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En Francia estalló la batalla por la reforma jubilatoria

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La huelga en París recibió la adhesión de policías, profesionales universitarios y del movimiento de los “chalecos amarillos”. Foto: Reuters

TENSIÓN POLÍTICA Y SOCIAL

Macron está decidido a dar pelea en un campo en el que otros presidentes fracasaron, y los sindicatos le dejaron claro ayer por qué.

En Francia estalló la batalla por la reforma jubilatoria, el mayor desafío del presidente Emmanuel Macron en los dos años que le quedan de gobierno. La batalla comenzó con la huelga de ayer jueves que paralizó buena parte del país, en medio de violentas manifestaciones en París.

Todavía no se sabe con exactitud en qué consistirá el plan de Macron para modificar el sistema de jubilación, pero eso poco les importó a los sindicatos. En Francia conviven 42 sistemas de pensiones que otorgan privilegios a ciertas categorías profesionales. La idea del gobierno es fusionarlos en uno por puntos que otorgue los mismos derechos a todo el mundo.

Para el gobierno, se trata de un sistema más justo y simple. Pero los sindicatos temen que aumente la edad de jubilación, actualmente de 62 años, y baje el nivel de las pensiones.

Macron está decidido a dar pelea en un campo en el que otros presidentes fracasaron, y los sindicatos le dejaron claro ayer por qué.

El paro en los ferrocarriles y el transporte urbano obligó a muchos trabajadores a quedarse en sus casas. La Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) señaló que un 55,6% de sus empleados adhirieron el paro, un porcentaje aún más elevado en puestos clave para el funcionamiento de los trenes como los maquinistas (85,7%).

Esto hizo que alrededor del 90% de los trenes de larga distancia fueron anulados así como un 80% de los trenes de cercanía. Asimismo, la mayoría de líneas del metro y de autobuses de París estuvieron paralizadas.

También el tráfico aéreo sufrió graves perturbaciones, que provocaron la cancelación de entre el 20 y el 30 % de los vuelos. En la educación, cerca de la mitad de los profesores se sumó a la protesta, lo que forzó el cierre de la mayoría de los colegios.

Más de 500.000 personas marcharon en unas 70 ciudades de Francia, según un recuento hecho por la AFP, que no incluye las cifras de manifestantes en París, donde las marchas estuvieron marcadas por escaramuzas con la policía.

Los manifestantes enfrentaron a la policía en París; hubo decenas de detenidos. Foto: AFP
Los manifestantes enfrentaron a la policía en París; hubo decenas de detenidos. Foto: AFP

Siete de las ocho refinerías francesas también pararon. Algo “inédito”, según el secretario del sector del petróleo de la CGT, Emmanuel Lépine

Varios grandes diarios, como el matutino Le Monde, no saldrán hoy viernes en versión papel debido a la huelga.

Policías, recolectores de basura, abogados, jubilados, transportistas y los “chalecos amarillos”, el potente movimiento social de protesta surgido en noviembre de 2018 en Francia, se sumaron al paro.

Sin embargo, el verdadero problema para Macron es que esta huelga es indefinida y los peores presagios apuntan a que podría prolongarse semanas, quizá hasta las vacaciones navideñas.

Ya en 1995 una movilización de tres semanas contra una reforma similar promovida por el entonces primer ministro, Alain Juppé, acabó haciendo naufragar el proyecto.

Macron se reunió ayer jueves con el Consejo de Ministros y allí, según medios franceses, pidió a su Ejecutivo que “no subestime” las movilizaciones pero que, al mismo tiempo, siga firme en la necesidad de reformar el sistema.

Hoy viernes los sindicatos mantendrán la huelga, lo que augura una nueva jornada negra en los transportes, que posiblemente siga a lo largo del fin de semana.

Los transportes públicos, y muy en particular los trenes, volverán a estar colapsados hoy viernes. La SNCF precisó en un comunicado que sólo circularán de media el 10% de los trenes de alta velocidad (TGV), un porcentaje todavía menor de los otros trenes de largo recorrido, un 15% de los de cercanías en París y un 30% de los regionales, pero en su mayoría sustituidos por autobuses.

Pero la gran prueba de fuego para el Gobierno será la semana que viene, cuando el primer ministro, Édouard Philippe, revele más detalles sobre el alcance de la reforma. Solo entonces se podrá saber si Francia se encamina hacia el marasmo.

Centros turísticos también cerraron

El caos y la desinformación entre los franceses por la cancelación de servicios públicos por la huelga de ayer, reinaban también entre los turistas, muchos de los cuales se vieron sorprendidos al ver cerradas las puertas del metro.

“Ayer compramos billetes y hoy no hay nadie que nos informe”, afirmaban Pedro Marques y Ana Sampaio, una pareja de portugueses que pretendían ir a visitar Montmartre.

Tampoco pudieron visitar la Torre Eiffel, cerrada debido a que no había suficiente personal para abrir en condiciones óptimas de seguridad. El Castillo de Versalles, en las afueras de París, no abrió sus puertas, mientras que algunas de las exposiciones del famoso museo del Louvre no acogieron visitantes. También era casi misión imposible llegar al aeropuerto Charles de Gaulle, al noreste de París, debido al paro del transporte.

Los sindicatos amenazan con prolongar la huelga de forma indefinida. Por lo pronto, el transporte público en París seguirá la huelga al menos hasta el lunes.

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