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Cristina: la reina desnuda

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LA BITÁCORA

Cristina sostiene que la oposición la ha elegido a ella como cabeza de la resistencia al "modelo de ajuste" que impone Macri. 

Como si en lugar de haber competido oficialismo contra fuerzas opositoras, hubiera sido una elección entre fuerzas opositoras, la expresidenta deduce que el escrutinio la coronó vencedora del derecho a liderar a la oposición.

Con ese curioso razonamiento, su discurso eludió las felicitaciones a los ganadores, que estuvieron presentes en los discursos de los demás candidatos derrotados el domingo.

A nivel nacional su fuerza política había sido ampliamente vencida por Cambiemos y ella misma acababa de perder frente a un candidato de bajo voltaje, como Esteban Bullrich, pero Cristina hacía una lectura según la cual las urnas acababan de imponerla sobre las demás opciones opositoras, obligándolas a encolumnarse tras su liderazgo.

Lo más curioso es que, de algún modo, los números le dan la razón. Según las cifras, el partido creado por Perón quedó al borde de la extinción. Sin embargo, mirar las cifras puede generar una ilusión óptica. El peronismo fue barrido porque Cristina lo partió y lo debilitó, después de haber dividido a la sociedad argentina entre veredas que se aborrecen. Con algunas excepciones, la dirigencia peronista tardó demasiado en emanciparse de su reinado personalista y vertical. Igual que Scioli, se dejó denigrar demasiado y terminó derrumbándose a sus pies. Ella quedó parada, en medio de la devastación peronista. Pero el peronismo tendría más futuro sin ella, que arrodillándose de nuevo ante la monarca que todavía se aferra al cetro.

El caso de Cristina no tiene que ver con el "no te sientas vencido ni aún vencido" que escribió Almafuerte. Tiene que ver con la negación de la derrota. Pero esa negación de la realidad no es el principal problema de la expresidenta. El principal problema es que la derrota hará crecer vertiginosamente su debilidad política, y el crecimiento de esa debilidad será directamente proporcional al crecimiento de su vulnerabilidad ante los fiscales y jueces que la investigan por corrupción.

Políticamente débil y judicialmente vulnerable, Cristina puede ser más peligrosa. Es una líder sectaria al frente de una agrupación con muchos seguidores que actúan como miembros de una secta. Y habiendo sido apologeta de la violencia setentista, es imposible descartar que ella y los muchos allegados que también están acorralados por jueces y fiscales, busquen una salida violenta a la encrucijada en la que se encuentran.

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