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Mesías de sangre

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No está claro que las masacres del “viernes negro” hayan sido planificadas y sincronizadas desde un comando central. Aunque haya vínculos entre los perpetradores, en cada uno de los países golpeados había un conflicto propio.

En Túnez, el salafismo ligado a Al Qaeda volvió a masacrar turistas, golpeando la principal fuente de ingresos del país (el turismo), para tumbar al gobierno encabezado por el partido laico Nida Tunis, frustrando sus reformas democráticas y seculares. En Somalia, la milicia Al Shabab, de laxos vínculos con el grupo nor-nigeriano Boko Haram y con Al Qaeda Yemen, asestó su más duro golpe al ejército pan-africano que intenta sostener al escuálido gobierno con sede en Mogadiscio. En Kuwait, habría debutado o bien un brazo de Al Qaeda o bien un brazo de EI, porque la masacre se produjo en una mezquita chiíta y tanto la organización que creó Bin Laden como su monstruoso desprendimiento profesan una versión extrema de “wahabismo”, para la cual el chiísmo es una herejía que debe ser extirpada del mundo árabe. Si en el mismo día hubo masacres en Siria, es porque hay una guerra civil que produce al menos un par de matanzas de ese tipo por mes. Y en el caso de la decapitación y el intento de atentado en una planta de gas de Lyon, más allá de que Francia tenga su ejército combatiendo a milicias islamistas en Mali y en la República Centroafricana, implica para Europa un mensaje atroz: si hasta ahora el EI mostró una gran capacidad de reclutar jóvenes europeos para ir a luchar a Medio Oriente, ha comenzado la fase en la que recluta europeos para actúen en sus propios países, como el lunático que decapitó en Lyon. Lo que está claro es que la ola de masacres producidas al mismo tiempo en tres continentes, denuncia la hipocresía de los países árabes sunitas que aunaron esfuerzos para combatir una milicia chiíta en Yemen, mientras EI, Al Qaeda, Al Shabab y el salafismo magrebí actúan sin que los grandes estados musulmanes los enfrenten conjuntamente. EI está perpetrando un genocidio que busca extirpar a los chiítas, kurdos, caldeos, asirios, siriacos y jazidis para que a las tierras del profeta solo habiten los árabes sunitas. Y mientras exhibe los procedimientos más crueles de esta limpieza étnica, Arabia Saudita y las demás monarquías del Golfo, junto con egipcios y jordanos, bombardean a la milicia chiíta yemení que, además de luchar contra el régimen de ese país, combate a Al Qaeda Yemen. ¿Cómo explicar que se priorice aplastar a una milicia chiíta yemení, en lugar de sumar y coordinar esfuerzos militares de la región para detener el proceso de exterminio étnico en marcha?

LA BITÁCORA

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Claudio Fantini

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