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Evitan el desastre, pero se frenan inversión y empleo

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Alta tensión. En Wall Street y en otros grandes centros bursátiles y financieros se vivió una jornada con valores en caída. Foto: Reuters.
LUCAS JACKSON

Hay instrumentos para impedir una crisis como la de 2008.

Primero se produjo el shock. Después, el miedo dominó los mercados del mundo. A medida que el frenesí de ventas se aceleró en Tokio, Hong Kong y Londres, montos de riqueza imposibles de determinar desaparecieron en cuestión de horas.

En los términos más crudos, el pánico que siguió al voto en el Reino Unido para irse de la Unión Europea (UE) hizo recordar el colapso de Lehman Brothers, en 2008, un acontecimiento que convirtió a una crisis financiera que se estaba desarrollando en la caída económica más lóbrega desde la Gran Depresión. Las similitudes inquietantes estuvieron en el ambiente de los mercados, el viernes, planteando una pregunta angustiante: ¿La situación se pondrá tan fea?

A medida que los economistas se reunieron para analizar los hechos como lo hacen los investigadores enviados a la escena de un accidente en una ruta, la mayoría ofreció seguridades de que no va a ocurrir un pánico al estilo del que generó Lehman Brothers. En aquella debacle, los inversores, de manera indiscriminada, huyeron de todos los activos conectados con la desastrosa burbuja inmobiliaria de Estados Unidos. Las hipotecas habían sido convertidas en inversiones exóticas y ofrecidas alrededor del mundo, lo que significaba que aparecerían en cualquier lugar. La desconfianza se diseminó como un virus. Sin embargo, esta vez, la fuente del problema está identificada y relativamente limitada. El Reino Unido y los 27 países que permanecen en la UE enfrentan significativa incertidumbre en sus tratos económicos y financieros a medida que se embarcan en un divorcio complejo.

"Hasta ahora, este no parece un hecho que provoque el fin del mundo", dijo Ian Shepherdson, economista jefe de Pantheon Macroeconomics, una organización de investigación independiente. "La situación es mala, pero no es un cataclismo que cambie las reglas del juego como ocurrió con Lehman". Hizo una pausa y agregó: "Por ahora".

En el mejor de los casos, el desplome de los mercados ocurrido el viernes pasado, representa un ajuste abrupto a la geografía cambiante del comercio mundial. El Reino Unido ha sido disminuido como un lugar para la banca y los negocios, por lo que la Libra perdió algo de brillo.

En el peor escenario, los inversores comenzaron una temerosa marcha para alejarse del riesgo, retaceando a los mercados emergentes y privando del capital necesario a los países de Europa. Esto puede durar tanto como la incertidumbre que golpea a Europa, quizás años.

Sorpresivo.

Si los traumas recientes dejaron algo en claro es la tendencia a que los problemas surjan de manera inesperada. El sistema financiero global está tan interconectado que los vínculos pueden permanecer opacos.

Un factor clave sostiene la confianza de que el Brexit no traerá problemas al estilo de Lehman. En 2008, los bancos centrales a ambos lados del Atlántico no reconocieron el desastre que se creaba. No prepararon el alivio necesario. Si bien algunos pueden cuestionar el grado en que los reguladores han domado los excesos especulativos del mundo financiero, pocos dudan de las mejoras logradas. "Los sistemas financieros en Estados Unidos y Europa, incluyendo al Reino Unido, están más capitalizados y menos apalancados que en 2008", dijo Adam S. Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional, con sede en Washington.

El Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo tienen las herramientas para usar con la finalidad de impedir las amenazas a los bancos. Simplemente pueden imprimir dinero y prestarlo en la medida en que sea necesario.

El Banco Central de Inglaterra tiene US$ 370.000 millones para buscar la tranquilidad financiera, lo que dio confianza.

Podría caer el nivel de gasto de hogares.

Hay algunos signos inquietantes. La corrida inmediata que hubo en materia de acciones y monedas puede convertirse en algo peor, golpeando la confianza de los consumidores y llevando a los hogares a limitar sus gastos. A medida que las empresas pierden oportunidades de obtener ganancias, es probable que posterguen las inversiones y la contratación de personal.

Si eso ocurre, podría generarse una espiral que derivara en una recesión, tanto en el Reino Unido como a lo largo de Europa, lo que agregaría presión a los bancos. Los mercados parecieron anticipar esa posibilidad, el viernes, al registrar caídas de las acciones de bancos.

El triunfo de la campaña del Brexit también ha dado renovado vigor a las inclinaciones separatistas en otras partes. Si crece la posibilidades de que la UE se quiebre más, los inversores reclamarán condiciones adicionales por créditos frescos a países saturados de deuda como Grecia, Italia y Portugal. Eso puede oprimir a las empresas allí, dificultándo la obtención de financiamiento y afectando aún más sus economías.

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Alta tensión. En Wall Street y en otros grandes centros bursátiles y financieros se vivió una jornada con valores en caída. Foto: Reuters.

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