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Falta liderazgo ante la pandemia

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Christine Lagarde. Foto: AFP
IMF Managing Director Christine Lagarde speaks at Northwestern University's Kellogg School of Management on September 28, 2016 in Chicago, Illinois. The head of the IMF on Wednesday renewed warnings against protectionism and trade restrictions, saying that the global economy risked prolonged low growth and that advanced economies faced painful inequality. / AFP / Tasos Katopodis IMF-WORLDBANK-ECONOMY-GROWTH
TASOS KATOPODIS/AFP

SALUD

Hay respuestas divergentes ante el coronavirus, que es de rápido contagio.

Christine Lagarde. Foto: AFP

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, advirtió, en Frankfurt (Alemania) que el coronavirus podía detonar una crisis económica tan grave como la del 2008. En Berlín, la canciller de Alemania, Angela Merkel, alertó que el virus podía contagiar a dos tercios de la población de su país. En Londres, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, desplegó un paquete de rescate de casi 40.000 millones de dólares para amortiguar el impacto del brote en su economía.

Mientras el saldo de los afectados por el virus continúa en aumento y los mercados financieros desde Tokio a Nueva York siguen estremecidos, los líderes mundiales finalmente empiezan a hablar de la gravedad de lo que la Organizacion Mundial de la Salud (OMS) declaró la semana pasada como una pandemia.

Sin embargo, esas voces siguen sonando más a una cacofonía que a un coro, un balbuceo disonante de políticos, todos con sus propios problemas para afrontar los múltiples retos causados por el virus, desde su abrumadora carga a los hospitales y trabajadores de la salud hasta su devastación económica y el creciente número de fallecidos.

Al coro también le hace falta un director, un papel interpretado por Estados Unidos durante la mayoría de la era posterior a la Segunda Guerra Mundial.

El presidente Donald Trump no ha trabajado con otros líderes para diseñar una respuesta en conjunto, y ha preferido promover su muro fronterizo que hacerle caso al asesoramiento científico de sus propios médicos expertos. Durante un discurso en el Despacho Oval realizado el miércoles pasado, impuso una prohibición de 30 días a los viajes de Europa a Estados Unidos alegando, sin ninguna evidencia, que la laxa respuesta inicial de la Unión Europea (UE) había traído más casos del virus a través del Atlántico, con “un gran número” causados por viajeros de ese continente.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, ha decidido llamar a la epidemia como el “virus de Wuhan”, lo que denigra al país donde se originó y complica los esfuerzos para coordinar una respuesta global.

Resiste

El mismo desprecio por la ciencia y el impulso de bloquear extranjeros ha caracterizado a líderes desde China a Irán, así como a populistas de derecha en Europa, lo cual está sembrando el cinismo y dejando a las personas sin saber a quién creerle. Lejos de intentar erradicar el virus, líderes poderosos como el presidente de Rusia Vladímir Putin y el príncipe heredero de Arabia Saudita Mohamed bin Salmán, se han aprovechado de la conmoción para encubrir medidas que consolidan su poder.

Y aun así es muy simple achacarle todo a Trump o a los líderes mundiales en colectivo. Parte del problema es simplemente la naturaleza malvada del patógeno.

El coronavirus ha resistido las herramientas que los países han usado contra calamidades mundiales previas. Misterioso en su transmisión e implacable en su propagación, ha hecho que los países intenten respuestas totalmente divergentes. La falta de estándares comunes en las pruebas de diagnóstico, en la cancelación de concentraciones públicas y en las cuarentenas, ha profundizado la ansiedad de la gente y debilita la confianza en sus líderes.

Las crisis simultáneas en la oferta y demanda -fábricas de iPhone cerradas en China; góndolas vacías en Venecia, Italia; y pasajeros abandonando cruceros, hoteles y aerolíneas en todas partes- son fenómenos inéditos que es posible que no respondan a las medidas que los gobiernos utilizaron contra el desajuste que vino después de los ataques terroristas de septiembre de 2001 y la crisis financiera del 2008.

“La naturaleza de esta crisis es cualitativamente diferente a la ocurrida en 2008 porque las herramientas tradicionales para superarla no son tan efectivas”, afirmó Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores. “Incluso si Estados Unidos tomara el rol de liderazgo, el manual tradicional no sería tan relevante en este caso”.

El Reino Unido, por ejemplo, recibió elogios por su sólida respuesta económica la cual, además de los miles de millones de libras destinados a hospitales y a los trabajadores marginados por la enfermedad, incluyó una marcada reducción de la tasa de interés del Banco de Inglaterra.

Aun así, las acciones en Londres cayeron, si bien no tan abruptamente como en Wall Street, donde los inversionistas desestimaron la propuesta del secretario del Tesoro Steven Mnuchin de permitirle a los estadounidenses posponer el pago de sus impuestos sobre la renta, el cual afirmó le aportaría 200.000 millones de dólares a la economía.

La otra gran idea de Trump, una reducción del impuesto sobre la nómina, fue declarada “imposible” por los demócratas del Congreso, quienes se apresuraron a introducir una ley para proporcionar ayuda financiera a los pacientes, trabajadores y familias afectadas por la veloz epidemia.

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Primero, frenar al virus, luego buscar solución a la economía

Richard Haas, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, considera que la intensidad del enfoque que busca limitar el golpe económico es comprensible, dada la situación inestable en los mecados, pero fue prematura. Afirmó que los países necesitan dirigir sus energías a frenar y mitigar la propagación del virus antes de embarcarse en programas fiscales para reparar el daño económico.

El problema es que, con algunas escasas excepciones, sus esfuerzos han sido desafortunados. En Estados Unidos, la demora en desarrollar los paquetes de pruebas de diagnóstico y la escasez de pruebas del coronavirus le ha imposibilitado a los funcionarios, incluso semanas después de que los primeros casos aparecieran en el país, tener una verdadera perspectiva de la magnitud de la epidemia.

En Italia, el país más golpeado por el avance del coronavirus, después de China, los políticos y médicos expertos tuvieron fuertes disputas acerca de si las autoridades estaban examinando a demasiadas personas en la Lombardía, lo que podía traducirse en que se inflaran las cifras de contagio y se alimentara el pánico en la población.

Incluso comparar la cuenta oficial de casos entre dos países es casi imposible, debido a los diferentes procedimientos de pruebas y criterios de diagnóstico en todo el mundo, afirmó Chris Smith, experto en virología de la Universidad de Cambridge.

Merkel, una voz firme en el drama

La canciller de Alemania, Angela Merkel, apeló el miércoles a la solidaridad y a una acción coordinada europea con “medidas adecuadas” para enfrentar el coronavirus.

Señaló que la videoconferencia de líderes de la Unión Europea (UE) mantenida el martes, “mostró la necesidad de una coordinación estrecha” entre los países miembros. “Haremos todo lo posible como país y asociados con Europa”, dijo, y aseguró que todos son conscientes de que se trata de un “desafío europeo”.

Agregó que los líderes tienen que evaluar “qué medidas son buenas y cuáles no” y el cierre de fronteras “no es una respuesta adecuada”, declaró.

Más bien el objetivo debe ser “ralentizar la propagación” para “ganar tiempo”, porque “hay que encontrar un modo para que ningún sistema sanitario” en la UE resulte “dramáticamente” saturado.

Se refirió en particular a la situación de Italia. “Lo que podamos hacer y podamos asumir, lo haremos”, dijo al referirse a posibles ayudas.

Un impacto aún difícil de evaluar

Angela Merkel se refirió asimismo a las consecuencias del coronavirus en la economía al señalar que el impacto no se puede evaluar todavía al tener que “lidiar con muchas cosas desconocidas”. Se trata, dijo, de definir una “actuación coordinada” en la que cada Estado haga su contribución.

Así, por ejemplo, Alemania se mostró dispuesta a flexibilizar el respeto del principio de “déficit cero” para poder atajar la “extraordinaria situación” de la epidemia de coronavirus. “Haremos lo necesario para superar esta situación”, indicó la canciller, que agregó: “y luego veremos qué significa esto para nuestro presupuesto”.

A nivel europeo, agregó, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento contiene suficiente “flexibilidad” para situaciones “extraordinarias” como la actual y que también el freno al endeudamiento incluido en la Constitución alemana prevé excepciones.

Las situaciones extraordinarias se confrontan con “medios extraordinarios”, señaló.

Alemania es el séptimo país más afectado del mundo. (Con información de EFE)

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