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España, de la protesta al poder

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En Europa, el anti-sistema ha empezado a convertirse en sistema. Agrupaciones políticas nacidas en las protestas y las plazas de los "indignados", comienzan a conquistar las instituciones que primero sacudieron con furia para que cayera la clase dirigente corrompida y decadente que gobernó esta etapa de la historia.

En las urnas españolas se derrumbaron los partidos tradicionales y sólo crecieron "Podemos" y "Ciudadanos"; el primero engendrado en el fragor de los "indignados" y el segundo creado por intelectuales catalanes para terminar con la clase dirigente tradicional agrupada en Convergencia I Unió (CiU); Ezquerra Republicana, etc., expandiéndose al resto de España. Salvo que las fuerzas tradicionales resuciten, España vivirá un proceso de reconversión como el de la década del 80, cuando enterrado Francisco Franco, empezó el ascenso de quienes habían sido el antisistema del régimen corporativo y dictatorial que rigió desde 1939. Hoy, con los protagonistas de aquella renovación dirigencial que transformó a España en evidente decadencia, empieza un nuevo recambio de clase dirigente.

En Grecia ya está gobernando el antisistema que puso fin al bipartidismo iniciado tras la caída de Papadópoulos y la "dictadura de los coroneles". El centroderechista Nueva Democracia, de la dinastía Karamanlis, y el socialdemócrata Pasok, de la dinastía Papandreu, fueron desplazados del poder por Syriza, la Coalición de Izquierda Radical que convirtió en primer ministro a Alexis Tsipras, y está a punto de sacar a Grecia de un sistema económico al que juzga dominado por el capital financiero.

Mientras en España y Grecia el antisistema empieza a convertirse en sistema desde la izquierda, en Francia el antisistema avanza desde la extrema derecha. La clase dirigente que rigió desde que Charles de Gaulle puso en marcha la V República, en 1958, lleva años bajo una presión creciente para que abandone el centro de la escena. Conservadores gaullistas, liberales giscardistas y socialdemócratas mitterrandianos, ya han tenido que unir sus votos para evitar que el extremista y xenófobo Jean-Marie Le Pen se convierta en presidente. Ahora es Marine Le Pen, la hija del fundador del Frente Nacional, quien se apresta a dar la estocada final para que a Francia la gobierne la ultraderecha. En el colapso económico de 2001, Argentina gritó "que se vayan todos". Pero una parte de la vieja dirigencia se disfrazó de antisistema y perduró. En España, Grecia y Francia no se dio ese travestismo. Por eso es que, para bien o para mal, una nueva dirigencia está desplazando a la que ya exhibe decrepitud y decadencia.

La Bitácora

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Claudio Fantini

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