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España amplía el estado de alarma por la pandemia del coronavirus

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Una mujer camina por una plaza vacía en España. Foto: Reuters

Pedro Sánchez fue muy claro al prorrogar por 15 días el estado de alarma, pero a la vez señalar que después enfocará vías hacia la normalidad.

Las cifras siguen estremeciendo: la pandemia de COVID-19 ya ha causado la muerte de 63.437 personas y 1.169.000 infectados en el mundo. Mientras Italia y España se mantienen entre los países más golpeados por el coronavirus con devastadoras consecuencias en la salud, la sociedad y la economía, Estados Unidos llegó ayer sábado a 301.902 casos en su territorio, según el recuento de la universidad Johns Hopkins. La pandemia dejó al menos 8.162 muertos en el país, según la misma fuente.

Ante este panorama desolador, se ha desatado una carrera mundial para adquirir mascarillas como otra vía de intentar frenar el contagio.

El estado de Nueva York, epicentro del virus en Estados Unidos, anunció ayer sábado 630 nuevos fallecidos, su peor balance en una jornada y acelera los preparativos ante la llegada del pico de la epidemia.

Estados Unidos es el país con más casos de coronavirus del mundo. El número de personas infectadas se ha duplicado en solo cinco días, ya que el pasado lunes el país superó los 150.000 casos y el miércoles sobrepasó los 200.000, según la Universidad Johns Hopkins, cuyo mapamundi del coronavirus se ha convertido en una fuente de referencia ante la lentitud de actualización de los datos oficiales.

Casi un cuarto de las muertes se han registrado en la ciudad de Nueva York, con al menos 1.905 fallecidos, y con otros 1.202 muertos en el mismo estado, según la universidad, cuyos datos son algo inferiores a los ofrecidos ayer sábado por el gobernador Andrew Cuomo, que confirmó 3.565 decesos en todo el territorio.

En el resto del país, la cifra de decesos por localidad sigue siendo baja en comparación con Nueva York, con 223 muertos en el condado donde está Detroit (Michigan) y 188 en el de Seattle (Washington).

Nueva York está en cuarentena obligatoria por el coronavirus. Foto: Reuters
Nueva York está en cuarentena obligatoria por el coronavirus. Foto: Reuters

Cuomo dijo que espera que el pico de la curva de contagios en Nueva York, que supondrá “el mayor reto para el sistema de salud”, tenga lugar en los próximos siete días.

En el mejor de los casos, la Casa Blanca augura que el coronavirus podría dejar entre 100.000 y 240.000 muertos en Estados Unidos, incluso con las medidas de contención que se han implementado, y ha avisado de que la cifra puede llegar a entre 1,5 y 2,2 millones si no se hace nada para combatir el virus. De momento, 42 de los 50 estados del país, además de Puerto Rico, el Distrito de Columbia y varias otras ciudades y condados han emitido decretos para urgir a sus ciudadanos a quedarse en casa, lo que supone que más del 90% de la población estadounidense (unos 300 millones de personas) se encuentra recluida.

El presidente Donald Trump, avisó a la nación, el martes, de que las próximas dos semanas serán “muy dolorosas”.

Extensión en España.

Si bien algunos datos ofrecen un atisbo de esperanza en España e Italia, observándose un descenso del número de enfermos que llegan a los hospitales públicos y privados, los dos gobiernos mantienen las medidas extremas.

El gobierno de España, que preside el socialista Pedro Sánchez decidió ayer sábado prorrogar dos semanas más el estado de alarma por el coronavirus, hasta el 26 de abril, y prepara más prórrogas. Pero, los sectores no esenciales que se han paralizado hasta el 9 de abril podrán volver a trabajar, porque el decreto que ordenaba la hibernación de la economía no se prorrogará. La idea del Gobierno es volver después de Semana Santa al confinamiento que había antes de esta semana, esto es, con la economía bajo mínimos, pero algunos sectores como la gran industria y la construcción funcionando con medidas de seguridad.

Sánchez ha tomado esta decisión después de consultar al comité cientfíco, que analiza todos los datos y los modelos estadísticos que calculan cómo puede evolucionar la pandemia. El Gobierno solicitará al Congreso que le permita extender la alarma dos semanas más. El Ejecutivo necesita la aprobación del Parlamento para cualquier prolongación. Esta es la segunda prórroga de 15 días, hasta llegar a 45 días de alarma.

Pero habrá más, ha admitido Sánchez. “Lógicamente las medidas van a durar más que 15 días. ¿Por qué no solicitamos más? Porque estaríamos sentando un precedente. La Constitución en su artículo 116 habla de prórrogas de 15 días y es muy importante rendir cuentas ante el Congreso de los Diputados”, ha sentenciado.

Pedro Sánchez, este viernes brindando una conferencia de prensa al país anunciando la medida. Foto: Reuters
Pedro Sánchez, este viernes brindando una conferencia de prensa al país anunciando la medida. Foto: Reuters

Sánchez mostraba así que el Gobierno se ha planteado decretar una alarma superior a dos semanas, porque da por hecho que la necesitará, pero ha decidido por rigor democrático mantener las prórrogas de 15 días. “Anuncio que vendrán más días de estado de alarma, pero no los mismos, empezaremos a hacer esa transición y a recuperar algo de nuestra vida económica y social”, ha suavizado el presidente.

La Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos informó ayer que en España hay 124.736 infectados por el coronavirus y se han registrado 11.818 fallecimientos.

Dolor en Italia.

El drama de Italia continúa. En las últimas 24 horas hubo 681 decesos, lo que eleva el número de fallecidos a 15.362 y el de enfermos a 124.632. Italia ha visto por primera vez desde que comenzó la pandemia un descenso de pacientes en los CTI: hay 3.994 personas en esas unidades, cuando el viernes eran 4.068. El gobierno mantiene las estrictas medidas en un esfuerzo por buscar el punto de inflexión del virus.

La Plaza Navona, en Roma, mostraba ayer sábado este aspecto desierto. Foto: Reuters
La Plaza Navona, en Roma, mostraba ayer sábado este aspecto desierto. Foto: Reuters

En la difícil situación de Europa, Francia también sufre las consecuencias crecientes de la pandemia. Desde que estalló la enfermedad, ha registrado 7.560 fallecidos, de los que 5.532 murieron en hospitales y 2.028 en residencias geriátricas y otros centros no hospitalarios, informó el director general de Sanidad, Jerome Salomon, quien también dio cuenta de 6.838 casos graves.

De este lado del Atlántico, en Brasil, el número de muertos subió un 20% hasta los 431, mientras que los casos confirmados se incrementaron un 13,4% hasta los 10.278, informó el Ministerio de Salud.

Estos datos suponen 72 fallecimientos más y 1.222 nuevos casos en las últimas 24 horas, lo que el Gobierno considera todavía como una tendencia aún por debajo de la que se ha observado en la curva del coronavirus en otros países.

“Nuestra curva está tranquila, está por debajo de las curvas que tenían España, Italia y Estados Unidos en este período”, aseguró el secretario ejecutivo del ministerio, João Gabbardo dos Reis.

A nivel regional, el estado de São Paulo, el más poblado de Brasil, con unos 46 millones de habitantes, concentra el mayor número de casos y hasta la fecha registra 260 muertos y 4.466 pacientes contagiados con el COVID-19. Le sigue Río de Janeiro, con 1.246 casos confirmados y 58 muertos.

Anoche, en Argentina, el gobierno informó que se produjeron 98 nuevos contagios, llevando el total de infectados a 1.451. Hay 42 fallecidos.

Coronavirus en el mundo.
Coronavirus en el mundo.

Cambios.

¿Llevaremos todos mascarillas pronto? Después de haber repetido que eran ineficaces contra el coronavirus cuando no se está enfermo, varios países cambiaron de discurso esta semana e instaron a llevarlas, lo que ha creado mucha confusión.

El cambio de estrategia más espectacular ocurrió en Estados Unidos el viernes. El presidente Donald Trump anunció que las autoridades sanitarias aconsejan ahora a todos los ciudadanos cubrirse el rostro al salir de casa. “Se produjo una verdadera inflexión en Estados Unidos y la OMS está revisando sus recomendaciones”, declara a la AFP el profesor KK Cheng, especialista de salud pública en la Universidad de Birmingham (Reino Unido), favorable al uso generalizado de la mascarilla.

Desde el inicio de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud y numerosos gobiernos repiten sin cesar que las mascarillas solo son para el personal sanitario, los enfermos y su entorno cercano, basándose en datos científicos, según ellos. Pero para los expertos que están a favor de su uso generalizado, este discurso tenía como objetivo evitar que la gente se apresurara a comprar las mascarillas reservadas a los sanitarios (máscaras quirúrgicas y las FFP2, de mayor protección), que escasean en muchos países.

En Asia, donde el uso de este tipo de protección está muy extendido, la reticencia de los países occidentales sorprendió.

“El gran error de Estados Unidos y Europa, para mí, es que la gente no lleve máscaras”, afirmó recientemente el jefe del Centro chino de Control y Prevención de Enfermedades, Gao Fu, en una entrevista en la revista Science.

Desde entonces, las posiciones oficiales han ido evolucionando, suscitando la incomprensión de la población.

También cobra mayor peso la hipótesis según la cual el virus se podría transmitir a través del aire exhalado (los llamados “aerosoles” en la jerga científica). Esta forma de transmisión todavía no ha sido probada científicamente.

Pero se sospecha que “el virus puede propagarse incluso cuando las personas simplemente hablan en lugar de toser o estornudar”, aseguró el viernes a la cadena Fox News el especialista Anthony Fauci, asesor de Donald Trump.

Si se confirma, esto explicaría por qué este virus es tan contagioso, y es transmitido por enfermos sin síntomas.

Opiniones diversas sobre la protección

Antes de que las autoridades nacionales de Estados Unidos aconsejaran el uso de la mascarilla, Bill de Blasio, el alcalde de Nueva York, principal foco del COVID-19, se adelantó y pidió que los habitantes de la ciudad se cubrieran la cara al salir de casa.

Para evitar agotar las existencias de los productos médicos, también sirven las mascarillas hechas en casa o por fabricantes textiles.

Según los científicos, sirven para evitar contaminar a los otros pero no para protegerse de la enfermedad.

“Mucha gente piensa que llevar mascarilla les protege del contagio, pero en realidad permite reducir las fuentes de transmisión”, explica el profesor K. K. Cheng, de la Universidad de Birmingham (Reino Unido).

“Funciona si todo el mundo las lleva, y en ese caso, una mascarilla muy básica es suficiente, ya que un trozo de tela puede bloquear las proyecciones” emitidas por un enfermo, añade. “No es perfecto, pero es mejor que nada”, apostilla.

En Alemania, el instituto Robert Koch, a cargo de la lucha contra la pandemia, alentó el viernes a los ciudadanos a utilizar mascarillas hechas en casa. “Todavía no hay pruebas científicas” sobre si limitan la propagación del virus, pero “parece plausible”, estimó su presidente, Lothar Wieler.

En Francia, la Academia de Medicina, también consideró que una mascarilla para la población en general debería ser obligatoria.

Ya es obligatoria en República Checa y Eslovenia, y en Austria para entrar en los supermercados.

La OMS, por su parte, sigue en su posición inicial, puesto que teme que el uso de la mascarilla dé una “falso sentimiento de seguridad” y haga olvidar las medidas más importantes (distancia social, lavado de manos...)

Su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, admitió que seguía “evaluando el uso potencial de la mascarilla de manera más amplia. La pandemia evoluciona, las pruebas y nuestros criterios también”, declaró.

Según un estudio publicado el viernes en la revista Nature, el uso de mascarillas quirúrgicas reduce la cantidad de coronavirus en el aire exhalado por los enfermos. El informe se hizo a partir de otros coronavirus que no son el actual SARS-CoV-2.

“Este estudio aporta una prueba importante a favor del uso de la mascarilla”, comentó el doctor Rupert Beale, del Francis Crick Institute de Londres. “Los responsables de la sanidad pública deben tenerlo en cuenta”. (Con información de AFP)

El campo que es bomba de tiempo

En el campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, miles de refugiados se empujan unos a otros en las filas formadas frente a inodoros y duchas, una imagen que dista años luz de las medidas de protección contra el coronavirus.

“¿Para qué sirve usar una mascarilla de protección si comparto el baño con 100 personas?”, se pregunta Hasmad, un afgano de 36 años que aguarda en fila frente a un grifo.

Moria es el campo de migrantes más poblado de Europa, con una población que ronda las 19.000 personas. Al igual que en otros campos de Grecia, el confinamiento se impuso hace dos semanas en un intento de evitar la propagación del coronavirus.

“Ya no nos permiten ir a la ciudad para hacer compras”, se queja el joven afgano. Por ello, cientos de migrantes acuden ahora a pequeños mercados al aire libre alrededor del campo. A la entrada del campo, refugiados y voluntarios de la ONG Asterias distribuyen jabón y antiséptico a los residentes.

“Les decimos que se mantengan alejados unos de otros, pero cuando vemos las filas de espera, es imposible”, dijo a AFP el doctor afgano Ahmad Sina Taha, de la ONG Kitrinos. Taha recuerda los cortes diarios de agua dentro del campo. En un olivar cercano a Moria, donde la basura se acumula en las zanjas, miles de hombres, mujeres y niños se amontonan en refugios improvisados sin agua.

Said, un afgano de 17 años, dice que se enteró de la pandemia por internet.

Hasta ahora el campo de Moria se ha librado de la pandemia. Pero el campo de Ritsona, cerca de Atenas, está en cuarentena porque 23 de los 2.720 migrantes dieron positivo.

En la propia isla de Lesbos, con una población de unas 80.000 personas, hay también unos 10 infectados.

El gobierno ha prometido trasladar a miles de migrantes de las islas a Grecia continental, pero el proceso es muy lento, debido a la falta de sitio en los campos.

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