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Un golpe mortal a la seguridad

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Los analistas ven estruendoso fracaso de los servicios de inteligencia, y no sólo los belgas.

Desde los ataques de noviembre en París, las autoridades de Bélgica realizaron decenas de operativos y allanamientos, peinaron barrios enteros buscando a conocidos extremistas y hasta cerraron la totalidad de Bruselas durante días, todo eso como parte del esfuerzo prometido para erradicar a los yihadistas.

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Sin embargo, nada de lo hecho, evidentemente, logró impedir los planes de los ataques múltiples lanzados ayer en el aeropuerto internacional de Bruselas y en una estación central del subterráneo en el corazón de la capital de la Unión Europea (UE).

Los nuevos ataques subrayaron otra vez no sólo la debilidad de los servicios secretos de Bélgica, en particular, sino también lo que expertos en inteligencia consideran es la vulnerabilidad al terrorismo que perdurará en Europa, en una era de viajes y comunicaciones fáciles y de creciente extremismo.

Los ataques desataron una nueva instancia de reflexión respecto de si los servicios de seguridad de Europa deben redoblar sus esfuerzos, aun a riesgo de limitar más las libertades civiles, o si esos ataques se han convertido en una parte inevitable de la vida de una sociedad europea abierta.

Antes de que las autoridades belgas capturaran a Salah Abdeslam, el viernes pasado, debido a su sospechado papel en los ataques del 13 de noviembre contra París, ya habían detenido o arrestado a numerosos sospechosos de estar directa o periféricamente conectados a lo que describieron como una red terrorista vinculada al Estado Islámico. Pero, pese al éxito en el arresto de Abdeslam, Bélgica continúa presentando un problema de seguridad especial a Europa. El país, de sólo 11.2 millones de habitantes, enfrenta el creciente escarnio como el Estado fallido más rico del mundo, una preocupante mezcla de redes terroristas profundamente enraizadas, un gobierno debilitado por divisiones entre los hablantes de francés, holandés y alemán, y un servicio de inteligencia abrumado por aparente desorden crónico.

Esos problemas ahora amenazan no sólo las vidas en Bélgica y otras partes de Europa, sino también el experimento de integración y de compartir inteligencia del continente. Si la UE, con su compromiso de fronteras abiertas, es suficientemente fuerte como para resistir estas tensiones, después de años de crisis económica, es una pregunta que sigue aún más abierta.

"Parece que los blancos claros de los ataques —un aeropuerto internacional, una estación de subterráneo cerca de las instituciones de la UE— indican que este ataque terrorista no está dirigido solo contra Bélgica sino contra nuestra libertad, la libertad de movimiento, la movilidad y todos en la UE", dijo el ministro del Interior de Alemania, Thomas de Maiziere.

Una aparente falta de capacidad para recoger "señales débiles" de complots emergentes, no es el menor de los problemas de Bélgica, comentó un exjerarca de la inteligencia francesa. Sin embargo, durante semanas, los funcionarios de inteligencia advirtieron que el gran ataque siguiente en tierras europeas era simplemente cuestión de tiempo. Las explosiones de ayer fueron vistas por algunos como prueba de que las sociedades abiertas de Europa, todavía bajo estado de emergencia, nunca estarán libres de riesgo.

Ausente una ocupación de estilo militar, la amenaza de una bien establecida red con algún grado de complicidad local —es el caso evidente en Bruselas, según funcionarios de inteligencia— nunca puede ser totalmente prevenida. Señalaron que las explosiones del martes en el aeropuerto y el subterráneo lo prueban. "Esto muestra los límites de las acciones que pueden realizarse en un estado de emergencia", dijo Philippe Hayez, un exfuncionario de la DGSE, el servicio de inteligencia externo de Francia. "Son específicas en el tiempo y superficiales", agregó Hayez, quien ha escrito extensamente sobre los desafíos a la inteligencia europea. "Pero, a menos que se pueda hacer una ocupación militar, no se asegura una ciudad simplemente haciendo circular vehículos policiales. Estamos hablando del terrorismo de guerrillas. Y hay una población que tiene complicidad".

Sin embargo, funcionarios políticos y de inteligencia parecieron divididos inicialmente respecto a si los ataques fueron en respuesta al arresto de Abdeslam, o hacía tiempo que fueron planificados y pueden haber sido rápidamente activados por temor a que éste cediera bajo los interrogatorios y revelara los planes, si es que está al tanto de los mismos.

En cualquier caso, "no resulta sorprendente", dijo Alain Juillet, quien ayudó a reorganizar el DGSE cuando era uno de sus jerarcas.

"Es lo único que podemos decir", señaló. "Podemos ver con facilidad que Bélgica se ha convertido en un centro".

"Por tanto, cuando se detiene a una persona, habrá una reacción", apuntó Juillet. "Todo esto permite decir que la implantación de la red es más firme de lo que pensamos. La Policía fue eficiente, pero esto igual ocurrió. Por consiguiente, hay una implantación muy fuerte en Bélgica", dijo al referirse a la red terrorista. "La Policía belga es excelente", dijo Alain Chouet, otro exfuncionario de la DGSE. "Los problemas son políticos. Permiten que se desarrollen corrientes islamistas violentas. No fueron impedidos porque no querían tener problemas con la comunidad musulmana".

Bernard Squarcini, exjefe del servicio de inteligencia interno de Francia, pronosticó con claridad en una entrevista hace varias semanas que "las personas ya están en sus lugares. Habrá un ataque mucho más serio".

En efecto, Abdelhamid Abaaoud, quien supuestamente orquestó los ataques contra París, hizo alarde ante su primo, antes de que lo mataran, que había 90 comandos durmientes, prontos para otro ataque. "Estamos en una situación de vulnerabilidad estructural", dijo Hayez. "Eso es la democracia. Es una sociedad abierta. Siempre habrá riesgo".

"Una tercera guerra mundial".

"Los atentados de Bélgica son una tercera guerra mundial contra nuestros valores humanos comunes", afirmó el ministro israelí de Defensa, Moshe Yaalon. "La cultura occidental está sometida en los últimos años a los continuos ataques del terrorismo islámico". Se trata, añadió, de "un terrorismo indiscriminado, sin escrúpulos, que tiene por objeto perturbar la vida de las personas en el mundo libre". "Los atentados en Bruselas y del sábado en Estambul son un ejemplo", completó. Contra los terroristas, debe haber "una acción conjunta de las fuerzas de seguridad e inteligencia en el mundo libre, y entender que se trata de una tercera guerra mundial en contra de nuestros valores".

Críticas para los servicios secretos.

Una oleada de críticas se abatió ayer sobre los servicios belgas no solamente por los atentados en el aeropuerto y la estación metro de Bruselas, sino también por la fuga de Salah Abdeslam, único sobreviviente de entre los terroristas suicidas de los atentados de París en noviembre, quien logró escapar de las fuerzas de seguridad por cuatro meses sin moverse de una guarida en Molenbeek.

Lo que falló en este último período fue por otra parte la colaboración entre los servicios de los diferentes países europeos. De nada sirvieron las declaraciones para "reforzar la cooperación" entre la inteligencia de la Unión Europea hechas repetidamente a partir de enero del año pasado por los diferentes países del bloque.

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