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Tras el fallo judicial a favor de Lula, ahora examinan la actuación de Sergio Moro

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Lula da Silva. Foto: Reuters
FILE PHOTO: Former Brazil's President Luiz Inacio Lula da Silva gestures after voting at a polling station during the municipal elections in Sao Bernardo do Campo, Brazil, November 15, 2020. REUTERS/Amanda Perobelli/File Photo
AMANDA PEROBELLI/REUTERS

BRASIL

A partir de la anulación de las condenas a Lula, la Corte Suprema está ahora analizando la “limpieza” de la operación Lava Jato, ahora puesta en duda.

El terremoto político que provocó en Brasil la anulación de las condenas a Luiz Inácio Lula da Silva, continuó con sus réplicas que llegaron hasta Sergio Moro, el ex juez que investigó al ex presidente.

A partir de la anulación de las condenas a Lula, la Corte Suprema está ahora analizando la “limpieza” de la operación Lava Jato, ahora puesta en duda.

La nueva situación legal Lula, liberado de condenas a prisión que sumaban 26 años, hizo que recuperara sus derechos y pueda aspirar a las elecciones en 2022, cuando el actual presidente, Jair Bolsonaro, intentará renovar su mandato.

El potencial de votos que se presume que conserva Lula ya es una preocupación para Bolsonaro, cuya imagen según las últimas encuestas ha sentido los efectos de su errática gestión de la pandemia, que tiene a Brasil como uno de los países más golpeados, con 267.000 muertos, 11 millones de contagios y una curva creciente.

Sondeos recientes sitúan el apoyo a Bolsonaro en un 30%, con una caída de más de diez puntos en los últimos meses y una tendencia a la baja que se afirma a medida que la pandemia se descontrola.

La popularidad de Lula no ha sido medida en los últimos tiempos pero, a mediados de 2018, cuando su situación judicial le impidió ser candidato a las elecciones que finalmente ganó Bolsonaro, encabezaba todos los sondeos con unos 20 puntos porcentuales de ventaja sobre el actual presidente.

Moro en la mira.

La anulación de las penas que pesaban contra Lula fue decidida por Edson Fachin, uno de los once miembros de la Corte Suprema, sobre la base de que el tribunal de la ciudad de Curitiba que le condenó, entonces a cargo del juez Sergio Moro, no tenía competencia legal para juzgar esos casos, que ahora pasarán a manos de un tribunal de Brasilia.

Más allá de la situación de Lula, la sentencia de Fachin generó una reacción del magistrado Gilmar Mendes, también del Supremo, quien pidió ayer martes se juzgara una demanda contra la supuesta “parcialidad” de Moro en los procesos que le llevaron a condenar al expresidente, quien llegó a pasar 580 días en prisión.

El análisis de la actuación de Moro, responsable de la operación Lava Jato, estaba pendiente desde 2018. Mendes lo rescató tras la anulación de las condenas contra Lula.

Sergio Moro. Foto: AFP.
Sergio Moro. Foto: AFP.

Sin embargo, el análisis de la situación de Moro quedó en suspenso porque el juez Kassio Nunes Marques, quien tiene apenas unos meses en la Corte Suprema pidió más tiempo para examinar el caso.

La votación quedó así indefinida, pero Nunes Marques ayudará a determinar si, como ya sostienen dos de los cinco miembros de la Segunda Sala de la Corte que tiene el caso, Lula fue objeto de una suerte de “persecución política y jurídica” por parte de Moro.

Esa tesis no solo reforzaría la nulidad de las sentencias contra Lula, sino que podría poner en tela de juicio todo lo realizado en el marco del Lava Jato, que también llevó a la cárcel a empresarios y políticos.

El argumento más firme sobre las dudas en torno a la actuación de Moro lo presentó el propio magistrado Gilmar Mendes.

Mendes afirmó que Moro incurrió en “una cadena de actos lesivos al compromiso de la imparcialidad”, que “sin dudas era parte de un verdadero juego del poder” que apuntaba a “deslegitimar” a Lula y a su partido de cara a las elecciones de 2018.

Entre otros factores, citó unos mensajes intercambiados por Moro y los fiscales del proceso contra Lula, revelados en 2019 y que sugieren que el juez orientaba y coordinaba la acción del Ministerio Público, lo que está explícitamente vetado por la ley.

Si se impone finalmente la tesis de Mendes, los posibles efectos de esa decisión son inciertos, pero uno de ellos impactaría a Moro, a quien se baraja como posible candidato presidencial por grupos de derecha frente a Bolsonaro en 2022.

Al mismo tiempo, eso podría aumentar la popularidad de Lula de cara a las elecciones del año próximo, pues se reforzaría la idea de la “persecución” que el expresidente denunció desde el inicio de los procesos en su contra.

Volver a los orígenes.

La anulación de los cargos contra Lula también llevó a Bolsonaro a reanudar negociaciones para unirse al Partido Social Liberal (PSL) por el que se presentó en las elecciones de 2018, pero con el que se apartó un año después.

La valoración es que la entrada de Lula a la contienda hará que la disputa sea más intensa en la primera vuelta y, en estas circunstancias, el tiempo de televisión y el fondo del partido cobrarán más relevancia para, según Bolsonaro, “combatir las fake news” que serían utilizadas por los opositores . El presidente recibió a miembros del PSL en el Palacio da Alvorada el lunes, informó anoche el diario OGlobo.

Los líderes del PSL entrevistados por Globo en privado confirmaron que la posibilidad del acuerdo con Bolsonaro, “antes remota”, ahora “es real”. Uno de ellos argumenta que cualquier partido se “halagaría” de recibir al presidente de la República. El PSL, sin embargo, no está dispuesto a darle a Bolsonaro el control del ejecutivo nacional del partido. Y argumenta que el presidente tendría que ceder esa prerrogativa a cambio de la estructura que le ofrecería el partido.

Bolsonaro tiene prisa y quiere resolver la situación de su partido “hasta abril”, pero los dirigentes del PSL respondieron que no precipitarán la decisión.

Los miembros del ala bolsonarista del partido dicen que no les sorprendería que, en las próximas encuestas electorales, Lula aparezca por delante en términos de intenciones de voto para la presidencia. Argumentan que hay en el aire un ambiente de perdón para el PT, y que, además de patinar en el escenario económico, Bolsonaro se equivocó al conducir la pandemia. Según el propio núcleo del presidente, el ingreso de Lula a las elecciones hace que se reevalúe la estrategia original de migrar a un partido pequeño.

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