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El drama de millones tiene rostro de niño

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Ya sea por el Mediterráneo, el Egeo o los Balcanes, miles de migrantes llegan a Europa. Foto: Reuters
Migrants cross the fence to leave a migrant reception centre in Roszke, Hungary, September 4, 2015. Some 300 migrants broke out of a Hungarian border camp on Friday and hundreds of others set off on foot from Budapest as police scrambled to keep control of a migrant crisis that has brought Europe's asylum system to breaking point. REUTERS/Stringer EUROPE-MIGRANTS/HUNGARY
STRINGER/REUTERS

Los traficantes le habían prometido a Abdullah Kurdi un bote con motor para el viaje de Turquía a Grecia, un paso en el extenuante camino hacia una nueva vida en Canadá. En cambio, aparecieron con una balsa de goma de cinco metros, que se dio vuelta ante las olas altas, lanzando a Kurdi, a su señora y sus dos pequeños hijos al mar.

Kurdi intentó mantener a flote a los dos chicos, Aylan y Ghalib, pero uno murió y él empujó al otro hacia su señora Rehan, implorándole: "¡Solo mantén su cabeza fuera del agua!".

Solo Kurdi, de 40 años, sobrevivió.

"Ahora, no quiero nada", dijo al día siguiente de la tragedia, al hablar desde Mugla, Turquía, después de haber llenado los formularios en la morgue para reclamar los cuerpos de sus seres queridos. "Aunque me dieran todos los países del mundo, no los quiero. Lo que era precioso, desapareció".

Fue la imagen de su hijo menor, un niño sin vida en una camisa roja y shorts negros, boca abajo en una playa turca, que parece haber galvanizado la atención pública hacia una crisis que se ha estado construyendo durante años. Una vez más, no es la magnitud de la catástrofe —millones obligados a dejar sus hogares por la guerra y la desesperación— sino una tragedia única que ha echado luz sobre el momento. Fue Aylan, de tres años, su mejilla redonda contra la arena como si estuviera durmiendo, excepto por las olas que rozaban su rostro inmóvil.

Lanzada alrededor del mundo en las redes sociales, la fotografía obligó a las naciones de Occidente a enfrentar las consecuencias del fracaso colectivo en ayudar a decenas de miles que huyen de Medio Oriente y África con destino a Europa, buscando esperanza, oportunidades y seguridad. Aylan, quizás más que los cuerpos anónimos en descomposición hallados en la parte trasera de un camión en Austria que impactó a Europa la semana pasada, ha personalizado la tragedia que enfrentan once millones de sirios desplazados por más de cuatro años de guerra entre el régimen del presidente Bashar Assad y grupos insurgentes.

El caso del viaje del niño condenado a la tragedia ha causado una explosión política a lo largo de Medio Oriente y Europa, y hasta en un país tan distante como Canadá, que hasta ahora no fue un jugador prominente en la crisis de Siria. Las autoridades canadienses quedaron bajo presión intensa para explicar porqué la familia Kurdi no pudo obtener el permiso para inmigrar legalmente, pese a tener familiares dispuestos a sustentarla y darle empleo. Hasta ahora, el gobierno solo citó documentación incompleta, una explicación que hizo poco para frenar la indignación local y en el exterior.

Kurdi, un peluquero sirio kurdo, y su hermano Mohammed querían ingresar a Canadá bajo el auspicio de su hermana, Tima Kurdi, de 43 años, quien vive en un suburbio de Vancouver. Invitó a Abdullah Kurdi a vivir en una parte de su casa con su familia y trabajar en su salón de belleza. "Ellos pueden trabajar conmigo, atendiendo el cabello. Puedo darles trabajo y después, cuando estén financieramente bien, pueden mudarse y actuar por su cuenta", explicó Tima por teléfono.

Adullah Kurdi también dijo que su hermana le informó a las autoridades canadienses que ella "sería responsable de nuestros gastos", pero "ellos no estuvieron de acuerdo".

Tima dijo que en junio la solicitud de Mohammed fue rechazada por la falta de un documento exigido que probara que tenía estatus de refugiado. Sin embargo, bajo la política de refugiados de Turquía, esos documentos son casi imposibles de obtener por los sirios. La experiencia persuadió a la familia de que ninguno de los dos hermanos obtendría una visa de Canadá.

Tima dijo que ante esa situación, ofreció ayuda a los hermanos para financiar la travesía en bote, algo que —dijo llorando— "realmente lo lamento". Agregó que "lo que se necesita es que termine la guerra. Eso es todo. Creo que todo el mundo debe ayudar al pueblo sirio. Son seres humanos".

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Riesgo.

Abdullah Kurdi dijo que, por su cuenta, intentó cruzar a Europa varias veces. Casi se ahoga al cruzar el río Edirne, en Turquía y en otro intento "al cruzar la frontera con Bulgaria, fui detenido y enviado de vuelta". Después, pagó 4.000 euros, alrededor de US$ 4.450, para el cruce por el Mar Mediterráneo.

"Por supuesto, teníamos miedo de ahogarnos", reconoció. "Pero, el traficante turco nos dijo que la travesía iba a ser en un yate".

Kurdi dijo que su familia tenía chalecos salvavidas que se perdieron en el accidente, aunque un funcionario de seguridad de Turquía dijo que no estaban disponibles.

"En lugar de enfocar el tema verdadero, la gente culpa al padre por no ponerle un chaleco salvavidas a sus hijos", indicó el funcionario, quien destacó que las patrullas turcas han visto innumerables tragedias similares que han pasado inadvertidas. "Puedo decir esto: aquí no hay disponibilidad de chalecos salvavidas de talles tan pequeños".

En efecto, muchos migrantes compran juguetes plásticos de playa para flotar.

Kurdi casi no puede hablar por la angustía que siente. Igual relató cómo la travesía terminó en una tragedia ante las olas de casi dos metros y sus desesperados intentos por salvar a su familia resultaron vanos, durante una lucha de tres horas por sobrevivir.

En un momento, puso fin a la conversación con un mensaje. "Lo que realmente quiero es que el tráfico de personas termine y que se encuentre una solución para las personas que pagan con su sangre para partir", indicó. "Ayer, fui a uno los puntos donde se hace el tráfico y le dije a la gente que no llevara a sus hijos en esos botes. Les conté mi historia y algunos de ellos cambiaron de idea".

SABER MÁS

Ilícito más grande que las drogas y armamento.

Con miles de migrantes que se derraman en Europa procedentes de Siria y Afganistán, entre otros países con guerra y privaciones, el negocio ilícito del tráfico de personas a través de los Balcanes ha crecido hasta ser más grande que el comercio ilegal de drogas y armas, de acuerdo con lo que dijeron funcionarios policiales austriacos a The New York Times.

Solo en Grecia, hay 200 bandas de traficantes, indicó el coronel Gerald Tatzgern, director del servicio de la Policía de Austria que combate el tráfico de humanos.

A su vez, la ministra del Interior de Austria, Johanna Mikl-Leitner, indicó al diario que "se ha convertido en un negocio que vale miles de millones de dólares". Sostuvo que los traficantes se han extendido a través de la región en Bulgaria, Hungría, Macedonia, Rumania y Serbia.

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Ya sea por el Mediterráneo, el Egeo o los Balcanes, miles de migrantes llegan a Europa. Foto: Reuters

La tragedia de Aylan obliga a Occidente a admitir el fracaso y reaccionarTHE NEW YORK TIMES

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