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Coronavirus: Nápoles recobra su bullicio y los expertos advierten

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El uso de la mascarilla ha caído y las medidas de distanciamiento empiezan a verse como un vetusto protocolo. Foto: EFE

ITALIA

Las sanciones por organizar fiestas, el retorno a los comercios o la caída de venta de mascarillas inquietan a las autoridades sanitarias.

La plaza de Garibaldi de Nápoles ha empezado a recuperar el bullicio de siempre. El turismo no ha vuelto todavía a una de las ciudades que más han aprovechado en la última década las rutas aéreas de bajo costo.

Pero Nápoles, como tantas ciudades del sur de Italia, ha dejado atrás la psicosis por elCOVID-19 a toda velocidad. Quizá demasiado rápido, advierten los expertos. El uso de la mascarilla ha caído y las medidas de distanciamiento empiezan a verse como un vetusto protocolo. El sondeo de la empresa SWG concluye que los ciudadanos “muy preocupados por el virus” han pasado del 57% al 18%.

La situación en Italia, cuatro meses después del primer contagio en Lombardía, continúa bajo control. Las cifras mejoran progresivamente. Pero hay indicadores, como las sanciones por organizar fiestas, el retorno a los comercios (la compra online ha pasado del 49% el 11 de mayo al 34% el 12 de junio) o la caída de venta de mascarillas (a la mitad con respecto a los peores días de la pandemia, señala el gremio de farmacéuticos) que inquietan a las autoridades sanitarias.

En la cafetería de Ciro Buonerba, en la esquina de la estación central, nadie lleva mascarilla. “Aquí hemos tenido pocos contagios. Nuestro peligro de muerte ahora es la caída del turismo, no el virus”, apunta el mozo que atiende la barra atestada. Lo mismo sucede en muchos hoteles y comercios. El buen comportamiento del sur durante la pandemia ha contribuido a este relax.

Las cifras de contagios y muertes hablan de dos países dentro de Italia. En el norte, la mortalidad se ha doblado durante la pandemia, con picos que han superado el 560% en lugares como Bérgamo, epicentro de la tormenta. En las regiones meridionales, en cambio, la mortalidad no ha subido excesivamente y, en algunos lugares, como Roma en marzo, incluso fue más baja que en 2019. Las cifras aquí hablan de una herida que cicatriza deprisa. También de una corta memoria.

Peligro.

Walter Ricciardi, asesor del Gobierno durante la pandemia, cree que hay un excesivo relajamiento. “Es evidente que la atención a las medidas de comportamiento ha caído. Y sí, seguramente habrá algunos brotes, no de aquella manera tan virulenta porque estamos preparados para intervenir. El problema es hacer entender que el riesgo es general. El virus circula en todo el mundo y provoca daños gravísimos. Es un problema global, ninguna parte es inmune. En lugares donde su impacto ha sido cero, puede explotar ahora”.

Las últimas semanas han puesto el foco en estos lugares, donde se han registrado algunos brotes. El martes se confinaron en Calabria tres barrios de la localidad de Palmi, al detectarse un número excesivamente elevado de contagios en un reducido núcleo vecinal. En Roma se localizaron dos importantes brotes hace apenas dos semanas. “El COVID-19 circula aún entre nosotros, no hay que bajar el nivel de atención, las reuniones y fiestas de estos días son una bofetada a los médicos y a los familiares de las más de 34.000 víctimas”, comentó el ministro para Asuntos Regionales, Francesco Boccia.

La apertura de las fronteras desde el 3 de junio puede también alterar el equilibrio norte-sur, temen las autoridades. Gran parte del escaso turismo internacional que recibirá Italia en verano optará por visitar zonas meridionales que hasta ahora se habían mantenido relativamente aisladas. Y el 93% de los movimientos serán domésticos, según la patronal, desplazamientos que se producirán de norte a sur en busca de las playas. “A los lombardos sí que deberían hacerles controles”, opina Gianni Zaccaria, en un puesto de verdura de Forcella. Esas son las famosas dos Italias.

Solo admiten bolsa chica de mano en los aviones

La Autoridad de Aviación Civil de Italia (Enac) dispuso que los viajeros podrán subir a bordo de un avión solo con una pequeña bolsa de mano que deberá ser colocada debajo del asiento del frente. Así se intenta evitar el contacto entre los pasajeros y limitar el movimiento en los aviones. Las compañías no podrán exigir un suplemento por poner las maletas en la bodega.

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