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Colombia sigue entre diálogo y la presión de las protestas

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Estudiantes y otros grupos sociales participan, el viernes, de la marcha en Bogotá. Foto: AFP
TOPSHOT - Colombian indigenous people and students protest on the eighth consecutive day against the government of Colombian President Ivan Duque in Bogota on November 29, 2019. - Since last Thursday Colombia has been hit by unprecedented mass protests against the unpopular Duque, joining a wave of grassroots anger that, for different reasons, has swept through Ecuador, Chile and Bolivia. (Photo by Raul ARBOLEDA / AFP)
RAUL ARBOLEDA/AFP

MANIFESTACIONES

El presidente Iván Duque Márquez abre el diálogo con los sectores sociales hasta marzo.

Colombia cumple diez días entre la incertidumbre por las protestas que comenzaron como un reclamo sindical y se convirtieron en un movimiento popular en las calles y la expectativa de un diálogo con el Gobierno para retornar a la normalidad.

Las manifestaciones marcaron un punto de inflexión en la sociedad colombiana, poco acostumbrada a hacerse sentir, pero que en esta ocasión se volcó a las calles de Bogotá y grandes ciudades para sumarse a la presión al Gobierno del presidente Iván Duque.

En los días previos al 21 de noviembre, cuando comenzó la protesta, el Gobierno intentó quitar hierro a las exigencias de las centrales obreras con el argumento de que no había presentado al Congreso las reformas laboral y de la seguridad social, base del malestar popular, y lo mismo con los otros puntos de las peticiones, pero no hubo diálogo directo para tratar de llegar a un acuerdo.

Solo el pasado martes, después de que el “paro nacional” de un día se prolongó con una amplia movilización en las calles, cacerolazos diarios incluidos, disturbios y saqueos en Cali y Bogotá que obligaron a decretar el toque de queda y la muerte del joven Dilan Cruz, por un disparo de escopeta de la Policía, el presidente llamó a los líderes las centrales obreras y movimientos sociales a conversar, sin éxito.

El primer intento no produjo ningún avance por la desconfianza de los miembros del llamado “Comité Nacional de Paro” en el Gobierno por no entablar un diálogo directo para tratar sus demandas sino que los incluyó en lo que denominó “Gran Conversación Nacional” con distintos sectores, para tratar todos los problemas del país, un ejercicio que debe extenderse hasta el 15 de marzo.

Protestas en contra del gobierno de Ivan Duque en Bogotá. Foto: AFP
Protestas en contra del gobierno de Ivan Duque en Bogotá. Foto: AFP

“Yo creo que el Gobierno está buscando no legitimar al Comité Nacional de Paro como interlocutor y por eso convoca a ese ejercicio que llamó de ‘conversación’ para, por el contrario, legitimar sus políticas”, dijo a Efe el analista Alejo Vargas, profesor de Ciencia Política de la Universidad Nacional.

Para diversos expertos, la intención del Gobierno de poner sobre la mesa todos los problemas del país, desde las demandas sindicales, hasta la corrupción y el atraso en infraestructuras, es algo positivo pero no para un momento como el actual en el que se requieren acciones rápidas para dar respuesta al clamor de cambios de las calles.

“En la medida en la que (Duque) no acepta que el Comité Nacional del Paro es el vocero de esa movilización pues no lo legitima y entonces convoca a todo mundo a conversar”, asegura Vargas, y añade que “no está claro lo que esa conversación va a producir”.

Pese a que las demandas de las centrales obreras son semejantes a las que se han hecho a otros Gobiernos en Colombia y otros países cada vez que se plantean reformas que consideran pueden poner en riesgo la estabilidad de los trabajadores, en este caso gente cercana a Duque las considera un intento de la oposición de izquierda de ganar en las calles lo que no consiguieron en las urnas.

A esa percepción contribuye la incitación que hace a diario en las redes sociales el senador Gustavo Petro, derrotado por Duque en las presidenciales, para que la gente salga a las calles a protestar, en un intento de presentarse como el líder de una movilización popular que no tiene dueño y que se mantiene viva por el impulso de la gente joven, particularmente del movimiento estudiantil.

Prueba de ello es que con el cierre del año universitario y la llegada de diciembre las manifestaciones perdieron fuelle en los últimos días para alivio del Gobierno pero también de quienes por las tardes se ven obligados a caminar durante horas para regresar a sus casas ante el paro del transporte.

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