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Coronavirus: las lecciones que surgen del drama que desgarra a Italia

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El sepelio de una de las víctimas del coronavirus es realizado en la ciudad de Seriate, en Bérgamo, Italia. Foto: Reuters

EL COVID-19 EN EL MUNDO

Italia ha superado a China como el país con el mayor número de víctimas, lo cual lo convierte en el epicentro de una pandemia en movimiento.

Mientras las infecciones por el coronavirus en Italia superaban los 400 casos y las muertes llegaban a las dos cifras, el líder del Partido Demócrata gobernante publicó una foto en la que invitaba a la gente a “no cambiar nuestros hábitos”.

Eso fue el 27 de febrero. Menos de diez días después, cuando la cuenta llegó a 5.883 infecciones y 233 muertes, el jefe del partido, Nicola Zingaretti, publicó un nuevo video, esta vez para informarle a Italia que él también tenía el virus.

Italia ha superado a China como el país con el mayor número de víctimas, lo cual lo convierte en el epicentro de una pandemia en movimiento.

El gobierno que encabeza Giuseppe Conte ha tomado una serie de medidas drásticas en respuesta a lo que llamó la crisis más difícil que ha enfrentado el país desde la Segunda Guerra Mundial: Italia cierra sus fábricas y todas las líneas de producción que no resulten indispensables, un enorme sacrificio económico que pretende contener el virus y proteger vidas humanas.

“El Estado está aquí”, afirmó Conte en un esfuerzo por tranquilizar a la ciudadanía que debe cumplir con el aislamiento en sus domicilios.

La tragedia de Italia ahora se destaca como una advertencia para su vecinos europeos y Estados Unidos, donde el virus se está propagando con la misma velocidad. Si algo se puede aprender de la experiencia de Italia es que las medidas de aislamiento de áreas afectadas y restricción al movimiento de la población en general tienen que implementarse de inmediato, con absoluta claridad, y cumplirse de manera rigurosa.

Si bien ahora se han establecido algunas de las medidas más estrictas en el mundo, las autoridades italianas no emprendieron muchas de esas acciones a tiempo durante el contagio, cuando era más apremiante, en aras de preservar las libertades al igual que la economía.

Los intentos graduales de Italia para frenar la propagación -primero, mediante el aislamiento de localidades, después de regiones y, al final, del país, en un bloqueo poroso- siempre estuvieron rezagados respecto de la trayectoria letal del virus.

Nunca visto.

“Ahora lo estamos persiguiendo”, señaló Sandra Zampa, subsecretaria del Ministerio de Salud, quien comentó que Italia hizo lo mejor que pudo con la información que tenía. “Hicimos cierres graduales, así como lo está haciendo toda Europa. Francia, España, Alemania y Estados Unidos están haciendo lo mismo. Cada día bloqueamos otro poco, renunciamos a una parte de la vida normal. Porque este virus no permite que llevemos una vida normal”.

Otros gobiernos más allá de Italia corren el riesgo de seguir sus pasos y repetir los mismos errores. A diferencia de Italia, que tuvo que entrar en un territorio desconocido para una democracia occidental, esos gobiernos no tienen tantos pretextos para justificarse.

Giuseppe Conte asumió el liderazgo de Italia, una de las potencias económicas. Foto: Reuters
Giuseppe Conte afirma que tomó medidas apropiadas. Foto: Reuters

Por un lado, los funcionarios italianos han defendido su respuesta, enfatizando que esta crisis no tiene precedentes en la era moderna. Afirman que el gobierno respondió con celeridad y capacidad, pues de inmediato llevó a la práctica los consejos de sus científicos y tomó medidas drásticas y económicamente devastadoras con más rapidez que sus contrapartes europeas.

Sin embargo, al analizar el registro de sus acciones sobresalen oportunidades desperdiciadas y tropiezos cruciales.

Dificultades.

En los críticos primeros días del brote, Conte y otros altos funcionarios parecieron querer restarle importancia a la amenaza, lo cual creó confusión y una falsa sensación de seguridad que permitieron que el virus se propagara. Atribuyeron la elevada cifra de infecciones en Italia a las pruebas excesivas de gente que no tenía síntomas en el norte, lo cual, según ellos, solo infundió el pánico y afectó la imagen del país en el exterior.

Incluso cuando el gobierno italiano llegó a la conclusión de que un cierre universal era necesario para combatir el virus, no comunicó la amenaza con la convicción suficiente como para persuadir a los italianos de apegarse a las reglas, las cuales parecían tener escapatorias.

“No es sencillo hacer esto en una democracia liberal”, explicó Walter Ricciardi, miembro del consejo administrativo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y consejero principal del Ministerio de Salud, quien argumentó que el gobierno de Italia actuó de acuerdo con la evidencia científica que estaba a su disposición.

La subsecretaria Zampa dijo que ahora se da cuenta que se debió haber cerrado todo de inmediato. Pero, en aquel momento, la decisión no era tan evidente.

A los políticos de todas las ideologías les preocupaba la economía y alimentar al país, y les costaba admitir su vulnerabilidad ante el virus.

“El paciente uno seguramente era el paciente 200”, estima experto
Coronavirus. Foto: AFP

El 18 de febrero, cuando un hombre de 38 años llegó a la sala de emergencias de un hospital en Codogno, una pequeña localidad en la provincia de Lodi, en Lombardía, con síntomas agudos de influenza, el caso no fue motivo de alarma. El paciente rehusó internarse y se fue a casa. Su condición empeoró y pocas horas después regresó al hospital, fue internado en el CTI, donde dio positivo a la prueba del virus. El hombre, al que se dio a conocer como el “paciente uno”, había estado en al menos tres cenas y jugó al fútbol, al parecer sin manifestar síntomas graves. Walter Ricciardi, consejero principal del Ministerio de Salud, afirmó que Italia tuvo la mala suerte de tener a un superpropagador en un área densamente poblada y dinámica que además acudió al hospital no una, sino dos veces, por lo que contagió a cientos de personas, entre ellas médicos y enfermeros.

No había tenido contacto directo con China y los expertos sospechan que contrajo el virus de otro habitante europeo, lo que quería decir que Italia no tenía un paciente cero que se pudiera identificar ni una fuente de contagio que se pudiera rastrear para ayudar a contener el virus.

A esa altura, el virus ya había estado activo en Italia durante semanas, según los expertos y fue trasmitido por personas que no tenían los síntomas y lo confundían con una gripe.

“Aquel a quien llamamos ‘paciente uno’ seguramente era el ‘paciente 200’”, comentó el epidemiólogo Fabrizio Pregliasco.

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