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Ejército ruso lanzó su asalto final para poder conquistar el este de Ucrania

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Guerra en Ucrania. Foto: EFE.
Imagen fechada el pasado 3 de abril en la que se aprecia una columna de humo tras un ataque ruso en la ciudad de Odesa. EFE/EPA/GEORGE VITSARAS
GEORGE VITSARAS/EFE

“POTENTE ATAQUE”

Se registraron bombardeos en la devastada Mariúpol y en Odesa, puerto estratégico en el mar Negro.

Rusialanzó ayer martes su ataque final para acerca de la acería de Azovstal, último reducto de resistencia ucraniana en la devastada ciudad de Mariúpol, tras un alto el fuego que permitió la evacuación de un centenar de civiles.

Sviatoslav Palamar, subcomandante del batallón Azov, que defiende las instalaciones, dijo en un mensaje video en Telegram que lo que Rusia había lanzado sobre esa planta fue un “potente ataque” con apoyo de blindados y tanques.

El Ministerio ruso de Defensa, confirmó esta ofensiva con apoyo de las milicias de la denominada “República Popular de Donetsk”, uno de los dos enclaves separatistas prorrusos de la región ucraniana del Donbás reconocidas por Rusia.

El alto el fuego, anunciado el lunes, permitió evacuar, con el respaldo de la ONU y la Cruz Roja, a 101 civiles del complejo metalúrgico. (Ver nota en esta página).

En el resto del país, Rusia siguió lanzado misiles contra Járkov, la segunda ciudad de Ucrania, después de la capital, Kiev, y contra localidades vecinas, indicó el Estado Mayor del ejército ucraniano.

Más al sur, cerca de Izium, los rusos bombardearon “intensamente” las posiciones ucranianas y en el Donbás intentan “tomar pleno control de las localidades de Popasna y Rubizhne y avanzar hacia Limán y Sloviansk”, agregó el reporte.

En el este, al menos 10 personas murieron y 15 resultaron heridas en el bombardeo ruso de una fábrica en la ciudad de Avdiivka.

Según el gobernador de la región de Donetsk, el ejército ruso habría atacado a “trabajadores que acababan de terminar su turno y estaban esperando en la parada del autobús”.

En el suroeste, la ciudad portuaria de Odesa, a orillas del mar Negro, volvió a sufrir el impacto de misiles rusos que causaron la muerte de un adolescente de 15 años, según el presidente Volodimir Zelenski,.

Además de su avance en el Donbás, los rusos se han hecho con importantes franjas del sur de Ucrania, como la ciudad de Jersón, a 130 km de Odesa y muy cerca de la península de Crimea anexionada por Moscú en 2014.

En un pueblo de esa zona, Novofontanka, la Fiscalía general de Ucrania anunció una investigación por posibles “torturas y asesinatos” tras el hallazgo de dos cadáveres en una fosa, uno de ellos con las piernas atadas.

Después de más de dos meses de guerra, los países occidentales y Ucrania temen que Rusia aproveche la conmemoración de la victoria sobre la Alemania nazi el 9 de mayo para mostrar avances en su invasión.

El ministro de Defensa ucraniano apuntó a un posible intento de integración en Rusia de las autoproclamadas repúblicas prorrusas de Donetsk y Lugansk, reconocidas por Putin antes de la guerra.

El embajador de Estados Unidos ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Michael Carpenter, señaló el riesgo de que esta anexión se concrete a través de sendos referendos a mediados de mayo, una estrategia que recuerda a lo ocurrido en Crimea en 2014.

Papa quiere ir a Moscú

El papa Francisco aseguró que está dispuesto a viajar a Moscú y reunirse con Vladimir Putin, para tratar de detener la guerra en Ucrania, que comparó con la de Ruanda, en África.

“Tengo que ir a Moscú primero, tengo que encontrarme con Putin primero”, dijo el papa al diario italiano Il Corriere della Sera en una entrevista publicada ayer martes.

“¿Cómo es posible que no se detenga esta brutalidad? Hace veinticinco años, con Ruanda, vivimos la misma experiencia”, agregó el papa, al referirse al genocidio de Ruanda, en 1994, el intento de exterminio de la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu, en el que murieron unas 800.000 personas.

Francisco recordó que “el primer día de la guerra” llamó por teléfono al presidente ucraniano Volodimir Zelenski y repitió varias veces durante la entrevista que estaba listo para ir a Moscú. “En diciembre hablé con él (Putin) por mi cumpleaños, pero esta vez no llamé. Quise hacer un gesto claro que todo el mundo pudiera ver y por eso me dirigí al embajador ruso. Les pedí que me explicaran, les dije que por favor se detuvieran. Luego le pedí al cardenal (Pietro) Parolin, tras veinte días de guerra, que hiciera llegar un mensaje a Putin de que estaba dispuesto a ir a Moscú”, subraya.

“Todavía no hemos recibido respuesta y seguimos insistiendo, aunque me temo que Putin no pueda ni quiera realizar este encuentro en este momento”, comentó.

Cuestionando las causas del conflicto, el líder católico habló de que la “ira” del Kremlin había sido “facilitada” por “los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia”, unas declaraciones que no gustaron a Polonia, país vecino de Ucrania y miembro de la Alianza Atlántica.

“Muchos de nosotros nos llevamos las manos a la cabeza al oír lo que ha dicho el papa”, reaccionó el ministro polaco de Educación, Przemyslaw Czarnek, y afirmó que las declaraciones habían “ofendido” a los polacos.

El papa razonó también sobre el suministro de armas por parte de los países occidentales a la resistencia ucraniana, una cuestión que divide al mundo católico.

“No sé responder a la pregunta de si es correcto abastecer a los ucranianos, lo que está claro es que en esa tierra se están probando las armas. Los rusos saben ahora que los tanques son poco útiles y están pensando en otras cosas. Las guerras se libran por eso: para probar las armas que hemos fabricado”, afirmó. (Con información de AFP, EFE)

Biden arremete contra Putin
“La prensa libre no es el enemigo”
Joe Biden: Foto: AFP

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, arremetió ayer martes contra el mandatario ruso, Vladímir Putin, por la muerte de once periodistas en la guerra de Ucrania y por tratar de silenciar a quienes quieren contar la verdad sobre este conflicto.

En una declaración con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, Biden lamentó estos fallecimientos y las heridas que han sufrido al menos otros once informadores desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania.

Y criticó que el Kremlin haya impulsado una ley de desinformación que pretenda silenciar a los medios y que apueste por la represión y la censura o la amenaza de castigos y ha llevado a muchos medios a abandonar Rusia.

“Este es el precio que los trabajadores de los medios de comunicación y sus familias están pagando por contarnos la injusta y brutal guerra de Putin en Ucrania”, dijo ayer el presidente de Estados Unidos.

La prensa libre “no es el enemigo del pueblo” dijo Biden. “Al contrario, cuando busca alumbrar y educar y no inflamar ni entretener, la prensa libre es la guardiana de la verdad”, añadió.

Y prometió nuevas iniciativas, desde programas para proteger a los periodistas de espurias acusaciones hasta fondos para extender el apoyo a reporteros en riesgo.

Añadió que los gobiernos de otros países, la sociedad civil y el sector privado tienen un “papel importante que jugar” para sostener esta labor “vital” y Estados Unidos “está preparado para formar parte de esos esfuerzos”.

Apenas iniciada la invasión a Ucrania, Putin hizo aprobar en el parlamento ruso una ley que penaliza con hasta 15 años de cárcel a periodistas que informen sobre la guerra sin ajustarse a la versión oficial.

El fin de todo

El periodista ruso y Premio Nobel de la Paz, Dmitri Murátov, denunció ayer martes la propaganda rusa que aboga por usar armas nucleares en Ucrania, advirtiendo que supondría “el fin de la humanidad”. “No descartaría la posibilidad de que se utilicen armas nucleares”, dijo Murátov en Ginebra. El Kremlin dijo haber puesto a las fuerzas nucleares rusas en alerta máxima poco después de que comenzara su invasión rusa a Ucrania el pasado 24 de febrero.

Rescate de 101 civiles de la acería de Azovsta y de una espía rusa

La primera parte de la operación para evacuar a civiles de la acería de Azovstal concluyó ayer martes con éxito con la salida de la planta de 101 personas, de las que 69 optaron por desplazarse hasta Zaporiyia y el resto decidieron quedarse en la asediada Mariúpol.

Fue la primera operación de rescate a gran escala gestada con el acuerdo de los gobiernos de Ucrania y Rusia con la colaboración de la ONU y el apoyo de Cruz Roja, con la que se logró la salida de 137 personas en total de la zona de Mariúpol, de donde llegan relatos terroríficos de devastación.

El viaje fue extremadamente complicado y estuvo lleno de riesgos: durante el camino se encontraron minas, municiones sin explotar y ataques de mortero. “No tengo ni idea de dónde venían”, explicó Sebastian Rhodes, de Naciones Unidas, al ser preguntado sobre si los atacantes eran rusos.

Aunque la operación comenzó oficialmente el viernes, no fue hasta el lunes por la tarde cuando los evacuados salieron de Mariúpol. Durmieron en el camino y llegaron a Zaporiyia sobre las cuatro de la tarde.

Tardaron por tanto más de 24 horas en recorrer los 220 kilómetros que unen las dos ciudades y que en condiciones normales se realizan en tres horas. Incluso tuvieron que cambiar el trayecto.

Además de civiles y soldados heridos, en la acería sigue combatiendo el denominado batallón de Azov, que defiende el último reducto de la ciudad ocupada.

Con los civiles rescatados se coló una infiltrada rusa, una combatiente que fue identificada durante el proceso de evacuación y posteriormente retenida. Naciones Unidas revisará su situación, dónde está y en qué condiciones es tratada.

Otra de las rescatadas de la acería de Azovstal explica cómo fue el intercambio: los militares ucranianos los subieron a la superficie, hasta un puente de Mariúpol donde los entregaron a los militares rusos.

En el camino, según explica una de las evacuadas, los militares rusos en los puestos de control chequearon sus teléfonos y les interrogaron en busca de información sobre las posiciones de los soldados ucranianos.

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