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Donald Trump está enojado y confía en muy pocos

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El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, llega para dirigir la reunión diaria del grupo de trabajo sobre coronavirus en la Casa Blanca en Washington. Foto: Reuters.

INTERNACIONAL

El presidente de Estados Unidos está preocupado por el derrumbe de la economía y la elección; mira TV para saber cómo lo evalúan.

En los últimos días, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha llegado tarde al Despacho Oval —cerca del mediodía— por lo general de mal humor después de su maratón matutino de televisión.

Ha estado despierto en el dormitorio principal de la Casa Blanca desde las 5:00 horas viendo Fox News, luego CNN y algunos minutos de Msnbc para alimentar su furia de televidente. Hace llamadas telefónicas con el sonido de la televisión de fondo. Esa ha sido su rutina desde que llegó a la Casa Blanca.

Pero, ahora hay diferencias. Trump ve cada vez menos aliados sin importar el canal que sintonice. Está molesto incluso con Fox, el canal que es su refugio de seguridad, porque últimamente no le transmite al público como a él le gustaría ser visto. Se toma el tiempo para ver las sesiones informativas del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, sobre la evolución del coronavirus, y lo monitorea de cerca para criticarlo o hacerle elogios esporádicos.

Confinado en la Casa Blanca, el presidente está aislado de sus simpatizantes, de los visitantes, del golf y de los viajes, que solían entretenerlo. Cada semana, Trump se somete a la prueba de diagnóstico del COVID-19, al igual que el vicepresidente Mike Pence.

Un hombre vende camisetas que apoyan al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Foto: AFP.
Un hombre vende camisetas que apoyan al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Foto: AFP.

La economía —el argumento principal de Trump para su reelección— se ha derrumbado como consecuencia del impacto del virus. La cobertura informativa sobre su manejo de la emergencia causada por el coronavirus ha sido ampliamente negativa. Los demócratas lo han condenado por incompetente, mentiroso y por no tener empatía. Sus propias encuestas internas lo muestran cayendo en popularidad en algunos estados que están en disputa con los demócratas para las elecciones de noviembre. Es uno de los motivos principales por los que declaró la suspensión por 60 días de la emisión de las green cards, la tarjeta de residencia permanente a aquellos que la tramitan fuera de Estados Unidos. Es una decisión diseñada para complacer a su base de votantes, de acuerdo con lo que señalan sus allegados. Amigos que han hablado con Trump admiten haberlo sentido nervioso y preocupado por las elecciones presidenciales.

Pero, el objetivo principal del presidente -según sus asesores- es evaluar cómo es percibido su manejo de la crisis causada por el virus en los medios de comunicación y cómo lo verá la historia.

“Está frustrado”, afirmó Stephen Moore, un asesor económico externo de Trump, quien era la opción del presidente para dirigir la Reserva Federal antes de que saliera a la luz su historial de comentarios sexistas y su falta de pago por manutención infantil. “Es como ser golpeado por un meteorito”, comentó.

El círculo de allegados se ha reducido de manera significativa porque el presidente, quien según sus asesores se ha vuelto más sensible a las críticas, ha terminado confiando solo en un puñado de viejos colaboradores.

Hope Hicks, una exdirectora de comunicaciones que regresó a la Casa Blanca como consejera, lleva su agenda diaria. Johnny McEntee, su antiguo asistente personal, ahora dirige al personal de la presidencia.

Mark Meadows, el nuevo jefe de gabinete de Trump, todavía está afianzándose y adaptándose a los hábitos noctur-nos de Trump. Recientemente Trump llamó a Meadows a las 3:19 horas de la madrugada.

Apenas llega al Despacho Oval Trump recibe el informe de inteligencia. A veces lo acompaña el vicepresidente Pence. Después sostiene reuniones con su equipo de seguridad nacional o con asesores económicos.

Lee diarios y dialoga con gobernantes

A lo largo del día, el presidente Donald Trump conversa por teléfono con gobernantes de otros países, con gobernadores y legisladores, almuerza con algunos ministros, lee los diarios y también recortes de prensa que le dan sus colaboradores. Sus asesores comentan que parece estar recuperando el humor porque ve posibilidades de reactivar la economía. “Hay razones para ser optimistas”, señala.

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