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El primer mes de Bolsonaro, entre sospechas y problemas

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Bolsonaro se encuentra internado desde el lunes, cuando fue intervenido para retirarle una bolsa de colostomía. Foto: Efe.

PERSPECTIVA DE BRASIL

El presidente cumple 30 días, sin grandes medidas y algunos traspiés

Sospechas de corrupción, un primer viaje internacional deslucido, marchas y contramarchas, una tragedia humana y ecológica, divergencias internas, una cirugía y algunas medidas simbólicas para su base de apoyo... el primer mes de gestión de Jair Bolsonaro estuvo repleto de problemas y dio pocos frutos.

De cualquier manera, los desafíos reales comienzan ahora, con la asunción del nuevo Congreso, que será decisivo en definir la suerte de la administración del presidente ultraderechista de Brasil.

“No fue un buen comienzo. Enero estuvo marcado por una serie de inconvenientes que complicaron al gobierno y demostraron cierta falta de preparación. Lo positivo es que aún existe un clima favorable, una luna de miel que puede amortiguar el impacto y dar tiempo a Bolsonaro para adecuarse al Palacio del Planalto”, indicó el analista Paulo Calmon, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia.

La gran sorpresa del inicio de la nueva administración brasileña fue la rapidez con la que surgieron las primeras sospechas de corrupción en el entorno presidencial, más precisamente sobre el hijo mayor del mandatario, el flamante senador Flavio Bolsonaro.

Ya antes de asumir su padre el poder, se reveló que un exasesor de Bolsonaro hijo -Fabricio Queiroz- había realizado suspicaces transacciones en efectivo que no se condecían ni con su salario ni con su patrimonio. Hasta el momento, sin embargo, las dudas sobre el caso siguen sin haber sido claramente explicadas.

Tragedia.

Los titulares sobre “Zero Um” (01, como apoda Bolsonaro a su hijo mayor) fueron opacados por el accidente del dique de contención de desechos mineros en Brumadinho. Bolsonaro se mostró activo y decidido frente a la tragedia humana y ambiental, y eso evitó un desgaste político mayor.

Decepcionante resultó de todas formas la participación del presidente en el Foro Económico Mundial en Davos, que pretendía ser su gran presentación ante la sociedad internacional, la élite de inversores y líderes globales a los que Bolsonaro buscaba impresionar. Su presentación fue cortísima, muy vaga y dejó más preguntas que certezas sobre cómo recuperará la economía del gigante sudamericano.

Mientras tanto, al interior del gobierno surgían los primeros cortocircuitos: el presidente anunció un aumento de impuestos que luego fue desmentido por el equipo económico. Bolsonaro adelantó que trasladaría la embajada brasileña en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, aunque más tarde, en medio de críticas y advertencias del mundo árabe y musulmán, el vicepresidente, el general Hamilton Mourão, aseguró que no habría una mudanza por ahora.

La propuesta de vastas privatizaciones que incluirían el sistema de comunicaciones público (EBC) se quedó en un proceso de “reestructuración”. Y el aviso de Bolsonaro de que retiraría a Brasil del Acuerdo de París sobre cambio climático se evaporó en medio del recálculo del discurso antiambientalista del gobierno al que obligó el desastre en Brumadinho, que dejó más de 115 muertos y 248 desaparecidos bajo el barro por fallas de fiscalización a la minera Vale.

Por ahora, la única medida importante aprobada por el gobierno, por decreto, fue una flexibilización de las reglas para la posesión de armas. Promesa de campaña y guiño a su base, fue más que nada simbólica.

La gran prueba de fuego para el gobierno será la relación de trabajo que construya con el Congreso. Ingresaron muchos legisladores nuevos, distanciados de la clase política tradicional, jóvenes, que no se sabe cómo funcionarán en un Parlamento muy fragmentado.

Se recupera tras compleja cirugía.

Jair Bolsonaro presentó ayer una “evolución clínica estable” pero sigue con una sonda nasogástrica debido a los mareos y vómitos sufridos la víspera, informó el equipo médico del hospital en el que fue sometido a una cirugía para la retirada de una bolsa de colostomía.

El mandatario fue sometido el lunes pasado a una operación para la remoción de la bolsa que le acompañaba desde setiembre cuando sufrió un atentado durante un mitin electoral y que le dejó hospitalizado.

Bolsonaro se encuentra “sin dolor, sin fiebre y sin señales de infección”, de acuerdo con el boletín médico divulgado ayer por el Hospital Albert Einstein de Sao Paulo.

Bolsonaro debe permanecer ingresado en el centro médico unos días más, aunque reasumió sus funciones el miércoles pasado y, desde entonces, mantuvo encuentros con su equipo y pasó a despachar desde el hospital.

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