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Kim Jong-un, más aislado tras diez años en el poder

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Kim Jong-un. Foto: AFP.

COREA DEL NORTE

Restricciones por el covid golpearon más que las sanciones

Corea del Norte conmemoró ayer viernes el décimo aniversario de la muerte de Kim Jong-il, padre del actual dictador Kim Jong-un. La ceremonia en el exterior del Palacio del Sol de Kumsusan fue retransmitido, aunque no en vivo, por la cadena estatal de televisión KCTV.

Es tradición que Kim Jong-un rinda homenaje a su padre y abuelo en los aniversarios de su muerte o nacimiento, pero es la primera vez que se convoca un acto multitudinario en el exterior del recinto para rendirle homenaje, junto a la plana mayor del Partido de los Trabajadores (incluida la hermana del dictador, Kim Yo-jong)

Kim Jong-il fue designado heredero en 1974 por su padre, Kim Il-sung, que había sido elegido por Stalin para liderar el nuevo país resultante de la división de la península coreana.

El 19 de diciembre de 2011, el régimen anunció que Kim Jong-il había fallecido. Ese mismo día la propaganda estatal calificó a su tercer hijo varón, Kim Jong-un, de “gran sucesor del sistema revolucionario”.

El tercero de los Kim, que entonces tenía 28 años, apenas había aparecido públicamente por primera vez un año antes, al ser designado general de cuatro estrellas, vicepresidente de la Comisión Militar Central y miembro del Comité Central del partido único.

Su llegada al poder estuvo sucedida por una serie de purgas, maniobras a la que también recurrieron en su momento su padre y su abuelo. Fue muy notoria la ejecución en 2013 de Jang Song-thaek, su tío político (estaba casado con la hermana de su padre) y su mayor contrapeso dentro del régimen, por “crímenes contra el estado y el pueblo”. Igualmente brutal fue el asesinato, propio de una película de espionaje, en 2017 de su medio hermano, Kim Jong-nam, al que unas jóvenes, contratadas y entrenadas por funcionarios norcoreanos, envenenaron con gas nervioso en el aeropuerto de Kuala Lumpur.

Educado en Suiza y aficionado al basquetbol, Kim Jong-un parecía abierto a las ideas extranjeras, pero tras una década en el poder, Corea del Norte sigue tan aislado como antes. La situación del país se está además deteriorando ante el bloqueo autoimpuesto por el coronavirus, una medida con unas consecuencias incluso más amplias que las sanciones internacionales impuestas por su programa nuclear.

Se restablecieron estrictas reglas mientras Kim trata de reforzar la solidaridad interna y asegurar su control sobre la población, indican los analistas.

“La creciente censura sugiere que el régimen está menos confiado”, indica Troy Stangarone, director del Korea Economic Institute.

Los analistas señalan que la confianza de Kim se redujo tras el fracaso en 2019 de las negociaciones con el presidente estadounidense Donald Trump, que no llevó a un levantamiento de sanciones.

“En tiempos de adversidad, el régimen necesita reforzar el control para reafirmar su autoridad”, dice Stangarone.

Jangmadang

Corea del Norte ha tratado históricamente de bloquear “la invasión cultural e ideológica”. Todas las radios y televisiones están preconfiguradas para recibir únicamente la señal de medios estatales, mientras que el gobierno bloquea el acceso a internet.

Los analistas aseguran que este tipo de censura será cada vez más difícil de mantener porque el material extranjero ya está ampliamente expandido en Corea del Norte, especialmente entre generaciones jóvenes que se lo pasan en lápices USB. En un estudio de la Universidad Nacional de Seúl, casi la mitad de los 116 norcoreanos que dejaron el país en 2018 y 2019 aseguraron ver “frecuentemente” entretenimiento del país vecino.

Cho Han-bum, investigador del Instituto para la Unificación Nacional de Corea, dijo que la llamada “Jangmadang Generation” -los nacidos y crecidos durante y después de la hambruna de los 1990- resistirán probablemente esta renovada censura. Como el Estado era incapaz de dar comida a su infancia, tuvieron que arreglárselas por su propia cuenta, y ahora son menos leales al régimen, dice Cho.

“Un choque entre el enfoque conservador de Kim y los milenials y la generación Z del Norte -que disfrutan los dramas surcoreanos y la música del grupo surcoreano BTS- es inevitable”, añade. (AFP, EFE)

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