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Dilma enfrenta un año terrible

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El vicepresidente Terner y la presidenta Rousseff encabezan un gobierno en adversidad. Foto: Reuters
Brazil's Vice President Michel Temer talks with Brazil's President Dilma Rousseff during a ceremony for the Investment Program in Electricity at the Planalto Palace in Brasilia, August 11, 2015. REUTERS/Ueslei Marcelino
UESLEI MARCELINO/REUTERS

La presidenta de Brasil está combatiendo llamados a su destitución. El presidente de la Cámara de Representantes lucha contra acusaciones de que él se embolsó un soborno de US$ 5 millones. El ex tesorero del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) está en la carcel.

Incluso el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el líder político de mayor estatura en las últimas décadas, está bajo el nubarrón de una investigación sobre alegatos de tráfico de influencias.

Una arrolladora campaña de combate a la corrupción en Brasil atrapa a una importante figura política tras otra, lanzando al país a una situación de agitación en momentos en que el humor nacional se está avinagrando y la economía se tambalea a raíz de una dolorosa crisis.

Grandes segmentos de la cúpula política maniobran en contra de la presidenta Dilma Rousseff, en una rebelión encabezada por algunas figuras enredadas en escándalos de corrupción que desvían la atención respecto de sus propios problemas legales. Para muchos brasileños, la sensación creciente de incertidumbre política se sitúa entre las peores desde que la democracia fue restablecida en los años 80, tras una larga dictadura militar.

Yo he visto a Brasil estancado y aterrado en muchas crisis, pero nunca lo he visto tan desesperanzado como lo veo actualmente, dijo Paulo Cunha, de 75 años de edad, quien preside Ultra, una distribuidora de combustibles y fabricante de productos químicos, que es uno de los mayores conglomerados de Brasil,

Cunha consideró que entre los aspectos más irritantes de este atolladero aparece "la ausencia total de líderes.

Escándalo.

Se suponía que ese tipo de agitación sería una cosa del pasado en Brasil, una democracia que redujo la pobreza y por consiguiente amplió la clase media, e incrementó enormemente su perfil global durante la década anterior.

Sin embargo, un colosal escándalo de malversación de fondos y sobornos pone de cabeza al sistema político, envolviendo a numerosos dirigentes, líderes empresariales y una vasta red de terceros alrededor de Petrobras, la empresa paraestatal de petróleo. Las estimaciones indican que se pagaron U$S 3.000 millones en sobornos en una estratagema laberíntica, a ejecutivos de Petrobras, quienes se enriquecieron y compartieron las ganancias mal habidas con figuras políticas, según el testimonio de los acusados.

Hubo empresas que pagaron los sobornos por obtener contratos lucrativos con la petrolera.

Si bien no se han presentado cargos en contra de la presidenta Rousseff y la Fiscalía indicó que no existe ningún motivo para investigarla, los sobornos florecieron mientras ella presidió el consejo directivo de Petrobras y siguieron durante los primeros años de su presidencia, abriéndola a reclamos y opiniones de que ella, en el mejor de los casos, fue negligente en la supervisión de la empresa y sus tentáculos a lo largo de la estructura política.

A medida que las revelaciones de corrupción continúan, Brasil muestra profundas señales de consternación e indignación, debido a que algunas de las figuras políticas acusadas de actos indebidos intentan utilizar la agitación con fines propios.

"Esperar grandeza de los enanos políticos que dominan la política brasileña es esperar lo imposible, indicó Clovis Rossi, columnista del diario Folha de São Paulo.

El país está terrible con Dilma, pero empeoraría sin ella, estimó Ronaldo Doria, de 53 años, maestro de matemáticas. La solución no está en interrumpir la democracia, agregó Doria, argumentando que algunos detractores olvidan la larga lucha que se libró para que floreciera la libertad de expresión en Brasil. "Cuando menos aquellos que critican a Dilma lo pueden hacer sin temor a ser detenidos.

Incertidumbre.

El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), fundado parcialmente por intelectuales de la izquierda que se habían opuesto a la dictadura militar, acoge una amalgama de opiniones centristas, conservadoras y liberales socialmente. Todo parece indicar que sus líderes se conforman con que Rousseff esté a la deriva, incluso si eso equivale a agravar la incertidumbre en la capital, Brasilia, con las repercusiones que eso también tiene en la economía.

Dos de los líderes del partido, Aécio Neves, el senador que fue el rival de Rousseff en las elecciones presidenciales de octubre de 2014, que perdió por estrecha diferencia en el balotaje, y Geraldo Alckmin, el gobernador de São Paulo, dijeron esta semana que no dependía de ellos resolver el caos político.

Después que conquistó la victoria electoral, Rousseff nombró ministro de Finanzas a Joaquim Levy, quien impulsa algunas de las mismas medidas de austeridad que ella había evitado anteriormente, generando desdén dentro del oficialista PT.

Los analistas dicen que Rousseff no ha logrado montar un efectivo contraataque. Su predecesor, Lula, la ungió como su heredera política aun cuando ella nunca había estado al frente de un cargo de elección popular. Ella navegó hasta la victoria en 2010, cuando la economía brasileña estaba en auge con un crecimiento de 7.5% y Lula gozaba de amplia popularidad.

Cinco años más tarde, los partidarios de la presidenta argumenrtan que sus opositores ponen en marcha un "golpe".

De cualquier manera, algunos observadores dicen que la agitación política es una señal de que las instituciones democráticas de Brasil se están fortaleciendo, particularmente en un sistema definido por la impunidad de que gozaron figuras poderosas.

Detenidos.

Ex ejecutivos de Petrobras han sido arrestados. El milmillonario director ejecutivo de la empresa constructora Odebrecht está en prisión mientras investigadores analizan la participación de su empresa en el escándalo de malversación. El almirante de la armada que supervisaba el programa secreto nuclear de Brasil, una de las figuras militares más poderosas del país, ya fue arrestado, de igual forma, a medida que el escándalo se extiende al sector de energía nuclear.

Las detenciones de personas tan influyentes reflejan una actitud crucial de independencia judicial alcanzada por el Ministerio Público, destacan los analistas.

Rousseff se ha abstenido de interferir en el trabajo de los fiscales, al tiempo que ha hecho énfasis en que nadie debería estar por encima de la ley. Ella apoya un nuevo mandato para Rodrigo Janot, el fiscal general que supervisa la investigación sobre Petrobras. Eso la ha puesto a ella en un derrotero de colisión con Cunha, el presidente de la cámara baja que surge como el enemigo más notorio de la presidenta, quien alega que está siendo apuntado injustamente por los investigadores.

El 47% de los brasileños cree que la crisis política es la peor que su país haya experimentado, de acuerdo con lo que surge de una encuesta de opinión pública realizada, este mes, por Data Popular.

El ciudadano medio observa, con consternación, la intriga política que tiene lugar en Brasilia y sus repercusiones.

Algunos analistas políticos dicen que si la presidenta Rousseff es expulsada por sus opositores sin pruebas explícitas de hechos indebidos, la democracia de Brasil podría ser más frágil de lo que se creyó alguna vez, invitando a comparaciones con una era que muchos brasileños creyeron que ya había desaparecido.

Presidenta dice que hay derecho a protestar.

Antes del Mundial de 2014, la presidenta Dilma Rousseff ya vivió dificultades ante manifestaciones que planteaban diversos reclamos sociales. La mandataria dijo que escuchaba la voz de la calle y tomó algunas de las medidas pedidas. Este año, el 15 de marzo, hubo enorme movilización en todo Brasil, de la que participaron más de dos millones de personas que reclamaron el final de la corrupción y el juicio político a Dilma.

Hoy domingo, están organizadas nuevas protestas en las calles de diversas ciudades brasileñas, en favor de que se realice el juicio político a la presidenta y también exigir que termine la corrupción.

"Nunca veo que una manifestación sea un problema", dijo Dilma, el jueves, y recordó que en los tiempos de la dictadura militar las movilizaciones eran consideradas una amenaza a las instituciones. "En aquella época, había que dar gracias a Dios por estar vivo. Se sobrevivía por azar".

SABER MÁS

CUATRO PROTAGONISTAS DE UN TIEMPO ADVERSO.


Renán Calheiros - Presidente del Senado.

Sorprendió al rechazar de plano sumarse a la campaña de los promotores del juicio político a la presidenta. Se reunió con Dilma y presentó reformas económicas y legislativas en línea con propuestas del gobierno que enfrentan resistencia en el Congreso.

Joaquim Levy - Ministro de Finanzas

Enfrenta un panorama económico difícil con una contracción prevista de 1,4%, la reducción del superávit fiscal de 1,1% a 0,15% y desempleo que se situó en 6,9% en junio. Levy afirma que Brasil se estabilizó y la gente empieza a mejorar, debido a las medidas aplicadas.

Aécio Neves - Senador y líder de la oposición.

Después de que fue derrotado por Dilma en las elecciones presidenciales, Neves mantiene una postura crítica de la gestión del gobierno y cómo enfoca la economía. Dijo que el papel de su partido PSDB es asegurar que las instituciones funcionen en plenitud.

Luiz Inácio Lula da Silva - Expresidente.

La figura histórica del PT, que guió a Dilma a la presidencia, se reunió con el vicepresidente Michel Temer y senadores para analizar un plan que frene la crisis. Afirmó que todos deben respaldar a Dilma porque la crisis "no sólo es culpa de ella, sino también de todos nosotros".

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El vicepresidente Terner y la presidenta Rousseff encabezan un gobierno en adversidad. Foto: Reuters

Brasil golpeado por la caída económica y estremecido por una crisis política

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