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Francia estremecida por la violencia desatada en las calles de París

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Fuerzas antimotines pasan junto a una barricada incendiada en París. Foto: AFP

PROTESTAS EN FRANCIA

La manifestación del 1° de Mayo termina con 330 detenidos y 38 heridos.

Decenas de miles de manifestantes desfilaron ayer miércoles en París para la tradicional marcha del 1° de mayo, salpicada de choques, gases lacrimógenos y detenciones,bajo fuertes medidas de seguridad.

Sindicatos y chalecos amarillos, que protestan desde hace más de cinco meses contra la política del gobierno, habían llamado a participar en el cortejo de la capital y en unas 200 ciudades de Francia.

El ministerio del Interior informó que 164.500 personas se movilizaron en todo el país, de las cuales 29.000 participaron de las manifestaciones en París. La Confederación General del Trabajo (CGT) que organizó el acto del Día Internacional de los Trabajadores informó que participaron 310 personas.

Los enfrentamientos tuvieron como consecuencia 24 manifestantes y 14 funcionarios policiales heridos.

Aunque las primeras manifestaciones se llevaron a cabo de forma pacífica, el ambiente empezó a caldearse en París cuando la policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar a varios cientos de blacks blocs, militantes anticapitalistas y antifascistas vestidos de negro y con la cara cubierta. Las fuerzas del orden recibiero proyectiles de todo tipo.

Foto: EFE
Foto: EFE

Los choques estallaron hacia media jornada alrededor del restaurante La Rotonde, tapiado y protegido por las fuerzas de seguridad para evitar que fuera atacado como el conocido Fouquet’s de los Campos Elíseos a mediados de marzo. La Rotonde, en la zona de Montparnasse, en el sur de la capital, se ha convertido en una especie de símbolo del poder desde que el presidente Emmanuel Macron celebró ahí su paso a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales en 2017.

Choques.

Más de 7.400 policías y gendarmes fueron desplegados en París, básicamente para enfrentarse a los “1.000 a 2.000 activistas radicales” que podían provocar disturbios, según cálculos del ministro del Interior, Christophe Castaner.

Las fuerzas del orden practicaron 330 detenciones -más de 220 aún siguen detenidos-y unos 1.200 registros preventivos. Los barrios de Concordia y los Campos Elíseos, donde se halla el palacio presidencial y el parlamento, quedaron totalmente cerrados al paso de los manifestantes.

El presidente Emmanuel Macron había reclamado el martes que la respuesta a estos black blocs fuera “extremadamente firme” en caso de violencia, tras los llamados en las redes sociales a transformar París en la “capital de los disturbios”.

Un manifestante devuelve una bomba de gas lacrimógeno. Foto: Reuters
Un manifestante devuelve una bomba de gas lacrimógeno. Foto: Reuters

Ayer, los incidentes continuaron hasta el atardecer en diversos puntos de París, alejados del centro. Algunos vehículos resultaron quemados, y la policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar a los alborotadores tras el fin de los desfiles oficiales, liderados por responsables sindicalistas.

El ministro Castaner informó al final de la jornada que un grupo de exaltados atacó el hospital Pitié-Salpêtrière.

Philippe Martinez, secretario general de la CGT, una de las principales centrales sindicales, tuvo que abandonar el desfile tras ser increpado por elementos radicales, constató un periodista de la AFP. Luego regresó y se quejó ante los periodistas de haber sido víctima de los lacrimógenos lanzados por la policía.

El movimiento de los chalecos amarillos, que desde mediados de noviembre sale a la calle cada sábado para protestar contra la política social y fiscal del gobierno y reclamar mejores ingresos, ha supuesto todo un desafío tanto para el gobierno como las organizaciones sindicales tradicionales.

El movimiento ha ido perdiendo fuerza al tiempo que se ha ido radicalizando, con altercados violentos al margen de las manifestaciones.

Los sindicatos, decepcionados por las medidas anunciadas la semana pasada por el presidente Macron para calmar las protestas de los chalecos amarillos y evaluadas por el gobierno en 17.000 millones de euros, reclaman más poder adquisitivo.

En otros países.

Alrededor del mundo se realizaron manifestaciones con motivo del Día Internacional de los Trabajadores y plantear diversidad de reclamos económicos y sociales.

En Brasil, las marchas y actos convocados por los sindicatos y movimientos sociales en varias ciudades tuvieron como punto central las críticas a la reforma del sistema de jubilaciones propuesta por el presidente Jair Bolsonaro. Los presidentes de diez centrales obreras, representantes de partidos progresistas y de diversos movimientos sociales se concentraron en San Pablo para expresar su rechazo a la reforma y anunciaron un paro general para el 14 de junio. Los sindicatos, que por primera vez hicieron un acto unificado el 1° de Mayo, consideran que el proyecto propuesto por Bolsonaro “impedirá que los brasileños accedan a su derecho de jubilarse al establecer reglas difíciles de ser alcanzadas”.

En Rusia, decenas de personas fueron detenidas, en su mayoría en San Petersburgo, en protestas contra el gobierno del presidente Vladimir Putin, en una manifestación que no contaba con autorización oficial.

La Policía informó que en todo el país, unos 2,4 millones de rusos tomaron parte de los actos organizados en muchos casos por el partido del Kremlin, Rusia Unida, pero también por grupos civiles y el Partido Comunista.

En Estados Unidos no hay actos el 1° de Mayo porque el Día de los Trabajadores es el primer lunes de septiembre.

Dos días de paros y protestas en Argentina; atacan bancos

Argentina vivió dos días de protestas. La primera fue el martes a raíz del paro convocado por Hugo Moyano en rechazo a la política económica del presidente Mauricio Macri y la segunda ayer con motivo del Día Internacional de los Trabajadores.

El martes, el paro no fue indolente, como intentó mostrar el gobierno, pero tampoco contundente, como vociferaron sus impulsores. Se sintió con fuerza en los sectores donde tallaron los organizadores: transporte de cargas, recolección de residuos, bancos, escuelas públicas y privadas, aeronáuticos y estatales. Así, el desafío de Moyano y sus aliados de exhibir que una huelga puede ser exitosa sin la adhesión del transporte ni de los principales gremios de la CGT se logró a medias. Por eso, hicieron un acto en la Plaza de Mayo. Hubo violencia, con ataques a las sedes de los bancos JP Morgan, Galicia y Francés.

Ayer miércoles, la Confederación General de Trabajo hizo el acto central. El gremio del transporte paró. Movimientos sociales hicieron ollas populares. (Fuentes: La Nación y EFE).

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