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71 días en CTI: la batalla contra el coronavirus de un cocinero uruguayo en Galicia

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Óscar Felicio Silva Saturne con personal médico del Hospital de Ourense (Galicia). Foto: EFE

LUCHA CONTRA LA PANDEMIA

Las secuelas físicas y psíquicas de Óscar son evidentes. Su pulmón derecho ha quedado "tocado".

Óscar Felicio Silva Saturne, un cocinero uruguayo residente en la ciudad española de Ourense (Galicia), descansa por fin en su casa tras una batalla dura y sin descanso contra el coronavirus que se inició para él el 31 de marzo. Cumplió años en planta, 58, justo antes del alta. Tuvo torta y velas.

Setenta y un días en el CTI. El cómputo, ya de por sí, asombra. Óscar se encuentra en este momento en el comienzo de la larga recuperación de una enfermedad nueva en el mundo. Los sanitarios calculan que tardará un año en restablecerse del todo.

Ha estado "entre la vida y la muerte" y es consciente de ello; aunque le atormente el pensamiento de qué ocurrirá con la economía doméstica.

Las secuelas de una larga travesía en el CTI

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Ivonne Bazano, su esposa, es la primera que quiere desterrar esa idea de su mente, según explica. Las secuelas físicas y psíquicas de Óscar son evidentes. Su pulmón derecho ha quedado "tocado".

Debido a su larga travesía por cuidados intensivos, perdió además mucha masa muscular y adelgazó varios kilos, todo ello antes de comenzar de forma casi milagrosa a volver a ser un poquito el que era.

Ahora "ya camina, se maneja con los cubiertos y puede escribir"; todo un "paso de gigante", en palabras de su mujer, que es su gran apoyo en este momento, en el que Óscar todavía está entre fatigado y desconcertado.

Si venció al minúsculo patógeno es, creen ambos, porque "nunca se dio por vencido".

Estuvo conectado a un respirador y el personal médico tuvo que hacerle una traqueotomía.

Ivonne se emociona al pensar en las fotos en las que ella vio al "hombre cable", por todos los aparatos que había a su alrededor: "Ha sido muy duro. Los primeros días parecía que su organismo iba bien hasta que me llamaron y me dijeron que estaba grave y que no le daban más de tres o cuatro días de vida".

Quiso la suerte que, después de múltiples pruebas, los facultativos diesen con el motivo de su empeoramiento, "un hongo que tenía alojado en el pulmón". Lentamente, y con la ayuda de la medicación adecuada, fue ganando, jornada a jornada, la lucha.

Una nueva oportunidad de la vida

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Uno de los instantes grabados a fuego en la mente de Ivonne es cuando él movió su brazo, justo cuando lo pasaron a planta y pudieron reencontrarse.

"Fue muy emocionante cuando levantó la mano para acariciarme porque ese pequeño gesto significaba que él estaba conectando un poco conmigo. Notarlo resultó increíble", dice.

Ya en su hogar, esta pareja disfruta de estar de nuevo juntos pese a que todavía queda por delante un largo proceso por recorrer. "Pero no importa, es una nueva oportunidad que nos da la vida", confiesa Bazano.

El matrimonio aterrizó en España hace dos décadas en busca de un lugar para "quedarse". En uno de los viajes que hizo Ivonne de Barcelona a Ourense, se enamoró de la ciudad gallega. Lo vio claro "y un año después vino Óscar". "No le quedó más remedio que venir", bromea.

Se siente afortunada por las "cuestiones comunes" que observa entre Montevideo, su tierra natal, y Ourense, entre ellas "la tranquilidad", a la que atribuye su sosiego y el alivio que hoy siente.

Ivonne y Óscar cuentan las horas que les quedan para poder volver a ver y abrazar de nuevo a los suyos. Tienen tres hijos, diez nietos y una bisnieta de tres meses.

"Hemos pasado por todo y hemos sorteado todo. Hasta la muerte", concluye Ivonne.

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