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Las 10 claves de una elección más decisiva de lo previsto

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Alberto Fernández. Foto: Reuters.
AGUSTIN MARCARIAN

ARGENTINA

Las encuestadoras fallaron y la población sorprendió a todos con un movimiento imperceptible para todo tipo de trabajos de relevamiento.

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Alberto Fernández, el gran ganador

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En tres meses pasó de ser el operador político de Cristina Fernández a transformarse en el virtual futuro presidente de Argentina. No solo consiguió conservar el voto duro kirchnerista, sino que perforó el techo de la expresidenta para ampliarlo a otras fronteras del peronismo. Capitalizó el descontento por la situación económica y quedó en el umbral de la elección en octubre, porque no solo superó el 45%, sino que le sacó más de 10 puntos a Mauricio Macri.

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Axel Kicillof, el poder kirchnerista puro

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Sorprendió al lograr prácticamente uno de cada dos votos en la provincia de Buenos Aires. Derrotó así a la carta más fuerte de Cambiemos, María Eugenia Vidal. Se benefició con el arrastre de Cristina Fernández y con el impacto de la crisis económica sobre el conurbano. Liderará el distrito con un esquema apoyado en el kirchnerismo puro y fuerte influencia de La Cámpora. 

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"Es la economía, estúpido"

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La famosa frase que se le atribuye a un asesor del expresidente Bill Clinton parece explicar el principal factor de incidencia en los votantes. El gobierno venía planteando que no solo se votaba con el bolsillo, pero la magnitud de la derrota no puede ser explicada de otro modo que como un efecto directo de la recesión con inflación que marcó la economía desde el año pasado. No hubo repunte ni dólar planchado que sirviera.

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Cristina, esta vez acertó la estrategia

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La expresidenta había sido responsabilizada por las derrotas electorales de 2013, 2015 y 2017. Esta vez cambió y se corrió del primer lugar, designó a Alberto Fernández candidato a presidente, aceptó el regreso de Sergio Massa (que ayudó a completar la cosecha de votos) e indultó a muchos de sus antiguos críticos, desde los gobernadores hasta Felipe Solá. También en la campaña evitó complicar la estrategia general.

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La máquina electoral oficialista no alcanzó

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Esta vez no hubo estrategia mágica. Ni Durán Barba ni Marcos Peña, ni big data ni microsegmentación. La máquina electoral más sofisticada del país y de la región no fue suficiente para revertir la percepción negativa respecto del Gobierno. Por la magnitud del resultado, da la impresión de que recursos como el desdoblamiento bonaerense tampoco hubiesen funcionado. El marketing electoral tocó el límite de sus posibilidades.

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Un resultado lejos de todos los sondeos

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La encuesta más optimista de Alberto Fernández le daba entre 9 y 10 puntos de ventaja sobre Macri. El oficialismo hablaba de una diferencia de entre 3 y 5 puntos. Otra vez la población sorprendió a todos con un movimiento imperceptible para todo tipo de trabajos de relevamiento de intención de votos y de humor social. Como viene pasando en otros países, los votantes están cada vez más dinámicos e impredecibles.

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Las terceras fuerzas, sin peso electoral

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La polarización se produjo, aunque sin paridad. Entre Fernández y Macri se llevaron cerca del 80% de los votos y dejaron al resto de los candidatos sin oxígeno. Roberto Lavagna apenas superó los 8 puntos y no pudo desafiar la puja central. Junto a los votos de Del Caño, Gómez Centurión (una sorpresa con el voto antiaborto), Espert (sacó menos de lo previsto) y las otras fuerzas llegaron a solo el 17%, un mínimo histórico.

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Rodríguez Larreta, el único que salvó la ropa

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En un contexto de derrota total, el jefe de gobierno porteño fue el único que salió airoso. A él se dirigió Macri especialmente en su discurso, casi como si fuera una transferencia implícita de la conducción de la fuerza a futuro. Le quedó el sabor amargo de no haber podido obtener el 50% que le hubiese abierto la puerta a lograr la reelección en la primera vuelta de octubre. Es probable que si se repite el resultado en octubre la ciudad se convierta en el bastión de la resistencia y la plataforma de un eventual relanzamiento de la fuerza.

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Córdoba ya no es lo que era

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En 2015 había sido la provincia decisiva para el triunfo de Macri. Ayer también le fue bien, porque logró el 48%, pero esta vez el peronismo recuperó gran parte de lo que no había conseguido en las PASO de hace cuatro años, cuando apenas arañó el 15%. Esta vez Alberto Fernández duplicó esa cifra, a partir de quedarse con la mayor parte de los votos que entonces habían acompañado al frente de Sergio Massa-José Manuel de la Sota. El gobernador Juan Schiaretti dejó campo libre al ir con boleta corta y esa prescindencia terminó jugando a favor del peronismo. Sus bases acompañaron abiertamente a Fernández.

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Santa Fe, otra joya que se desmarcó

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Fue otro golpe para el oficialismo en el cordón central del país, que estaba destinado a ser el puntal de Macri. En las PASO de 2015 Cambiemos había quedado a solo un punto de Daniel Scioli, pero esta vez Fernández sacó 10 puntos de diferencia. La diferencia se empezó a gestar desde la elección provincial a gobernador, cuando Omar Perotti se impuso al socialismo y después de algunos cabildeos se sumó al grupo de mandatarios que apoyan a Fernández. En 2015, Cambiemos venía de una gran elección a gobernador con Miguel del Sel, hoy fuera de acción. El voto del campo esta vez no alcanzó para apuntalar a Macri.

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