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Duro ajuste en Venezuela y el dólar resurge

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Acto: el líder opositor Juan Guaidó habla en un acto realizado en junio. Foto: AFP
Venezuelan opposition leader and self-proclaimed interim president Juan Guaido (C, blue shirt) delivers a speech to supporters during a gathering in Socopo, Barinas State, Venezuela, on June 1, 2019. - Guaido renewed calls for President Nicolas Maduro to resign on May 31 while campaigning in the birthplace of former leader Hugo Chavez, following inconclusive talks in Norway to end the country's crisis. Guaido has been leading a push to oust leftist firebrand Maduro, who has presided over a crumbling economy after succeeding Chavez in 2013. (Photo by Yuri CORTEZ / AFP)
YURI CORTEZ

UN PAÍS EN CRISIS 

Inflación de 200.000%, salarios insuficientes y caída petrolera golpean a los habitantes.

"Oferta. Hallacas. US$ 1,00”, se lee en el cartel que los Paz colgaron en la camioneta familiar para vender la comida navideña por excelencia en Venezuela. El dólar, que estuvo proscripto durante 15 años, corre libre mientras el gobierno aplica un agresivo ajuste para intentar reencauzar la economía.

Sin liquidez, con la producción petrolera en caída libre y las sanciones de Estados Unidos, el presidente Nicolás Maduro se ha visto forzado a aflojar los controles de cambio y de precios reinantes en la era chavista.

Maduro había mantenido el control absoluto de la economía ejercido por el líder socialista Hugo Chávez (1999-2013), con expropiaciones y fiscalizaciones para obligar a bajar precios, pero sin la poderosa chequera que le permitió a su predecesor sustituir producción nacional con millonarias importaciones.

Primero el derrumbe de los precios del crudo y, luego, el de la producción petrolera (de 3,2 millones de barriles diarios hace una década a unos 700.000 actualmente) volvieron insostenible el modelo: la escasez de alimentos se hizo crónica, la inflación explotó y la moneda local, el bolívar, se diluyó.

Ahora dejar hacer es la consigna: “No te voy a controlar, no te voy a expropiar, no te voy a castigar por el precio que vas a cobrar, pero eres tú el que va a poner el capital”, dice el economista Luis Arturo Bárcenas.

Oportunidad: miles de ciudadanos venezolanos cruzan la frontera para realizar compras en la ciudad de Cúcuta (Colombia). Foto: Reuters
Oportunidad: miles de ciudadanos venezolanos cruzan la frontera para realizar compras en la ciudad de Cúcuta (Colombia). Foto: Reuters

Reducción

A la vez, el gobierno, criticado durante años por su indisciplina fiscal, viene recortando gastos y restringiendo créditos al aumentar los fondos que la banca respalda ante el Banco Central.

En ese contexto, la inflación se desacelera aunque sigue siendo la mayor del mundo, proyectada por el FMI en 200.000% para 2019, y la escasez retrocede.

Sin embargo, el PIB continúa cayendo y este año se contraerá 35%, según el FMI. Servicios como el de electricidad colapsan.

“Hubo un reconocimiento del origen de la hiperinflación: el financiamiento monetario del déficit”, señala Bárcenas.

Ante el alza de precios y la depreciación del bolívar (98,3% en 2019), los venezolanos se refugian en el dólar.

“Es una manera de defendernos”, afirma Rosmary Paz, de 26 años, al servir una hallaca (comida típica con masa de harina sazonada y rellena de carne bovina, de cerdo o de pollo, con aceitunas y otros ingredientes) en una avenida de Caracas.

Desde que asumió la presidencia, Maduro denunciaba el “dólar criminal” alegando que las cotizaciones en el mercado negro, surgido a la sombra del control de cambio, eran manipuladas.

Pero en una reciente entrevista dijo no ver “mal” esta dolarización de facto, considerándola “una válvula de escape” frente al “bloqueo económico” de Washington, que impuso un embargo petrolero para forzarlo a dejar el poder.

Proliferan comercios de productos importados etiquetados en dólares y el billete verde incluso rueda en zonas populares. “La gente viene y paga en dólares”, dice Junior Nieves en su pequeño comercio de alimentos en El Valle, una barriada caraqueña.

Para Bárcenas, es “una burbuja”. Más de 50% de las transacciones en Venezuela se hacen en moneda extranjera, pero solo 15% de la población tiene ingresos regulares en divisas y 35% acceso ocasional, según Ecoanalítica.

Fuera de la burbuja quedan quienes viven con bolívares, en un país donde el ingreso mínimo mensual apenas representa nueve dólares.

“Quisiera tener dólares (...), pero no tengo”, lamenta con risa resignada Eloy Rivas, lavador de automóviles de 57 años.

Como parte del ajuste, Maduro redujo la frecuencia de aumentos salariales (este año ha hecho tres frente a seis de 2018), mientras pequeñas pero constantes protestas denuncian el desmontaje de contratos colectivos y la eliminación de beneficios.

En el sector de la salud pública, por ejemplo, los escalafones salariales se difuminan, al punto que un obrero con bonificaciones nocturnas puede ganar más que un médico residente.

“La jerarquía se destruyó”, cuenta Jaime Lorenzo, cirujano con 32 años de ejercicio que devenga unos 20 dólares mensuales en el Hospital Periférico de Catia, donde enfermeras con zapatos desgastados rondan los pasillos. Vive de consultas privadas.

Codiciados: los dólares reaparecen en Venezuela, aunque para un sector reducido de la población. Foto: AFP
Codiciados: los dólares reaparecen en Venezuela, aunque para un sector reducido de la población. Foto: AFP

Remesas

La flexibilización del control cambiario apunta a facilitar el flujo de remesas que envían los migrantes, que superará 3.500 millones de dólares en 2019 según Ecoanalítica. La ONU calcula que 4,5 millones de venezolanos han huido de la crisis y que la cifra alcanzaría 6,5 millones en 2020.

Maduro también ha encontrado una fuente de financiamiento en la explotación de oro, que según la oposición fluye de manera irregular para eludir las sanciones.

“La economía doblegó la visión controladora del Estado”, opina Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, considerándolo un asunto de “supervivencia”.

Pero la flexibilización puede tener “corta vida” si el gobierno cree que retomar controles generaría beneficios políticos, estima Bárcenas.

Ahorrar

En el Black Friday volvieron a quedar en evidencia las dificultades económicas de los venezolanos. En la devastada economía, la jornada de grandes descuentos estuvo más marcada por la necesidad de ahorrar que por la fiebre consumista.

Al trote, decenas de personas ingresaron al centro comercial Sambil -uno de los más grandes de Caracas-, buscando los “descuentos de locura” publicitados en redes sociales, que algunos comercios fijaron en 20, 30 y 50% en el primer Black Friday venezolano.

“Si no es así, no los podría comprar”, confió Leonedis Gallardo, estudiante de 19 años, mientras hacía fila en una zapatería con 20 dólares que ahorró desde enero. Para completarlos tuvo que vender espejos y mesitas de noche de su habitación.

El Black Friday revivió recuerdos de la tradición consumista de la otrora potencia petrolera, opacada por una economía reducida a la mitad en cinco años.

Génesis Guzmán, con 50 dólares en efectivo que ahorró para compras “muy puntuales”, miraba un par de coloridos tenis que le regalaría a su hija de tres años. “La plata se va comprando comida”, aseguró la ama de casa de 28 años, que compra dólares poco a poco buscando proteger sus ingresos ante la inflación que se disparó.

“Es imposible” participar, afirmó Máximo Candar, de 45 años, en un negocio de electrodomésticos. Afirma que su comercio no tiene la base para las rebajas significativas que prometió el Black Friday.

La jornada estuvo precedida de un bombardeo publicitario en redes sociales. Pero la mayoría de los compradores “vienen preguntando y se van”, sostuvo Candar.

Hay fisuras y críticas a Guaidó

El histórico líder opositor Henrique Capriles, cuyo partido Primero Justicia se ha volcado en apoyar a Juan Guaidó, ha abierto fuego contra el gran protagonista del año esta semana. “Está llegando el momento de hacer balance. Se va a terminar el año 2019 y ¿cuál es la política? En política no hay cheque en blanco yo no le firmé un cheque en blanco a nadie”, dijo Capriles en su programa transmitido por redes sociales.

Pese a que no le mencionó directamente si lo hizo al eslogan que más ha repetido Guaidó: “Vamos bien”. “Está terminando 2019, ¿va a decirle a alguien que el país va bien o que la política va bien? Yo creo que cada día el país se aleja más de la política porque siente que no hay repuesta, siente que (...) todo es discurso bla, bla, bla y no pasa nada”, afirmó.

A sus observaciones se ha sumado con más moderación otro de los grandes rostros de la oposición, la conservadora María Corina Machado, que ha criticado la decisión de Guaidó de destituir a su embajador en Bogotá, Humberto Calderón Berti.

Protesta se pierde en laberinto sin claridad
Analistas señalan que las personas no saben cuál es la estrategia
Juan Guaidó pidió que las manifestaciones del sábado sean pacíficas. Foto: EFE.

Dos semanas después de haberse realizado una importante manifestación contra el Gobierno de Nicolás Maduro, los llamados a protestas en las calles hechos por el jefe del Parlamento, Juan Guaidó, no han sido atendidos por la mayoría de sus seguidores, como ocurrió el lunes 25.

El escenario no responde únicamente a que el parlamentario, reconocido como presidente interino por casi 60 países, haya perdido respaldo, pues, según la encuestadora Delphos, el apoyo al líder político se ha desvanecido en un 20%, pues ha pasado de un 65% en enero, a un 45% ahora.

La situación es consecuencia de la falta de claridad que tiene la gente en la estrategia y el fin de la protesta porque, según el director de la firma, Félix Seijas, “uno de los problemas” que hay para reactivar las manifestaciones “es que las personas están confundidas”.

“Las personas no entienden dónde están paradas, no saben dónde están paradas, no saben hacia dónde se están moviendo (...) no saben cuál es su rol dentro de todo este juego”, aseguró, pues vienen de confiar en la idea que se generó a principios de enero, cuando a través del discurso opositor, se señaló que el cambio de Gobierno ocurriría por la vía “rápida”.

Sin embargo, aunque la gente no responda a los llamados de Guaidó, en Venezuela ocurren casi a diario pequeñas manifestaciones con fines sociales por la falta de agua, luz, gas o medicinas. En este momento, las enfermeras y maestros encabezan protestas por demandas salariales, para exigir mejoras en el servicio educativo y sanitario, así como para la dotación de los centros de salud y colegios.

El reto de la oposición es convertir y coordinar estas protestas con el fin político.

El analista y presidente de la firma Datanálisis, Luis Vicente León, sostiene que hay “pérdida de movilización en las calles” porque “no hay expectativas de que con ellas pueda ocurrir el cambio político” y, en su opinión, la oposición debe trabajar en su estrategia que, señaló, debe incluir también la vía negociada.

La protesta política puede volver a reactivarse pero para ello, sostienen los analistas, la oposición debe configurar, reorganizar y reestructurar su estrategia a mediano y largo plazo.

Con información de EFE

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