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Los ecos de la dictadura

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Debiera Mauricio Macri pedir la renuncia al funcionario que ne-gó un plan sistemático de exterminio ejecutado por la última dictadura? ¿Decir lo que se piensa es una falta en la Argentina?

Manifestar libremente una opinión no es delito, sin embargo el presidente haría bien en expulsar a Juan Gómez Centurión. Pero ¿es aceptable que se sancione a un funcionario por expresar su opinión? En este caso, sí.

Negar la sistematicidad del aniquilamiento es ignorar el océano de pruebas presentadas por Conadep y corroboradas por la Justicia, además de admitidas públicamente por el propio Jorge Rafael Videla. Que se aplicó un plan sistemático no es opinable, es comprobable. Y que un funcionario de un Estado democrático diga lo contrario, revela no una ignorancia obtusa, sino la oscura intención de generar un debate anacrónico e innecesario, exponiendo inútilmente a su gobierno. Gómez Centurión pudo haber cuestionado la apología de Montoneros que auspició el kirchnerismo. Fue una regresión idolatrar como "juventud maravillosa" a quienes usaron violencia criminal contra un gobierno surgido de las urnas. También es una falacia considerar "guerrilla" a lo que, en realidad, fue una organización armada que cometía asesinatos.

Pero el titular de Aduana no cuestionó eso, sino que relativizó la criminalidad de un régimen inconstitucional que hizo del exterminio y la crueldad su señal de identidad.

Hizo algo más: le quitó responsabilidad a Galtieri por la guerra de Malvinas diciendo que la causa del conflicto fue la ocupación británica en 1833. Haciendo cálculos aventurados, un dictador mediocre, alcohólico y con delirios napoleónicos, envió miles de conscriptos mal armados y con escasa preparación a enfrentar a una fuerza poderosísima. Pero para Gómez Centurión, solo fue lo que Hegel llamaría "un instrumento de la historia".

Cualquiera puede opinar lo que quiera, pero es discutible que un funcionario pueda contrariar públicamente los fundamentos del Estado de Derecho. Gómez Centurión lo hizo, por obtusa negligencia o por una oscura intención. Y por cualquiera de esas dos razones, Macri debiera pedirle la renuncia.

LA BITÁCORA

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