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La cumbre paralela

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Vladímir Putin llegó a la cumbre del G20 en Hamburgo con todos los sentidos puestos en Washington, ya que servirá de escenario para su esperado primer cara a cara con Donald Trump.

Mucho ha llovido desde que en la Duma o Cámara Diputados de Rusia celebraran con champán la victoria electoral de Trump sobre la demócrata Hillary Clinton, vista en Moscú como la personificación de los siete males.

Las expectativas rusas de que con la llegada de Trump a la Casa Blanca se produciría una mejora de las deterioradas relaciones entre Moscú y Washington no se justificaron en absoluto: el nuevo presidente estadounidense ha mantenido la política de su antecesor, Barack Obama, frente a Rusia. Por ello no es casual que Trump se haya reunido ya con los principales líderes occidentales y asiáticos, y que solo ahora, casi seis meses después de su investidura, se encuentre con el jefe del Kremlin.

Ucrania y Siria son los puntos más candentes de la amplia geografía de discrepancias entre Moscú y Washington y serán, con toda seguridad, abordados en la reunión de los dos mandatarios.

El Kremlin se ha esforzado en insistir en que no se trata de un saludo de pasillo sino de una reunión bilateral en toda regla, e incluso ha llegado a precisar que durante la conversación los presidentes estarán sentados.

Para el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, la reunión de los dos líderes en Hamburgo ayudará a esclarecer las perspectivas de las relaciones entre Moscú y Washington, que se encuentran en su punto más bajo desde el término de la Guerra Fría.

El jefe de la diplomacia rusa destacó que en Hamburgo será superada una "etapa anormal" en las relaciones ruso-estadounidenses, en la que los líderes de los dos países solo se comunicaban por teléfono y no se reunían personalmente.

Algunos expertos rusos consideran que el hecho de la sola celebración de la reunión de Putin con Trump es ya una mejora de las relaciones bilaterales. "Ninguna de las partes está interesada en que las relaciones se aproximen al punto de ebullición, cuando el peligro de una confrontación militar se torna inevitable", señaló en su blog el economista y politólogo Serguéi Aleksanshenko, exvicegobernador del Banco Central de Rusia. Opinó que "el diálogo entre dos machos alfa no puede ser sencillo o fácil", pero añadió que tanto Putin como Trump necesitan exhibir algún logro tras su reunión, "lo que significa que a ninguno de los dos les conviene, de momento, apostar por el empeoramiento de la situación".

Las declaraciones formuladas ayer jueves por Trump, en las que reafirmó el compromiso de EE.UU. con la defensa del centro y este de Europa y en las que criticó la actividad "desestabilizadora" de Rusia, son una muestra más de las tensiones entre Moscú y Washington.

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