EN JAPÓN
Lo compartió en redes y comenzaron a darse cuenta de que la mascota "ladraba muy raro". Entonces empezaron a surgir algunas hipótesis sobre la verdadera identidad zoológica del animal.
En medio de la pandemia y el aislamiento por el coronavirus, la solidaridad entre humanos y hacia los animales fue uno de los aprendizajes más esperanzadores en la nueva normalidad. En Japón, Marcy, un joven apasionado por los animales, encontró un cachorrito supuestamente abandonado a la vera de una calle y decidió recogerlo para buscarle un dueño a través de redes sociales. El muchacho estaba convencido de que estaba intentando dar en adopción a un "perrito". Pero estaba equivocado.
El joven encontró al animal junto a la carretera 275 de la ciudad japonesa de Tsukigata. Escribió pronto un tweet en el que decía que había llevado al cachorrito a la veterinaria, que era una hembra, y que le había puesto por nombre Luna. Y pedía, o bien por su dueño, o por alguien que quisiera adoptarla.
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— MARCY (@marcy_com) May 1, 2020
Muchos compartieron su pedido y expresaron la ternura que les inspiraba el animalito. Pero junto a ese posteo el joven Mercy había subido un video de la cachorra y los seguidores comenzaron a darse cuenta de que la adorable mascota "ladraba muy raro". Entonces empezaron a surgir algunas hipótesis sobre la verdadera identidad zoológica del animal.
Muchos pensaron que era un tanuki, una especie de mapache japonés, pero luego de un largo debate llegaron a la conclusión de que podía tratarse de un ejemplar de kitsune, el nombre que se le da a un zorro salvaje japonés.
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— MARCY (@marcy_com) May 2, 2020
Para liquidar las sospechas, Mercy volvió a acudir al veterinario, que le confirmó que se trataba efectivamente de un zorro. Como es imposible en Japón tener este tipo de animales salvajes como mascotas, porque son peligrosos y porque pueden transmitir enfermedades riesgosas para el hombre, el joven decidió llevar al animal a un refugio específico para este tipo de especies.
En el lugar le dijeron que Luna tenía entre uno y dos meses y que la cuidarían hasta que creciera lo suficiente para poder valerse por sí misma, y así poder liberarla en la naturaleza, tal como lo consigna el medio japonés Grape.