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La fórmula secreta de un templo tailandés que promete hacer dejar las drogas

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La fórmula secreta del templo tailandés para dejar las drogas. Foto: EFE

TAILANDIA

Quien busque dejar las drogas deberá beber un preparado que "está compuesto por un centenar de hierbas recogidas de la selva e induce al vómito", según explicó una de las personas  que recurrió a esta fórmula para dejar las drogas.

La fórmula secreta del templo tailandés para dejar las drogas. Foto: EFE
La fórmula secreta del templo tailandés para dejar las drogas. Foto: EFE

El sonido de los tambores y los aplausos retumban entre la naturaleza exuberante que rodea el templo tailandés de Tham Krabok, mientras decenas de toxicómanos se preparan delante de un desagüe para una terapia de desintoxicación.

Cada día, los internos se alinean en el patio central del recinto budista, situado 150 kilómetros al norte de Bangkok, para consumir una bebida verde granulada.

El trago da paso a un concierto de arcadas y expresiones de asco en los rostros de los pacientes que, en algunos casos, sufren roturas de vasos capilares en los ojos provocados por los retortijones que les causa la pócima depurativa.

El brebaje "está compuesto por un centenar de hierbas recogidas de la selva e induce al vómito", según explica a Efe Peter Suparo, quien recurrió a esta fórmula para dejar las drogas antes de ponerse los hábitos de monje.

El bonzo de origen británico es uno de los que logró dejar las drogas gracias a este elixir, cuya receta es secreta y que no puede ser transportado más allá de la verjas que cercan el complejo.

En su caso fue la cocaína la que le arrastró al fracaso y motivó que, tras siete años de adicción, decidiera darle un giro a su vida y viajar hasta este centro de Saraburi, en el centro de Tailandia, con el fin de dejar las drogas.

Su caso no es único pero su experiencia fue tan impactante que terminó por convertirse en monje y ahora ayuda a quienes acuden al lugar en busca de auxilio.

Suparo asegura que la mayoría de los toxicómanos "son de origen tailandés y están enganchados a la metanfetamina, al contrario que los extranjeros que su gran perdición es otro tipo de sustancias como la cocaína".

La atmósfera espiritual y el método poco ortodoxo de Tham Krabok, han hecho famoso a este templo en todo el mundo, en gran parte, "por la gran efectividad del tratamiento", según afirma el abad del templo, Vijist Akarajitto.

En el templo, el alojamiento y la desintoxicación son gratuitos, solo se sirve una comida al día y todos los internos usan los mismos uniformes proporcionados por los monjes.

Además, los pacientes deben renunciar a sus pertenencias personales durante su estancia, cuya durada mínima es de siete días aunque "hay quienes permanecen hasta un mes o más", según Suparo.

El programa de desintoxicación se concibió a finales de la década de 1950 durante el mandato del mariscal de campo y primer ministro, Sarit Thanarat, partidario de la línea dura contra las drogas y bajo cuyo régimen fueron ejecutados miles de adictos.

En respuesta, los monjes del templo desarrollaron el programa de desintoxicación y presionaron con éxito para que se reconociera su método como un medio de deshabituación.

El monasterio ofrece el remedio especialmente a consumidores de metanfetaminas, un problema creciente en Tailandia debido a la prevalencia del "yaba", que se traduce literalmente como "droga de la locura".

Esta sustancia sintética produce euforia y alivia la fatiga durante varias horas, pero cuando el componente activo abandona el organismo se pueden dar episodios de trastornos mentales, pérdida de memoria y, a la larga, patologías graves como la esquizofrenia.

Según datos del Centro Nacional de Información Biotecnológica de Estados Unidos, un buen número de consumidores de este narcótico en Tailandia son adolescentes de entre 15 y 19 años que adquieren una dosis por unos 300 baht (unos 9 dólares o 7 euros), lo que explica que la gran mayoría de los internos en el templo ronde esa edad.

"Estoy aquí porque estoy enganchado a la metanfetamina desde hace un año. Esto me hacía sentir muy triste y hacía que no acudiera a trabajar de manera regular", explica Khanokpoj Khakai, un profesor de universidad de 27 años que llegó al templo empujado por su familia.

Khakai, quien asegura haber concluido con éxito el tratamiento, dice que "pasados los primeros 5 o 6 días comencé a sentirme mucho mejor" y ahora puede decir "soy feliz, he olvidado esa droga".

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