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Cincuenta personas heredan los relatos de la pesadilla nuclear

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Los habitantes de Hiroshima evocaron a las víctimas del ataque nuclear. Foto. EFE
TOPSHOTS Paper lanterns float on the Motoyasu River in front of the Atomic Bomb Dome (background) in Hiroshima on August 6, 2015. Tens of thousands gathered for peace ceremonies in Hiroshima on August 6 on the 70th anniversary of the atomic bombing that helped end World War II, but still divides opinion today over whether the total destruction it caused was justified. AFP PHOTO / KAZUHIRO NOGI TOPSHOTS-JAPAN-US-NUCLEAR-HISTORY-WWII-HIROSHIMA-ANNIVERSARY
KAZUHIRO NOGI/AFP

Hiromi Hasai estaba siendo entrenado para producir balas de ametralladora cuando el destello de la bomba atómica que destruyó su ciudad iluminó el ya claro cielo matutino. Apenas de 14 años de edad, lo habían sacado de la escuela una semana antes para que ayudara en el esfuerzo bélico de Japón que estaba flaqueando.

Hasai, quien ahora tiene 84 años, ha hablado en público, con frecuencia, sobre su experiencia de ese día, del que se cumplieron 70 años el jueves pasado, cuando la primera de las dos únicas bombas atómicas usadas en una guerra mató a más de 100.000 personas. Las víctimas incluyeron a cientos de sus compañeros de clase, quienes todavía estaban en la escuela situada cerca del epicentro de la explosión. La fábrica de balas, localizada a 16 kilómetros de la ciudad, fue paradójicamente un refugio seguro.

Sin embargo, las cosas que Hasai vio y sintió ese día no son relatas solo por él. La persona que conoce mejor su historia, después del propio Hasai, es Ritsuko Kinoshita, una mujer 25 años menor que él que sirve como su denshosha —la persona designada para transmitir sus memorias. Es parte de un proyecto inusual y altamente personal destinado a preservar y transmitir las experiencias de los sobrevivientes de la bomba atómica.

Hasai, un investigador universitario de física retirado, de risa rápida y contagiosa, continúa saludable, al igual que muchos otros sobrevivientes.

Sin embargo, el objetivo para Kinoshita y otros 50 denshosha que trabajan de manera voluntaria, consiste en seguir relatando las historias que heredaron una vez que los testigos se vuelven demasiado débiles para hacerlo, a fin de mantener vivos los recuerdos de un suceso traumático que ha anclado el sentir pacifista que ha permeado a Japón desde esos días.

El profesor de historia Hidemichi Kawanishi señala que en todo Japón, incluso en Hiroshima, "los recuerdos se están borrando" y destacó que hay inquietud por una encuesta que difundió la radio y televisión pública NHK, que mostró que el 30% de los residentes de la ciudad no pudieron mencionar la fecha que la bomba fue arrojada. En todo Japón, 70% no pudo citar la fecha.

Es una tendencia que a muchos sobrevivientes y sus denshosha les gustaría revertir. Kinoshita ha pasado años al lado de Hasai mientras él ha disertado ante grupos de estudiantes, docentes y visitantes al Museo y Monumento a la Paz de Hiroshima. Ella puede describir cómo él y sus jóvenes compañeros de trabajo hicieron lo que pudieron por la "gente fantasma" que salió en masa de la ciudad en las horas posteriores al bombardeo, muchos con quemaduras tan horrendas que la piel se les caía cuando eran tocados. Ella relata la caminata que él hizo de retorno a la ciudad, a través de calles destrozadas y llenas de cadáveres, para encontrar a su madre y su hermana, quienes sobrevivieron de milagro.

"Estoy intentando relatar su vida y su manera de pensar tan puramente como es posible", comentó Kinoshita.

El número de sobrevivientes de los ataques nucleares reconocido oficialmente se redujo en unos 6.000, el año pasado, y ahora se encuentra por debajo de los 200.000. Su edad promedio es superior a los 80 años.

Tres años de contacto y diálogo para poder contar.

Esencialmente, los denshosha se están poniendo en la posición de esa persona, para que el sobreviviente no desaparezca de manera permanente, explicó el profesor Hidemichi Kawanishi. "Ellos tienen una autoridad que viene con la bendición del sobreviviente para ser herederos de sus relatos, y un mandato para seguir encontrando oyentes", dijo. Es un experimento muy interesante en la formación y preservación de memorias colectivas, destacó Kawanishi.

Trece sobrevivientes de la bomba han accedido hasta ahora a hacer los relatos a uno o más denshosha, y a éstos se les exgige pasar al menos tres años siguiendo de cerca y reuniéndose con el testigo antes de contar sus historias en público.

Hasai y Kinoshita revelaron que han enfrentado críticas de algunos sobrevivientes, quienes dudan que alguien que no experimentó la bomba directamente pueda alegar que habla por los que sí lo hicieron. Otros estiman que ese papel debería ser reservado para familiares.

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