado por vacuna o tener un test negativo reciente.

En cuanto a la vacunación de los funcionarios de la salud, un tercio de ellos todavía no han recibido la pauta completa, lo que genera preocupación en el Ejecutivo, porque están en contacto estrecho con los pacientes.

Confinan.

Del otro lado del mundo, en Australia, las autoridades anunciaron ayer sábado el confinamiento inmediato para los próximos tres días de Brisbane, la tercera ciudad más poblada del país, y otras partes del estado de Queensland para frenar un brote de COVID-19, con siete contagios de la variante Delta detectados.

El viceprimer ministro de Queensland, Steven Miles, anunció en declaraciones recogidas por la televisión ABC que “la única manera de ganar a la variante Delta es moverse deprisa, ser rápido y ser fuerte”.

Con las nuevas medidas, las más estrictas tomadas por la ciudad desde el inicio de la pandemia, los ciudadanos solo podrán salir para actividades esenciales como hacer la compra y practicar ejercicio físico.

La decisión de bloquear Brisbane se produce mientras las autoridades tratan de frenar el brote que afecta a Sídney y sus alrededores, sometidos a un confinamiento desde el 26 de junio hasta el 27 de agosto.

La capital de Nueva Gales del Sur está acordonada y sometida a un fuerte despliegue de un millar de policías para impedir la celebración de una manifestación no autorizada contra las restricciones impuestas.

Las autoridades del estado de Nueva Gales del Sur anunciaron hoy la detección de 210 nuevos casos positivos, lo que lleva el número de contagios en el actual rebrote a 3.190, la mayoría de ellos en Sídney.

Australia, con 34.000 infecciones y 924 decesos desde el inicio de la pandemia, intenta acelerar su programa de vacunación, que ha administrado la pauta completa a un 17 por ciento de la población mayor de 16 años y prevé terminar para la Navidad, dos meses después de lo previsto.

Piden prioridad a países pobres

Los líderes de la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Comercio, Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial pidieron a los productores de vacunas que prioricen las entregas a países pobres. “Reiteramos la urgencia de suministrar acceso a las vacunas, los tests y los tratamientos a los países en desarrollo”, indicaron. “En lo referente a vacunas, una limitación clave es la aguda y alarmante escasez en el suministro de dosis a países de ingresos bajos y medio-bajos, especialmente en lo que resta de 2021”.

Denunciaron que menos del 5% de las dosis adquiridas fueron entregadas a naciones pobres.

Se administraron más de 4.000 millones de dosis de vacunas en el mundo, según un recuento de la AFP. En los países de altos ingresos se inyectaron 98,2 dosis por cada 100 habitantes. En cambio, en los 29 países con menos ingresos del mundo, solo se administraron 1,6 dosis por cada 100 personas.

Vacuna, vacunación, dosis. Foto: Leonardo Mainé.
Vacuna, vacunación, dosis. Foto: Leonardo Mainé.

Estudios deficientes exacerban la desinformación

Estudios científicos con metodología deficiente y conclusiones inexactas exacerban la crisis de desinformación sobre el COVID-19, que desalienta la vacunación y pone vidas en peligro.

El intenso interés público por la pandemia y el divisivo debate en Estados Unidos sobre cómo abordarla facilitan la difusión de trabajos de investigación incorrectos en internet que proveen supuestos argumentos a los opositores a la vacuna. Cuando el investigador de un estudio luego se retracta, ya es demasiado tarde.

“Una vez que el artículo se publica, el daño es irrevocable”, dijo Emerson Brooking, investigador principal residente del Laboratorio de Investigación Digital Forense del Atlantic Council, que se especializa en la identificación y exposición de la desinformación.

Las publicaciones científicas erróneas “han echado leña al fuego para los escépticos del COVID-19 y los teóricos de la conspiración. Con frecuencia son objeto de una actividad viral en internet. Sus conclusiones se filtran además a través de artículos provocadores y engañosos de sitios web marginales”, dijo Brooking a la AFP.

Por ejemplo, revista médica Vaccines publicó un artículo revisado por pares a finales de junio titulado “La seguridad de las vacunas COVID-19: deberíamos repensar la política”. Se concluía que las inyecciones causaban la muerte de dos personas por cada tres que se salvaban. Este supuesto hallazgo se difundió en las redes sociales. Un tuit sobre este artículo de Robert Malone, un científico crítico de la vacuna, obtuvo miles de retuits. Un video de la experta conservadora Liz Wheeler, quien dijo que el estudio “los dejará boquiabiertos”, ha sido visto más de 250.000 veces en Facebook.

Pero la revista Vaccines se retractó del artículo porque contenía “varios errores que afectan fundamentalmente la interpretación de los hallazgos”.

Al menos cuatro miembros de la junta de Vaccines dimitieron como resultado de la publicación de ese estudio. (Con información de AFP)

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