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Llueven las críticas a Bolsonaro, pero sin impeachment por el momento

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El presidente Bolsonaro saluda a partidarios. Foto: AFP
Brazilian President Jair Bolsonaro waves to supporters during a demonstration to support him, amidst Brazil's Independence Day, in Brasilia on September 7, 2021. - Fighting record-low poll numbers, a weakening economy and a judiciary he says is stacked against him, President Jair Bolsonaro has called huge rallies for Brazilian independence day Tuesday, seeking to fire up his far-right base. (Photo by Sergio Lima / AFP)
SERGIO LIMA/AFP

EL CLIMA POLÍTICO EN BRASIL

La apertura de un proceso de impeachment contra el mandatario debe ser autorizada por el presidente de la Cámara de los Diputados, Arthur Lira.

Ayer hacían cola en Brasil para cuestionar al presidente Jair Bolsonaro, por su prédica contra el Poder Judicial y el Congreso en los actos del martes durante el día de la Independencia.

Por ejemplo, Luiz Fux, presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), acusó a Bolsonaro de “despreciar” las resoluciones de los jueces, lo que constituye “un atentado a la democracia” y un “crimen de responsabilidad” a ser analizado por el Congreso.

La apertura de un proceso de impeachment contra el mandatario debe ser autorizada por el presidente de la Cámara de los Diputados, Arthur Lira.

Sin embargo, Lira emitió un mensaje de “pacificación” entre los poderes y no mencionó la posibilidad de un juicio político. “El único compromiso inaplazable e incuestionable que tenemos en nuestro calendario está fijado para el 3 de octubre de 2022”, dijo, en referencia a las elecciones presidenciales.

Lira censuró la insistencia de Bolsonaro en criticar el sistema de voto electrónico que Brasil adoptó en 1996 y que desde entonces no ha sido objeto de ninguna denuncia de fraude.

Bolsonaro, quien propuso al Congreso un proyecto para la adopción en paralelo del voto en papeletas, ya rechazado por los diputados, dijo este martes que las presidenciales de 2022 serán, de ese modo, una “farsa”.

El presidente anunció el martes, durante un acto en San Pablo, que rechazará las decisiones del juez del STF Alexandre de Moraes, quien abrió contra él una investigación por difundir noticias falsas.

“Este Supremo Tribunal Federal nunca aceptará amenazas a su independencia ni intimidaciones al ejercicio regular de sus funciones. Nadie cerrará esta Corte. Nos mantendremos en pie, con sudor y perseverancia”, agregó Fux.

Por su lado, el procurador general, Augusto Aras, destacó las manifestaciones del martes como un “ejemplo de una sociedad plural y abierta”, pero rechazó los ataques al orden constitucional citando una referencia a la carta magna de Ulysses Guimaraes, un destacado opositor a la dictadura: “Disentir, sí. Incumplir, jamás. Afrontarla, nunca”.

El presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, también condenó el “autoritarismo” y los “ímpetus antidemocráticos” de Bolsonaro. Sin citar al mandatario, Pacheco señaló que Brasil atraviesa una “crisis real”, que es un “punto común” a todos los brasileños.

“La solución no está en el autoritarismo. No está en los ímpetus antidemocráticos, no está en cuestionar la democracia”, dijo Pacheco.

En las marchas del martes, Bolsonaro no logró la marea a su favor que él mismo preveía reunir para conmemorar el Día de la Independencia, aunque en Brasilia y San Pablo reunió a decenas de miles de seguidores en las calles.

“A pesar de su aislamiento, el presidente ha demostrado que todavía es capaz de movi-lizar a una minoría ruidosa”, escribió en el diario O Globo el periodista Bernardo Mello Franco.

El hecho de que los manifestantes no fueran violentos y no invadieran el STF o el Congreso como se temía, en una versión brasileña del asalto de enero al Capitolio en Washington, supuso un alivio.

Pero, de los dos discursos del martes de Bolsonaro, los analistas destacan el “tono golpista” y los ataques al STF.

Bolsonaro lanzó “casi una declaración de guerra al Tribunal Supremo”, dijo Edson Sardinha, director de redacción del sitio web Congresso en Foco.

Movilización en Brasil en apoyo al gobierno de Jair Bolsonaro. Foto: AFP
Movilización en Brasil en apoyo al gobierno de Jair Bolsonaro. Foto: AFP

“Desde que fue elegido presidente en 2018, Bolsonaro ha buscado constantemente avivar las crisis. Es su modo de gobernar, y su forma (...) de retener a su base electoral”, apuntó Gaspard Estrada, director ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y del Caribe de la escuela Sciences Po.

“Bolsonaro no va a dejar el poder fácilmente: al mantener este comportamiento golpista, está dispuesto a hacer cualquier cosa, incluso crear caos en Brasil, para permanecer al frente del país”, estimó Estrada.

El mandatario está en una situación muy delicada. Su índice de popularidad cayó en julio al 24%, su nivel más bajo desde que llegó al poder en 2019, y según las encuestas perdería las elecciones, incluso en primera vuelta, frente a su gran rival, el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. También está cercado por varias investigaciones judiciales.

Los militares tienen una fuerte presencia en el gobierno de Bolsonaro y en los altos niveles de la administración, pero no están dispuestos a embarcarse en tal aventura, según la mayoría de analistas.

“El presidente no tiene el poder necesario para llevar a cabo un golpe de estado, un golpe militar. No tiene el apoyo necesario”, dice Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas en San Pablo. (Con información de AFP, EFE y OGlobo).

Intentaron ocupar un ministerio.

Un grupo de seguidores del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, intentó ocupar ayer miércoles el Ministerio de Salud en Brasilia, un día después de las protestas alentadas por el propio mandatario que concluyeron con amenazas a las instituciones. Según medios locales, los incidentes comenzaron cuando un hombre se enzarzó en una discusión con partidarios de Bolsonaro, que intentaron agredirlo y lo persiguieron hasta la sede del ministerio, donde buscó refugio al igual que algunos periodistas que cubrían los hechos y también fueron amenazados. Los manifestantes fueron impedidos de entrar al predio por el personal de seguridad, que se vio obligado a cerrar las puertas, ante lo cual los activistas se retiraron, pero permanecieron en la Explanada de los Ministerios, una céntrica avenida que concentra todos los edificios del poder público.

En esa misma avenida, Bolsonaro encabezó este martes, con ocasión del Día de la Independencia, una manifestación que congregó a unas 20.000 personas y protestó contra el Congreso y el Supremo Tribunal Federal.

Bolsonaro se dirigió luego a la ciudad de San Pablo, donde frente a otra multitud subió el tono y claramente instó a desobedecer las decisiones de la Justicia y en particular del magistrado Alexandre de Moraes, miembro del STF que dirige una investigación sobre ataques a la democracia en las redes sociales. Por ese proceso, que tiene al mandatario como investigado, varios bolsonaristas ya han sido detenidos por convocar actos antidemocráticos.

Cae la bolsa.

La bolsa de San Pablo se desplomó casi un 4% ayer miércoles, tras las manifestaciones del martes encabezadas por el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, mientras que el dólar cerró con una fuerte apreciación. Los inversores brasileños elevaron la cautela tras las protestas de tintes antidemocráticos del martes, por lo que el índice Ibovespa cerró con una fuerte caída de un 3,78%.

Miriam Leitão | o globo GDA

Al final del día, más aislado

Para algunos interlocutores de confianza, el presidente Bolsonaro había prometido utilizar dos tonos en sus discursos. Sería más fuerte en Brasilia y menos en San Pablo. Hizo lo contrario. Fue beligerante en ambos, pero mucho más en San Pablo. El radicalismo asustó incluso a los políticos que pensaban que era posible tender un puente entre el presidente y los demás poderes. Por eso el MDB habló de juicio político, el PSDB intenta superar sus divisiones para defender el impedimento, el PSB, desde la víspera, ya no descartó esta hipótesis. Detrás de bastidores, PP, PL y republicanos se quejan mucho de las actitudes del presidente. “Y estas quejas son el primer paso”, dijo una fuente política. Una fuente militar me dijo: “El tono fue mucho más allá de lo necesario, no se puede hacer que una Nación avance en la anarquía”. Al final del día, Bolsonaro estaba más aislado.

Una autoridad definió los eventos con una expresión fuerte que necesito compartir con los lectores. “Se volvió loco”. Si, por un lado, hubo quienes concluyeron que “no se puede subestimar a una persona que pone a tanta gente en la calle”, por otro lado, hubo críticas constantes a la histeria del presidente, como en la parte donde dijo que no cumplirá con la orden del ministro Alexandre de Moraes. “Esto raya en un peligro mucho mayor”. El delirante anuncio de la reunión del Consejo de la República provocó burlas. “Era la reunión Porcina”, ironizó un miembro del Consejo.

El área económica esperaba que la manifestación fuera grande, pacífica y que permitiera el día 8 encontrar canales de diálogo para la agenda económica. Ahora todo se atascó. La élite económica se alejó un poco más del presidente.

Bolsonaro puede hacer sus cuentas de pérdidas y ganancias, los políticos pueden redefinirse y los inversores salir de sus posiciones. El gran dilema es el país. ¿Cuál es el riesgo de que Brasil tolere lo ocurrido ayer (por el martes)? Lo que sucedió fue que el Presidente de la República cometió una serie de crímenes de responsabilidad y advirtió estridentemente que no detendrá su golpe de Estado contra los cimientos de la democracia brasileña.

Merval Pereira | o globo GDA

Hace lo que acusa al STF

El cineasta Woody Allen reprodujo en Bananas un episodio insólito ocurrido durante el congreso estudiantil clandestino realizado en Ibiúna, en el interior de San Pablo, en octubre de 1968, durante la dictadura militar. Más de mil estudiantes necesitaban comer. La compra de cientos de panes en el pueblo más cercano delató el lugar de la reunión de la UNE, y todos fueron detenidos.

En la versión de Woody Allen, se denunciaba a guerrilleros escondidos en la selva porque compraban cientos de bocadillos, uno sin pepinillos. El golpe de estado programado, una rareza por parte de Bolsonaro, podría ser parte de una trama cómica del mismo quilate. Las pancartas en inglés defendiendo el cierre del Supremo Tribunal Federal (STF) fueron el toque surrealista de la manifestación en la Avenida Paulista, para que el mundo esté convencido de que el pueblo brasileño, además de hablar inglés, apoya el golpe.

A pesar de que había menos gente en las calles de lo que predijo el gobierno -Bolsonaro incluso habló de dos millones de personas- las manifestaciones en todo el país, principalmente en San Pablo y Brasilia, tuvieron mucha gente, pero nada sorprendente, ya que las encuestas muestran que, de poco más del 55% que lo eligió en 2018, Bolsonaro aún conserva alrededor del 25%. El carácter claramente golpista fue reforzado por el presidente de la República, quien en su discurso dio un ultimátum al presidente del STF, Luiz Fux, para que encuadre a los ministros Alexandre Moraes y Luís Roberto Barroso, o irse.

De hecho, Bolsonaro hace exactamente lo que acusa al STF: va contra la Constitución, contra los demás poderes, y si no acepta el sistema de frenos y contrapesos de la democracia, tiene que pedir para irse. El presidente del PSDB, Bruno Araújo, ya convocó una reunión para comenzar a analizar la solicitud de juicio político de Bolsonaro. Lo mismo está sucediendo en varios otros partidos, incluso en el Centrão. Artur Lira guardó silencio durante todo el día. Debe estar tratando de averiguar hacia dónde sopla el viento. Bolsonaro está creando un clima político favorable para su juicio político.

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