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Homenaje del Papa a los judíos en Lituania

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Papa Francisco en Lituania. Foto: AFP.

CATOLICISMO

Visita a Vilna.

El papa Francisco recordó ayer domingo a los judíos exterminados en Lituania ante el monumento a las víctimas del gueto de Vilna.

Durante su segunda jornada en la católica Lituania, en el marco de su gira por los países bálticos, el papa aludió a los sufrimientos pasados por el conjunto de la población, bajo el yugo de los nazis primero y de los soviéticos después, al visitar también una antigua sala de torturas del KGB.

Ante el memorial de las víctimas del gueto de Vilna, un sencillo bloque de piedra, el papa depositó un ramo de rosas amarillas y rezó en silencio.

Después estrechó la mano de la responsable de la comunidad judía, Faina Kukliansky, quien logró que Francisco incluyera esta etapa en su visita, tras “cinco meses de negociaciones” con el episcopado, el Vaticano y organizaciones judías internacionales.

Por la mañana, el papa ya había puesto el foco en un pasado trágico, durante una visita a Kaunas, segunda ciudad del país. “Hace 75 años, esta nación presenciaba la destrucción definitiva del gueto de Vilna. Así culminaba el aniquilamiento de miles de hebreos, que ya había comenzado dos años antes”, recordó con tono grave el papa ante unos 100.000 fieles católicos.

“Hagamos memoria de aquellos tiempos”. “Las generaciones pasadas habrán dejado grabado a fuego el tiempo de la ocupación, la angustia de los que eran llevados, la incertidumbre de los que no volvían, la vergüenza de la delación, de la traición”, dijo.

En el mismo momento, una veintena de judíos reunidos en la única sinagoga no destruida de Vilna (de un centenar que había antes de la Segunda Guerra Mundial), enumeraba con tristeza el nombre de algunos sobrevivientes del gueto, donde murieron 70.000 personas.

Llamados “litvaks”, los judíos lituanos formaban, hasta los años ‘40, una comunidad de más de 200.000 miembros que hicieron florecer la literatura yiddish y la vida religiosa.

El exterminio que los nazis llevaron a cabo -con algunos colaboradores lituanos- afectó a prácticamente todos aquellos que habían convertido a Vilna en la “Jerusalén del Norte”.

Los pocos sobrevivientes fueron en muchos casos ayudados por amigos lituanos, más de 800 de los cuales fueron merecedores del título de Justos entre las naciones del mundo, entregado por el Instituto Yad Vashem de Jerusalén.

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