Apoya disciplina fiscal y promueve agenda social conservadora.
Donald Trump, eligió como su candidato a vicepresidente al gobernador de Indiana, Mike Pence, un conservador clásico que puede ayudarle a reconciliarse con el núcleo tradicional del partido.
Pence, de 57 años, congresista por Indiana entre 2001 y 2013, guarda buenas conexiones de ese periodo en Washington, donde batalló por la disciplina fiscal, un Gobierno federal con menos peso, una política de defensa fuerte y una agenda social rigurosamente conservadora.
Es visto como una "opción de consenso" que puede hacer "digerible" a Trump no solo entre la elite del partido sino también para el votante ultraconservador y el poderoso sector evangélico. Estos grupos, con frecuencia entrelazados, nunca han confiado en que Trump sea un auténtico conservador: en el pasado apoyó a demócratas, se mostró abierto en temas divisores como el aborto y está en su tercer matrimonio.
Al contrario, Pence lleva casado 31 años con su esposa, Karen, tiene tres hijos y no se le conoce ningún escándalo personal. Además, su legado de conservadurismo social es impecable. En la Cámara de Representantes lideró el tipo de batallas que exaltan a ese sector y, como gobernador, firmó una ley criticada por permitir la negación de servicios a homosexuales en base a motivos religiosos y otra que prohíbe abortar por la discapacidad, raza o género del feto.
Su política económica sigue al pie de la letra la doctrina clásica republicana: aprobó la mayor rebaja de impuestos de la historia de Indiana, impulsó rebajas fiscales a las corporaciones para atraer la inversión y aplica estricta disciplina fiscal.
Económico es también su mayor punto de fricción con Trump: como congresista votó a favor de todos los tratados de libre comercio que se propusieron y apoyó en varias ocasiones liberalizar más el comercio con China, una política que el magnate rechaza frontalmente por considerarla responsable de la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo en Estados Unidos.
CANDIDATO A VICE