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El coronavirus se extiende en villas populares de Buenos Aires

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El principal foco está en Villa Azul, en Quilmes, donde se detectaron unos 200 casos de COVID-19. Foto: EFE

ARGENTINA

La situación en los barrios pobres de Buenos Aires alarma en Argentina, ante el temor de una rápida propagación del COVID-19.

En Argentina se confirmaron ayer jueves 769 nuevos casos de COVID-19, otro récord para el país, elevando a 14.702 los infectados. En tanto, las nuevas muertes reportadas fueron siete, y el total llegó a 508. El dato alentador: la cantidad de personas que ya superó el virus trepó a 4.617, informó anoche el diario La Nación.

Pero lo que más preocupa por estas horas es la situación en los barrios populares de Buenos Aires: hasta ayer jueves el virus circulaba en ocho villas.

El presidente Alberto Fernández extendió la cuarentena hasta el 7 de junio, pero algunos funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires manejan la posibilidad de que se prorrogue. Así lo reconoció ayer jueves en declaraciones a Radio La Red el jefe de Gabinete de la Ciudad de Buenos Aires, Felipe Miguel, que dijo que si bien la duración del aislamiento social, preventivo y obligatorio es decisión del gobierno nacional, en la capital la cuarentena podría ir hasta fin de julio o principios de agosto.

En cuanto a la situación en los barrios más pobres de Buenos Aires, el diario La Nación informó que son al menos ocho las villas donde ya circula el COVID- 19.

La pelea contra la pandemia recién comienza en los barrios populares donde viven 430.000 familias: falta relevar los distritos más populosos, como La Matanza que tiene doscientos asentamientos, donde solo se revisó el barrio Nueve de Julio. “Tenemos poblaciones muy grandes en el conurbano. Si se enferman todas juntas estalla el sistema”, reconoció el ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán.

Por ahora el único foco comunitario es en Villa Azul, con 197. En los demás barrios los contagios no se cuentan de a decenas, aún. Solo Itatí, tiene 11 casos. Los demás se manejan por debajo de esa cifra según el gobierno. Cifras llamativamente bajas.

Mientras el Estado llega con testeos a los barrios postergados el COVID-19 se esparce con velocidad. Los contagios se aceleran no solo por el hacinamiento: la cuarentena es difícil de cumplir para cartoneros y trabajadores de la economía informal, dice La Nación.

“En Itatí y muchos barrios la cuarentena fue más relajada no solo por el hacinamiento. Hay menos contención en una familia y se está mucho afuera”, asegura Laura, una referente de la organización Movimiento de Trabajadores Excluidos.

“Tanto en Itatí como en otros barrios no se está acompañando económicamente como se debería acompañar. Muchas personas, las más pobres, no son parte del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) porque la complejidad de los trámites excluye a los que viven día a día de la venta ambulante, cuidacoches, cartoneros o otros trabajos no contemplados en la economía informal”, sostiene la militante barrial a La Nación.

“Hay mucha conciencia de la necesidad de la cuarentena, pero cada vez más gente debe salir a buscar comida a comedores”, dijo la referente local que milita en barrios postergados de Quilmes.

La estrategia de aislar villas no es un modelo aceptado por estas comunidades, que también se niegan a trasladarse masivamente a centros de salud. Los habitantes de barrios vulnerables demandan trato individual a cada situación.

“El aislamiento comunitario no sirve porque el barrio sigue conectando entre sí. En Itatí, por ejemplo hay que intentar que nadie salga de su casa estos días pero sin un aislamiento del barrio”, dijo Laura.

El crecimiento de casos de coronavirus en barrios populares de la provincia de Buenos Aires alarma a las autoridades que temen que “estalle” el sistema de salud. Los contagios se triplicaron en una semana.

Valla contra el virus.

Los 657 contagios en las villas representan el 14% del total de las personas enfermas registradas hasta ahora en la provincia de Buenos Aires.

“El 14% de positivos viven en villas de emergencia. Se está corriendo ahí el problema como se preveía”, dijo el ministro de Salud provincial, Daniel Gollán. Y aseguró que están “tratando por todos los medios de intervenir precozmente para que los focos no se transformen en incendios”.

Villa Azul quedó aislada por un cordón policial. Foto: AFP
Villa Azul quedó aislada por un cordón policial. Foto: AFP

El ministerio de Salud no propició estadísticas actualizadas sobre la circulación de la enfermedad en cada uno de los ocho asentamientos, pese a los reiterados pedidos de La Nación.

“Si se mantiene sin focos comunitarios como Azul la actualización es dos veces por semana porque no aporta nada a la estrategia comunitaria”, se informó desde ese ministerio.

Las villas Azul e Itatí están separadas por una carretera, y ahora también por una valla, con la que pretenden aislar el COVID-19 y evitar que se propague a poblaciones vecinas.

“Estamos acá cerca, puede pasar también, la gente no tiene conciencia, los chicos andan en la calle, hacen lo que quieren”, afirmó a EFE Darío Ortiz, residente de la Villa Itatí, donde ayer jueves las autoridades comenzaron una campaña de pruebas masivas para conocer la expansión del virus.

Este vecino se mostró satisfecho por el aumento de pruebas y recordó lo difícil que es contener la pandemia sin las adecuadas condiciones de higiene (a su casa no llega el agua) y con una situación económica de por sí precaria que la pandemia agravó.

“Trabajaba en el Subte, era vendedor ambulante, pero como no nos dejan laburar, por el tema de la pandemia no podemos, estamos sobreviviendo con lo que nos da la gente, lo que nos da el presidente”, aseguró.

Los vecinos de Itatí, donde según el último censo de 2018 viven 15.142 personas, ven como a escasos metros un cordón policial y verjas metálicas impiden desde este fin de semana el acceso y salida de personas en Azul, una población mucho más pequeña de alrededor de 4.000.

El ministro de Seguridad provincial de Buenos Aires, Sergio Berni, afirmó que fue la estrategia había sido pensada para ese lugar en concreto, por lo que no todos los asentamientos populares seguirán la misma suerte.

“Los infectólogos entendieron que para este momento y con este paciente había que aplicar este tratamiento”, afirmó el miércoles Berni a los medios presentes en una de las entradas a Villa Azul, a la que tampoco la prensa tiene permitido el acceso.

“Pero si no tenés, ¿cómo cocinás?”

A Villa Azul, en Quilmes, los proveedores de los comercios del barrio no pueden entrar por la pandemia, por lo que la mayoría están cerrados y los vecinos sobreviven con los alimentos que las autoridades les entregan. Graciela recibió un paquete con suministros básicos que incluía “harina, aceite, arroz, azúcar, fideos, un paquete de sal, garbanzos y un bidón de lavandina”. “No nos dejan salir, es mercadería, está bueno, agradezco que me la dieran, pero si no tenés carne, no tenés verdura ¿cómo cocinás?”, afirmó a EFE. Graciela tiene internadas a su hija y a su nuera por coronavirus, y reclama que el grupo sanitario entre en la villa y realice los controles casa por casa, ya que asegura que ahora los vecinos tienen que acudir a la unidad de testeo en la entrada de la villa para someterse a la prueba.

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