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Espaguetis al pomodoro, el último almuerzo de Hitler que le hizo Constanze Manziarly

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Líder nazi Adolf Hitler. Foto: AFP.

INÉDITO

Constanze Manziarly trabajó para el líder nazi y desapareció semanas después del suicidio del dictador.

La última comida de Adolf Hitler antes de suicidarse fueron unos espaguetis con tomate que cocinó Constanze Manziarly, la joven dietista austriaca que revela, en cartas ahora publicadas, los problemas digestivos del dictador, los hábitos alimenticios de los nazis, y su miedo.

Constanze trabajó para el líder nazi y desapareció semanas después del suicidio del dictador; ahora, un libro recoge 18 cartas que la joven, prácticamente desconocida hasta ahora, escribió a su familia.

Las cartas que el investigador austríaco Stefan Dietrich recoge en su libro Constanze Manziarly: la última dietista de Hitler, que acaba de publicar la editorial Berlin Story Verlag, estaban destinadas a su padre y a su hermana.

Fechadas desde el 3 de abril de 1943 hasta diciembre de 1944, en ellas la joven explica los hábitos alimenticios “muy específicos” de los nazis, los problemas crónicos de digestión del dictador, las situaciones de estrés que vivía a diario y confiesa que, sobre todo al principio, sentía mucho miedo.

En la primera de las cartas recuperadas por Dietrich se observa que Constanze no se siente nada cómoda en su trabajo y que lo realiza por obligación.

“La gente sigue diciéndome que es un privilegio esta misión y que miles de personas me envidian. ¡Oh, si supieran lo que hay en todo esto! Con qué gusto le entregaría todo a alguien con experiencia, alguien más apropiado, y recuperaría mi paz mental”, escribe la joven austriaca.

En las primeras cartas, además, ya advierte de la censura a la que serán sometidas: “Por favor, tengan cuidado al escribir. Sin críticas, el correo es controlado de manera ordinaria”.

Constanze Manziarly, última dietista de Adolf Hitler. Foto: AFP.
Constanze Manziarly, última dietista de Adolf Hitler. Foto: AFP.

Interés en la nutrición.

Constanze Manziarly nació el 14 de abril de 1920 en Innsbruck (Austria), en una familia de clase media acomodada, con interés por la cultura y, en especial, por la música. El escritor indica que, según su hermana -gracias a quien consiguió las cartas-, Constanze era tranquila, concienzuda, interesada en una gran variedad de cosas y bien educada. También, que desde muy pronto había mostrado interés en una vida sana y natural, centrada en el campo de la nutrición.

Cambio de dietista.

El dictador conoció a Constanze cuando estaba en la clínica de Berchtesgaden, una localidad alemana próxima a Austria donde Hitler tenía su residencia de montaña. Según explica el investigador, Hitler acababa de despedir a su dietista tras descubrir que la ascendencia de su abuela era “cuestionable” y tenía “sangre judía”.

Esto ocurrió cuando el dictador y su comitiva se estaban trasladando de la “Guarida del Lobo”, su cuartel general en Prusia Oriental, al Berghof en la zona de Berchtesgaden el 25 de marzo de 1944.

A poco de empezar Constanze Manziarly su trabajo como nueva dietista del dictador, escribe en una carta del 3 de abril de 1944, que lo que más “le desgasta” es la enorme carga de responsabilidad que tiene que llevar.

“Debido a las instrucciones de ‘allá arriba’, tendré que quedarme mientras él esté aquí. Esto puede ser 14 días, o algunos meses, o medio año, nadie lo sabe”, escribe Constanze.

En julio de 1944 -cuando el cuartel general estaba a punto de regresar a la “Guarida del Lobo”- se le preguntó a Constanze si estaba dispuesta a unirse al personal.

Manziarly revela que no tuvo libertad de elección para rechazar el puesto al servicio de Hitler. “El Führer lo ha querido así. Cualquier objeción sería completamente inútil”.

Aunque la joven austriaca tenía la esperanza de trabajar solo hasta otoño para Hitler, en la carta del 27 de julio les confirma que se tendrá que quedar indefinidamente.

Desde esa fecha hasta la muerte del dictador, Constanze formó parte del exclusivo círculo íntimo en torno Hitler. Se convirtió en su dietista y se dedicó a prepararle los menús, compartió sus comidas, participó en sus sesiones nocturnas de té y, finalmente, estuvo en el búnker durante su suicidio.

La última comida.

El 30 de abril se le ordenó que, como de costumbre, preparara el almuerzo. Lo que Constanze cocinó fueron unos espaguetis “con una ligera salsa de tomate” que Hitler comió junto a ella y sus dos secretarias.

El escritor explicó a EFE que una de ellas, Traudl Junge, escribió en su diario que se le indicó a Constanze que, después del suicidio, preparara una cena como si fuera para Hitler con la intención de ocultar la muerte de este.

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