Su compañía podría aliviar tensiones en la interna republicana.
El gobernador Mike Pence, un conservador que se convertiría en el candidato a vicepresidente de Donald Trump según los pronósticos, aportaría su experiencia de Washington y una cortesía más que útil a la campaña a veces incendiaria del multimillonario camino a la Casa Blanca.
Gobernador de Indiana (norte) desde enero de 2013, este abogado y exanimador de radio que es un buen comunicador, conoce las entrañas de Washington por haber sido miembro de la Cámara de Representantes desde 2001 hasta 2013 y presidente de la Conferencia Republicana (número 3 del partido) entre 2009 y 2011.
Disciplinado, relativamente discreto, Pence era el favorito de los hijos de Trump —muy influyentes en la campaña de su padre— frente a las personalidades fuertes y más imprevisibles del gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, y el expresidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich.
Estos tres políticos integraban la lista final de Trump, que tenía previsto formularlo hoy, pero por el ataque de Niza, finalmente lo postergoó.
El actual presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, que no se lleva bien con Trump, considera a Mike Pence como un amigo.
Sus conexiones podrían ayudar al polémico magnate a bajar las tensiones con un partido que sigue incómodo con el candidato y a recaudar más dinero para su campaña.
Y su personalidad, moldeada por su fe cristiana, garantiza no hacer sombra al multimillonario, que valora sobre todo la lealtad de quienes lo rodean. Está en contra del matrimonio gay y refugiados.
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