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May zafa de otra censura y va por su Plan B para el Brexit

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May descartó un nuevo referéndum y adelantar las elecciones. Foto: Reuters

El empedrado camino del Brexit

La primera ministra pretende acordar con la oposición antes del lunes

May descartó un nuevo referéndum y adelantar las elecciones. Foto: Reuters
May descartó un nuevo referéndum y adelantar las elecciones. Foto: Reuters

El gobierno británico de Theresa May sobrevivió ayer miércoles a una moción de censura presentada por la oposición laborista, un día después de la aplastante derrota de su acuerdo para el Brexit. Sin embargo, el caos político en el Reino Unido está lejos de solucionarse a tan solo 72 días de la salida prevista de la Unión Europea (UE) el próximo 29 de marzo.

Por 325 votos en contra y 306 a favor, los diputados rechazaron la moción presentada por el líder laborista Jeremy Corbyn, en un intento por precipitar la convocatoria de elecciones legislativas y la caída del gobierno de May.

El martes, May había sufrido el peor revés parlamentario infligido a un gobierno británico en la historia reciente del país: 432 diputados —entre ellos 118 de su propio Partido Conservador— votaron contra su acuerdo de Brexit, que solo logró 202 apoyos.

Sin embargo, ayer miércoles tanto los rebeldes conservadores como el pequeño partido unionista norirlandés DUP, de cuyos 10 diputados depende la estrecha mayoría parlamentaria que tiene la primer ministra May, dejaron claro que no quieren poner el gobierno y la negociación del Brexit en manos de los laboristas.

Reforzada, al menos de momento, por la evidencia de que sus propios diputados rebeldes la quieren en la ardua tarea de sacar al país de la UE, May volverá el lunes al parlamento con un plan B.

Antes se dispone a dialogar con los líderes de la oposición. "Me gustaría invitar a los líderes de los grupos parlamentarios a reunirse conmigo individualmente", dijo tras ganar la moción de censura.

"Voy a escuchar los puntos de vista de la cámara, a entender los puntos de vista de los parlamentarios para identificar qué podría tener el apoyo de la cámara y cumplir con el referéndum" que en 2016 decidió el Brexit, dijo May antes de que comenzara el debate.

Pero May está encontrando poco ambiente para dialogar. "Westminster está en caos", lanzó el diputado nacionalista escocés Ian Blackford. "El plan B será el plan A pero servido con otra salsa", dijo, instando a May a pedir a UE que retrase la fecha del Brexit y que se convoque a un segundo referéndum.

En una carta publicada ayer miércoles, más de 70 diputados laboristas defendieron también la organización de esta segunda consulta popular.

Gobierno zombi.

El laborista Corbyn aspira a llegar al gobierno para renegociar con la UE un acuerdo de salida que forje una "nueva y amplia unión aduanera", que asegure una relación estrecha con el mercado único y proteja los estándares europeos en cuanto a empleo y medio ambiente.

Corbyn acusó ayer a May de estar al frente de un "gobierno zombi".

Los "tories" euroescépticos desean asimismo reabrir las negociaciones con Bruselas, pero su plan pasa, en cambio, porque May pida a la UE que retire del actual acuerdo la cláusula de salvaguarda para Irlanda del Norte.

Argumentan que ese mecanismo, diseñado para evitar una frontera entre las dos Irlandas, puede dejar al Reino Unido atado a las estructuras comunitarias mientras no se defina la futura relación comercial entre el Reino Unido y la UE, lo que puede tardar años.

Un portavoz de Downing Street, despacho oficial de May, puntualizó que una de las líneas rojas que el Ejecutivo no está dispuesto a negociar es la pertenencia a una unión aduanera comunitaria.

"Los principios que nos gobiernan al iniciar este diálogo es que queremos poder hacer nuestros propios tratados comerciales (con terceros países), y eso es incompatible con una unión aduanera", indico ese portavoz.

Durante el debate sobre la moción de censura laborista, May argumentó asimismo en contra de unas elecciones y de un nuevo referéndum. En su opinión, ambas opciones la alejarían del objetivo de cumplir con el resultado de la consulta de junio de 2016, en la que el 52% de los británicos optaron por abandonar la UE.

La primera ministra descartó también pedirle a Bruselas una prórroga, pero advirtió de que esa opción solo sería aceptada si el bloque comunitario considera que Londres cuenta con un plan con posibilidades de ser ratificado.

Diputada embarazada pide voto electrónico

La diputada laborista Tulip Siddiq, quien tuvo que retrasar la cesárea que tenía programada el martes por ir a votar el acuerdo del Brexit, pidió ayer miércoles que se actualice "cuanto antes" el sistema de votación. La Cámara de los Comunes carece de un sistema de votación electrónico —no cuenta siquiera con asientos suficientes para los 650 diputados— y el procedimiento para votar pasa por que los parlamentarios salgan de la Cámara y se adentren por dos pasillos, el del "sí" (derecha) y el del "no" (izquierda). Una práctica que obligó a Siddiq a tener que adentrarse en el pasillo en silla de ruedas.

Partidos de oposición "imploran" al líder laborista otro referéndum

Líderes de cuatro partidos de la oposición en el Reino Unido divulgaron ayer miércoles una carta conjunta dirigida al máximo responsable del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, en la que le "imploran" que respalde un nuevo referéndum sobre el Brexit.

"Creemos que el único camino hacia adelante es convocar un voto popular sobre el acuerdo final" del Brexit, indica la misiva, firmada por los líderes en Westminster del Partido Nacionalista Escocés (SNP), el Partido Verde, el Partido Liberal Demócrata y el nacionalista galés Plaid Cymru.

Corbyn ha mantenido hasta ahora que su primer objetivo es forzar unas elecciones generales, y solo si esa opción falla se planteará defender un nuevo plebiscito.

Los cuatro líderes de la oposición subrayan en su carta a Corbyn que el Partido Laborista, en su último congreso, aprobó una moción que prevé evaluar un nuevo referéndum sobre el Brexit.

"Una mujer jodidamente difícil" y muy obstinada
Theresa May. Foto: Pixabay

Anna CUENCA, AFP

Fiel a su reputación de obstinada y perseverante, la primera ministra británica Theresa May sigue luchando por ser quien saque a Reino Unido de la UE.

Según Simon Usherwood, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Surrey, podría permanecer en el cargo hasta que logre la ardua misión del Brexit. Después, los diputados rebeldes conservadores "sentirán que es el momento en que pueden sacar a May, culparla por las concesiones para alcanzar un acuerdo y afirmar que se necesita un nuevo líder para la próxima fase", estima.

May llegó al poder en las caóticas semanas posteriores al referéndum de junio de 2016, en que los británicos votaron por salir de la UE, lo que provocó la dimisión del primer ministro conservador David Cameron, de quien había sido ministra del Interior durante seis años.

Pese a ser euroescéptica, se había pronunciado a favor de la permanencia en la UE, pero se implicó poco en la campaña y lo hizo insistiendo en la necesidad de limitar la inmigración, el tema favorito de los partidarios del Brexit.

Solo un año después de llegar a Downing Street, convocó unas catastróficas elecciones legislativas anticipadas destinadas a fortalecer su posición en las que, sin embargo, acabó perdiendo la mayoría absoluta y quedó dependiente del apoyo del pequeño partido unionista norirlandés DUP para poder gobernar.

Desde entonces innumerables ataques de todos los bandos la han hecho tambalearse. Varios de sus ministros la fueron abandonando, entre ellos el jefe de la diplomacia Boris Johnson, que se convirtió en uno de sus más acérrimos rivales.

Pero hasta ahora, May siempre sobrevivió. Y siguió adelante "a base de estoicismo y perseverancia", señala Iain Begg, profesor de Ciencias Políticas en la London School of Economics. Y también porque nadie quiere cargar con su ingrata misión, agrega Usherwood.

Theresa Brasier —su nombre de soltera— nació el 1 de octubre de 1956 en Eastbourne, ciudad costera del sureste de Reino Unido.

Dio sus primeros pasos en política en 1986, año en que fue elegida concejala del distrito londinense de Merton antes de convertirse en diputada en 1997. La propia May se describió una vez como "una mujer jodidamente difícil".

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