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Divididos entre críticas y el respaldo al presidente de Brasil Jair Bolsonaro

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El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, sostiene a una niña en sus brazos, ambos con mascarillas. Foto: AFP.

BRASIL GOLPEADO

El presidente de Brasil Jair Bolsonaro mantiene base de apoyo del 32%, según encuesta, ante el drama desatado por el nuevo coronavirus.

La curva de la pandemiacontinúa en pleno ascenso en Brasil, pero el índice de popularidad del presidente Jair Bolsonaro permanece estable: para su núcleo duro, el mandatario ha dado una respuesta perfecta a la crisis sanitaria.

Sin embargo, la negación por parte del presidente de la gravedad del coronavirus, una “gripecita” que ya dejó casi 62.000 muertos en el país, le ha valido una avalancha de críticas durante tres meses, al igual que su feroz campaña contra las medidas de cuarentena parcial aplicadas en la mayoría de estados y municipios del país.

Tanto los epidemiólogos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) han expresado su preocupación por esta posición: Brasil es el segundo país del mundo donde el COVID-19 mata y contagia más, por detrás de Estados Unidos.

Pero según un encuesta de Datafolha, el 32% de la población estimó a finales de junio que el gobierno de Bolsonaro es “bueno o muy bueno”, una cifra que se ha mantenido estable desde el comienzo de la crisis sanitaria.

Para Vinicius Valle, investigador de ciencias políticas, la mayoría de los simpatizantes del presidente reconoce la existencia del peligro para la salud.

Pero la oposición de este núcleo al confinamiento y a la parálisis de una economía que ya augura una recesión récord puede más, dice el investigador, coautor de un estudio sobre bolsonarismo publicado en junio.

“La gente está sufriendo mucho financieramente. Y cuando Bolsonaro dice ‘Brasil no puede parar’, se dirige a la desesperación de la gente”, explica Valle.

Pero la pandemia alteró en parte la composición de su base de apoyo, agrega.

Según el politólogo, Bolsonaro “perdió puntos entre quienes lo apoyaron desde las elecciones. Solo un 22% (del electorado) le sigue siendo leal”, aunque “ganó algo entre las clases sociales más bajas gracias a la ayuda de emergencia de 600 reales” (poco más de 100 dólares), pagada a casi 60 millones de brasileños.

Casi todos los domingos, un puñado de devotos bolsonaristas organizan manifestaciones en São Paulo y en Brasilia. Siempre envueltos en los colores de la bandera, verde y amarillo.

Su retórica es un calco de la del presidente.

Si son pocos, dicen, es por culpa de los medios que propagan el miedo para que la gente no salga a la calle. Y si la economía se hunde, es culpa de los gobernadores que aplicaron las medidas de cuarentena.

“Bolsonaro dio dinero a la gente y a los estados. Pero los gobernadores malversaron ese dinero, los hospitales de campaña se caen en pedazos”, sostiene Neusa, una habitante de Sao Paulo que no quiere dar su nombre completo.

“¡No había necesidad de cerrar nada!”, deplora esta mujer de 56 años en una manifestación pro Bolsonaro, sin soltar ni un segundo la banderola con la inscripción “Fora Doria” (”Fuera Doria”), en alusión a Joao Doria, el gobernador del estado de São Paulo que impuso la cuarentena al inicio de la pandemia.

Otro manifestante, Lee Freitas, cree que “Bolsonaro toma decisiones sabias” y tiene “ministros competentes”, incluso si apartó a dos ministros de Salud en unas pocas semanas.

“Apoyamos esta gestión. Estamos felices de tener un presidente patriota, aplaudido dondequiera que vaya”, sostiene Freitas al referirse al mandatario, que suele mezclarse con las muchedumbres ignorando las recomendaciones de distanciamiento social.

El coronavirus, para algunos bolsonaristas, es también el resultado de una conspiración originada en China.

Aplica veto a ley sobre tapabocas

Jair Bolsonaro diluyó sustancialmente una ley aprobada por el Congreso sobre el uso de mascarilla en lugares públicos al vetar los artículos que exigían su uso obligatorio en comercios e iglesias. Consideró que uno de los artículos era inconstitucional porque podía justificar una “posible violación de domicilio”, al referirse a otros “lugares cerrados”. En São Paulo y Río de Janeiro usar tapabocas es obligatorio por leyes locales.

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