ESTADOS UNIDOS
No supo qué decir porque estaba segura que sería presidenta.
Con yoga, respiración alterna y su "justa medida de Chardonnay", Hillary Clinton, de 69 años, ha sobrevivido a diez meses de "muy dura transición" tras su inesperada derrota electoral, que relata en su nuevo libro What Happened ("Lo que ocurrió").
En casi 500 páginas de dolorosa digestión del fracaso, la excandidata demócrata asume sus errores pero reparte culpas: al exdirector del FBI James Comey, al Gobierno ruso, a su rival de primarias Bernie Sanders, a los medios y al sexismo de la sociedad.
"No tengo todas las respuestas y esto no es un informe completo de la campaña de 2016. No soy yo quien tiene que escribir eso. (...) Esta es mi historia. Quiero descorrer la cortina de una experiencia que fue estimulante, alegre, aleccionadora, exasperante y sencillamente desconcertante", explica en un pasaje.
"Sentí una enorme decepción, como una pérdida de sensibilidad y dirección, y tristeza", confiesa al haber perdido las elecciones con Donald Trump.
Estaba tan segura de ganar que, reconoce, no había escrito un discurso de admisión de derrota.
No lo pronunció hasta la mañana siguiente y, tras hacerlo, corrió a refugiarse en su apartada mansión de Chappaqua en Nueva York. Allí, canalizó su frustración con una "frenética limpieza de armario", largos paseos en los bosques, juegos con sus perros, yoga, respiración alterna de las fosas nasales —que recomienda— y, también, su "justa medida de Chardonnay".
"Fue una transición muy dura. Realmente batallé. No podía sentir, no podía pensar. Me quedé patidifusa, agotada", admite.
Menos de tres meses después del batacazo, el 20 de enero, Clinton tuvo que pasar el trago de asistir a una investidura que siempre pensó que sería la suya. "Ahí estaba, en la plataforma, sintiendo como una experiencia extra corporal. Y su discurso, que fue un grito desde el instinto nacionalista blanco", relató en la cadena televisiva CBS en una entrevista.
En su libro, que publica Simon & Schuster, Clinton no solo repasa los grandes temas del análisis postelectoral —el enfado de los blancos de clase trabajadora, la supuesta interferencia rusa— sino que abunda en uno que quedó relegado a un segundo plano: la resistencia social a la idea de una mujer presidenta de Estados Unidos.
"Esto tiene que decirse. El sexismo y la misoginia jugaron un papel en las elecciones presidenciales de 2016. Una prueba es que el candidato flagrantemente sexista ganó", escribe.
"Un montón de personas —prosigue— escucharon la grabación de él presumiendo de haber acosado sexualmente a mujeres, no hicieron caso y dijeron sigue teniendo mi voto".
Uno de los momentos en los que experimentó desde muy cerca el "sexismo" de Trump ocurrió en un debate televisivo, poco después de que se publicara esa polémica grabación.
"Estábamos —describe— en un plató pequeño y, no importa adónde fuera, él me seguía de cerca, mirándome fijamente, poniendo caras. Era increíblemente incómodo. Estaba literalmente respirando sobre el cuello. Me dio escalofríos".
"Fue uno de esos momentos donde desearías parar y preguntar a los espectadores. ¿Qué haría usted? ¿Se mantendría calmado, sonriendo y seguiría como si no estuvieran invadiendo su espacio repetidamente? ¿O se daría la vuelta, le miraría a los ojos y le diría alto y claro Retrocede, asqueroso, aléjate de mí, sé que te encanta intimidar a las mujeres, pero a mí no puedes, así que retrocede?", relata."Elegí la primera opción. Me mantuve indiferente, ayudada por una vida entera de hombres difíciles intentando descolocarme".
Clinton descarta otra candidatura, pero no se retira del todo."He terminado con ser candidata. Pero no he terminado con la política, porque literalmente creo que el futuro de nuestro país está en juego", dijo en CBS, sin precisar cuál es su siguiente paso.
Casa Blanca critica y Putin no lo leerá.
"Creo que es triste que, después de que Hillary Clinton hizo una de las campañas más negativas en la historia y perdió, el último capítulo de su vida pública se defina ahora por buscar vender más libros con ataques falsos e imprudentes", dijo la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders.
Al ser preguntada si el presidente Donald Trump piensa leer la obra, Sanders respondió: "No estoy segura. Pienso que él está bastante bien versado en lo que ocurrió y creo que es bastante claro para todo Estados Unidos".
El libro tuvo repercusión en Moscú. El presidente Vladimir Putin no tiene intención de leer las memorias de Hillary, en las que habla profusamente de sus desencuentros con Rusia. El vocero presidencial, Dmitri Peskov negó tanto que Putin vaya a leer el libro, como que el líder ruso ayudara a Doanld Trump a ganar las elecciones presidenciales por "venganza personal" hacia la candidata demócrata.
Putin ha acusado a Clinton de denunciar una supuesta injerencia rusa en las elecciones para encubrir sus pripios errores.