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Italia reclama la disolución de los grupos neofascistas

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Grupos violentos pertenecientes a Forza Nuova enfrentan a la policía durante una protestas contras las restricciones por el covid. Foto: EFE
Protesta convocada en Roma el pasado sábado contra la obligación del certificado sanitario, que acabó en enfrentamientos con la policía por la infiltración de militantes del movimiento neofascista Forza Nuova. EFE/EPA/MASSIMO PERCOSSI
MASSIMO PERCOSSI/EFE

VIOLENCIA

La resistencia de algunos sectores a las medidas sanitarias para frenar el COVID-19, han servido a grupos extremistas para generar caos.

Políticos, intelectuales y sindicalistas de Italia exigieron ayer lunes la disolución de los movimientos neofascistas como Forza Nuova que protagonizaron actos violentos el sábado en Roma.

Todo ocurrió tras una multitudinaria protesta pacífica contra la extensión a los lugares de trabajo del llamado “pasaporte verde”, el certificado de la vacunación contra el COVID-19 o de una prueba de diagnóstico negativa o de la recuperación reciente del coronavirus a partir del 15 de octubre.

“El ataque fue perpetrado por formaciones abiertamente neofascistas, que provienen de la galaxia del neofascismo del siglo XX (...) Hay un hilo negro que las une”, explicó el politólogo e historiador Marco Revelli, autor de numerosos libros sobre la derecha y la izquierda en Italia.

La sede del sindicato Confederación Italiana del Trabajo (CGIL) sufrió serios daños materiales. Además, hubo un ataque al centro de urgencias de un hospital público y la policía tuvo que usar gases lacrimógenos para dispersar a los violentos apostados frente a la oficina del primer ministro Mario Draghi.

El secretario general de CGIL, Maurizio Landini, afirmó que “todas esas formaciones que se identifican con el fascismo deben ser disueltas. Es el momento de decirlo claramente”. Landini ante cientos de personas que se congregaron a las puertas de la sede del sindicato coreando el himno partisano Bella ciao.

Algunos líderes de la ultraderecha Forza Nuova están detenidos.

La jornada del sábado se presentaba candente debido a la convocatoria de protestas en varias ciudades contra las medidas del Gobierno para gestionar la crisis sanitaria. Pero los augurios se cumplieron sobre todo en Roma, que acabó sumida en el caos.

Unos diez mil manifestantes, entre ellos numerosos militantes del movimiento neofascista Forza Nuova, marcharon por el centro de la capital, profiriendo insultos hacia el Gobierno de unidad nacional de Mario Draghi y también contra la prensa.

La tensión subió inevitablemente cuando lanzaron petardos y bombas de humo a la sede del Ejecutivo, lo que desencadenó la reacción de los antidisturbios, con mangueras de agua a presión y cargas para frenar la marca.

Durante el recorrido también irrumpieron en la sede nacional del sindicato CGIL, destrozando su planta baja.

Draghi presentó su plan ante el Senado y recibió el voto de confianza del Parlamento. Foto: AFP
Draghi toma agua durante una sesión parlamentaria. Foto: AFP

Las imágenes de los disturbios de este fin de semana en Roma recordaron a la génesis del fascismo en Italia, que aprovechó el enrarecido clima social, económico y político para llegar al poder a inicios del siglo XX. “El pedigrí es muy claro, pertenecen a ese núcleo fascista”, subraya Revelli, quien considera que “la pandemia les ha abierto nuevos caminos”.

Una manifestación nacional ha sido convocada para el próximo sábado con el lema “Mai piú Fascismo” (Nunca más fascismo).

El Partido Democrático (PD) de centro-izquierda y la formación antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E) presentaron ayer lunes una moción en el parlamento pidiendo la disolución de Forza Nuova.

La moción, lanzada en el Senado y en la Cámara de los Diputados, insta al Gobierno de Mario Draghi, que encabeza una coalición entre todos los partidos excepto la ultradechista Hermanos de Italia, a “seguir el dictado constitucional que prohíbe la reorganización del disuelto Partido Fascista” adoptando las medidas que sean oportunas.

Los impulsores de la moción se apoyan en la Constitución de 1948, que prohíbe la reorganización “bajo cualquier forma” del Partido Fascista del dictador Benito Mussolini.

Además, varias leyes posteriores de 1952 excluyen de la vida pública a aquellas “asociaciones, movimientos o cualquier tipo de grupo no inferior a cinco personas que sigue fines antidemocráticos propias del Partido Fascista exaltando, amenazando o usando la violencia como método de lucha política”.

Esta leyes de hecho permitieron en el pasado la ilegalización de otros partidos, como Ordine Nuovo en 1973, Avanguardia Nazionale en 1976 y Fronte Nazionale en el 2000.

Por otro lado, el Tribunal Supremo italiano, en una sentencia de enero de 2010, estableció que “a pesar del fin del régimen fascista sobreviven asociaciones y organizaciones políticas que, como Forza Nuova, se inspiran en esta ideología”.

El líder del PD, Enrico Letta comparó lo ocurrido el sábado en Roma con el asalto al Capitolio de Estados Unidos en enero pasado por simpatizantes de Donald Trump. “Grupos neofascistas han intentado utilizar esta difícil situación para actos de insurrección, nada más y nada menos como lo que ocurrió en Estados Unidos el 6 de enero” de 2021, afirmó.

Los partidos de extrema derecha, que lideran las encuestas de intención de voto, entre ellos Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni y la Liga de Matteo Salvini se han negado a firmar la moción parlamentaria.

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