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El fantasma del Rusiagate

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El fantasma del Rusiagate sigue rondando Washington. Su sombra oscurece al primer gobierno de la historia que nace a la sombra de un juicio político.

Un "Watergate peor que el Watergate", porque el caso de espionaje fraudulento contra la campaña de George McGovern en las elecciones de 1972, solo involucraba a Nixon y al grupo que sembró micrófonos en el bunker demócrata.

En cambio a Trump, la ayuda para ganar la elección le llegó desde Rusia.

La última revelación es un encuentro entre el hijo y el yerno de Trump, acompañados por Paul Manafort (el jefe de la campaña del candidato republicano) con una abogada rusa vinculada al gobierno de Putin. El encuentro fue admitido por los implicados, quienes se limitaron a decir que la mujer rusa, de quien esperaban información importante para usar contra Hillary Clinton, no les proporcionó datos significativos.

Si hubiera sido así, no sería menos grave. Y que hayan participado el hijo, el yerno y el jefe de la campaña de Trump empieza a responder la pregunta que pronto estallará: ¿sabía el candidato de los contactos que sus allegados tenían con Rusia?

Amén de esos contactos, algo estuvo siempre a la vista: los elogios de Trump a Putin, en momentos de fuertes tensiones por los conflictos en Ucrania y en Siria. En plena campaña, el candidato republicano describía al líder ruso como modelo de liderazgo. Además, en aquellos mítines y entrevistas, empezó a plantear cuestiones que favorecen la proyección geoestratégica rusa, como criticar a la OTAN, apoyar el Brexit y a las dirigencias que quieren desunir Europa, debilitar los tratados de libre comercio, insinuar el retorno a las tensiones con China previas al deshielo logrado por Kissinger y Chou En-lai, aislando al gobierno soviético de Brezniev.

Actos y palabras del propio Trump oscurecen la sombra del "Rusiagate"; el caso que podría convertirse en impeachment. Y no es lo único con esa potencialidad. Las desmesuras del presidente contra sus críticos han cruzado los límites de la sensatez. Haber difundido un meme en el que aparece como si estuviera golpeando a la CNN, fue otro acto grotesco y violento que se suma a una larga lista. Entre los demócratas, así como en las cercanías de republicanos prestigiosos como John McCain, empiezan a preguntarse si actitudes que avergüenzan a gran parte de la sociedad y dañan la imagen institucional de Estados Unidos, no ameritan una destitución como la que se aplicó en 1997 contra Abdalá Bucaram en Ecuador: por "incapacidad mental" para gobernar.

LA BITÁCORA

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