ALEMANIA
La canciller alemana ha pedido reiteradamente “paciencia” a sus conciudadanos, ante una situación “anómala en democracia”.
La crisis del coronavirus ha relanzado a la canciller de Alemania, Angela Merkel, ante sus compatriotas, que ven en su líder una suerte de escudo protector pese al aumento de contagios y sus efectos económicos.
Nunca en tiempos de paz el ciudadano alemán tuvo que asimilar recortes en su libertad de movimientos, contactos personales, vida familiar o ejercicio de su profesión como los actuales. Merkel ha pedido reiteradamente “paciencia” a sus conciudadanos, ante una situación “anómala en democracia”.
En paralelo ha articulado un plan de choque sin precedentes, a modo de paraguas tanto para la gran industria como el autónomo, el pequeño comerciante o el ciudadano corriente. De pronto, Alemania abandonó el dogma del déficit cero.
La mayoría entre sus 82 millones de compatriotas secunda a una líder a la que, cuando estalló la pandemia, se percibía en retirada -su plan es dejar el poder tras las elecciones previstas para 2021-.
Ha sido un liderazgo no presencial, ya que durante catorce días -hasta el viernes, que regresó a la Cancillería- practicó el teletrabajo, por haber estado en contacto con un médico contagiado.
El viernes recuperó el formato de videomensaje para pedir de nuevo paciencia a sus compatriotas. En las dos semanas álgidas pasadas, solo se había dirigido al ciudadano y los medios a través de mensajes grabados o declaraciones telefónicas, en condiciones de precariedad técnica hasta insólita en lo que se espera de la potencia europea.
Su valoración como líder se ha disparado; el ciudadano ha encajado positivamente las restricciones acordadas entre la canciller y los poderes regionales, encargados de ejecutarlas.
Un 93 % acepta las restricciones a los contactos personales vigentes desde el 22 de marzo, según un sondeo de la televisión pública ARD. (Con información de EFE)