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Indonesia, muerte y destrucción

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"Les pido que se preparen para trabajar día y noche", exhortó el presidente de Indonesia. Foto: EFE

Un país perseguido por las tragedias

El terremoto y tsunami del viernes dejó al menos 830 muertos y miles de desplazados.

El balance de muertos en el sismo y el tsunami que golpearon el viernes la isla indonesia de Célebes se disparó al menos a 832 personas ayer domingo, después de que los servicios de rescate encontraran a nuevas víctimas entre los escombros de la ciudad devastada de Palu. El nuevo balance duplica casi el anterior, de 420 muertos. A esto hay que sumarle 540 hospitalizados y 16.732 desplazados.

"El número de fallecidos seguirá aumentando", dijo Sutopo Purwo Nugroho, portavoz de la agencia de gestión de catástrofe de Indonesia, y anunció el comienzo de los entierros masivos de las víctimas, "para evitar que se propaguen enfermedades".

La mayoría de las víctimas se registraron en Palu, una ciudad de 350.000 habitantes en la costa occidental de la isla de Célebes. La situación también es preocupante en la región de Donggala, más al norte. El director del programa de Save The Children, Tom Howells, señaló que la cuestión del acceso a las zonas afectadas es un "gran problema" que dificulta los rescates, y dijo que en Donggala se prevén "grandes daños materiales y posibles pérdidas de vidas humanas a gran escala". Donggala tiene unos 277.000 habitantes y está a unos 30 kilómetros al noroeste de Palu.

"Solo tengo un hijo y está desaparecido", dijo a la AFP Baharuddin, un residente de Palu de 52 años, parado sobre un piso cubierto de sangre. "Hablé con él por última vez antes de que se fuera a la escuela por la mañana".

La agencia de gestión de desastres estimó que había 71 extranjeros en Palu cuando se produjo el terremoto, y la mayoría están a salvo. Cinco extranjeros estaban hasta ayer desconocido: tres franceses, un surcoreano y un malasio.

"Les pido que se preparen para trabajar día y noche", exhortó el presidente de Indonesia. Foto: EFE
Foto: EFE

El presidente de Indonesia, Joko Widodo, llegó ayer domingo a Palu vestido con uniforme militar de faena para reunirse con las autoridades y visitar hospitales y la playa de Talise, donde el tsunami se llevó a su paso las estructuras y vehículos de la costa y llegó hasta una mezquita, ya dañada por el terremoto, entre los gritos de los residentes.

"Les pido que se preparen para trabajar día y noche y proceder a la evacuación", dijo el presidente ante las tropas desplegadas en la zona.

El seísmo de magnitud 7,5 que sacudió la isla de Célebes el viernes, y la posterior ola de 1,5 metros que rompió contra la costa dejaron en Palu coches destrozados, edificios en ruinas, árboles arrancados y postes eléctricos caídos.

Muchos habitantes de la ciudad durmieron en campos de fútbol o en refugios improvisados, construidos con bambú, por temor a las réplicas del terremoto. Tras la catástrofe, la gente buscaba sobre todo comida y un lugar donde cobijarse. Numerosas personas formaban largas filas de espera para obtener agua potable o fideos instantáneos.

El terremoto fue más potente que los temblores que dejaron más de 500 muertos y unos 1.500 heridos en la isla indonesia de Lombok en agosto. Indonesia, un archipiélago de 17.000 islas e islotes que se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico, es uno de los países del mundo más propensos a sufrir desastres naturales.

El 26 de diciembre de 2004, Indonesia sufrió una serie de devastadores terremotos, uno de ellos de magnitud 9,1 en la isla de Sumatra. Ese temblor provocó un gran tsunami que causó la muerte de 220.000 personas en la región, 168.000 de ellas en Indonesia. En 2006, casi 6.000 personas fallecieron en un violento sismo que golpeó la isla de Java.

Saqueos.

Galletas, pañales, botellas de gas... En un supermercado con los vidrios rotos, hombres y mujeres llenan sus bolsas con todo lo que encuentran, asegurando que saquear es la única opción, ya que la ayuda no llega a Palu.

"No nos ayudan, necesitamos comer. No tenemos otra opción para comer", se justificaba ayer domingo uno de los habitantes que saqueaban.

Las autoridades indonesias anunciaron que no sancionarán a los saqueadores y compensarán a los propietarios de los comercios.

Saqueos en Indonesia. Foto: EFE
VEA EL VIDEO. Foto: EFE

"Solicitamos (a los distribuidores) Alfamart e Indomaret que dejen que la gente tome los productos. Tienen que registrar todo y nosotros pagaremos, no será un saqueo", anunció el ministro del Interior, Tjahjo Kumolo, según un comunicado.

Hay carestía de todo: comida, agua y carburante.

"Es una crisis. ¡No hay alimentos, no hay nada!", se indigna otro de los saqueadores. "Lo que necesitamos desesperadamente es algo que comer y agua".

De repente, en el edificio se sienten dos pequeñas réplicas del temblor. La gente grita: "¡Sismo! ¡Sismo!". Pero una vez que pasa el momento de angustia, ante la tienda se acumulan más saqueadores.

Las autoridades de Indonesia están transportando cocinas móviles capaces de proporcionar unas 36.000 comidas diarias, miles de colchones, frazadas y fideos instantáneos.

Pero para los habitantes, los víveres tardan en llegar.

El joven controlador convertido en héroe

La tierra comenzó a temblar, pero el controlador aéreo siguió en su puesto para garantizar el despegue de un avión de línea. Fallecido en el terremoto que sacudió la isla indonesia de Célebes, Anthonius Gunawan Agun, de apenas 21 años, se ha convertido en un héroe nacional. Se encontraba en el aeropuerto de Palu cuando empezaron los primeros temblores, y se negó a abandonar su puesto hasta que el aparato de la compañía indonesia Batik Air despegara. Sus compañeros, que no supervisaban este avión, ya se habían ido.

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