El papa Francisco instó ayer a la Iglesia "a abrirse al mundo" durante la misa de inauguración en la plaza de San Pedro del Jubileo "de la misericordia y el perdón", momento culminante de su pontificado.
Al término de la misa, el papa abrió en forma solemne y hablando en italiano —y no en latín como es la tradición,— la puerta santa de la basílica, que permanece sellada a cal y canto todo el año.
Al ritual asistió el papa emérito Benedicto XVI, de 88 años. Así, por primera vez en la historia, dos papas inauguraron un jubileo.
La ceremonia, a la que asistieron unas 70.000 personas, estuvo marcada por las imponentes medidas de seguridad alrededor del Vaticano y en el casco histórico de Roma, tomadas tras los atentados de París que el 13 noviembre costaron la vida a 130 personas.
El papa, de 78 años, celebró primero la misa desde un altar frente a cientos de fieles y sacerdotes.
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