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La crispación política va en aumento en las calles de Cataluña

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Barcelona. Manifestación pro independencia en la ciudad. Foto: Reuters

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Agresiones entre los grupos a favor y en contra de la secesión.

Con una Cataluña dividida en dos sobre la independencia, la crispación va en aumento con discursos cada vez más agresivos en el Parlamento, trifulcas entre partidarios y contrarios a la secesión y vandalismo. "Existe una violencia latente, una violencia que se palpa en el ambiente pero que no suele llegar a la violencia física, que además va in crescendo", advierte Sonia Andolz, politóloga especialista en análisis de conflictos en la Universidad de Barcelona.

"Está subiendo el tono de las palabras, hay enfrentamientos entre personas que se empujan o se insultan, se normaliza un cierto discurso de odio contra el otro, los que quieren la independencia son golpistas y los que no la quieren son fascistas...", añade.

Este clima llegó incluso al Parlamento regional, donde la sesión se interrumpió el viernes porque el portavoz del principal partido antiindependentista, Carlos Carrizosa, de Ciudadanos, retiró un lazo amarillo de un escaño.

La creciente tensión en Cataluña —región de 7,5 millones de habitantes— se agudizó en otoño con las duras cargas policiales por el referéndum ilegal del 1 de octubre, el encarcelamiento de algunos líderes independentistas y la fallida proclamación de una república rechazada por la mitad de la población.

Las manifestaciones de ambos bandos se multiplicaron a la par que la extrema derecha, residual en España, incrementaba sus acciones, dejando un reguero de agresiones contra independentistas. También las protestas separatistas, pacíficas hasta entonces, se crisparon y terminaron en marzo con duros enfrentamientos con la policía.

Esta tensión la notan los partidos políticos, que denuncian actos de vandalismo.

La oficina de Ciudadanos en LHospitalet, el segundo municipio catalán, sufrió 13 ataques desde 2015, denuncia su responsable Miguel García. En varias de ellas, llenaron la entrada de heces de animal. "Es una señal más de la crispación que se vive en Cataluña, hay gente que no tolera nuestras ideas", afirma García. "Es denigrante", lamenta.

Su formación contabilizó una treintena de acciones de vandalismo en el último año, cantidad similar a las registradas por el Partido Socialista Catalán (PSC).

Los partidos proindependencia también sufren actos similares pero no llevan un recuento para no convertir "hechos puntuales en categoría", señala una fuente del partido Izquierda Republicana (ERC).

En un artículo en La Vanguardia, el escritor Antoni Puigverd hacía un símil con el síndrome de la rana hervida: si se pone la rana en agua hirviendo, huye; si el agua está tibia y se calienta lentamente, la criatura no lo aprecia y muere hervida. "Esta violencia de muy baja intensidad, estas gamberradas, estos choques rituales (...) son el agua tibia en la que se está bañando la rana catalana mientras pretende ignorar que el fuego de la división sigue encendido y cada día la temperatura sube un pelín más", escribía.

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